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Quart, Juliet y la Fira de Sant Vicent de la Roda


Anda la pilota valenciana en su versión profesional metida de lleno en los campeonatos oficiales de parejas y tríos. El calendario anual está repleto de competiciones largas, medianas y cortas, tantas que un aficionado cualquiera roza el estado de saturación. No es nuestro deporte, en esa vertiente profesional, un vehículo de sentimientos como pueda serlo el fútbol, por ejemplo. Si acaso la selección valenciana puede ocupar ese papel. Lo ocupó en su día Genovés pero ese fenómeno, que ya hace más de medio siglo que irrumpió, ni ha tenido continuidad ni tiene trazas de que lo tenga en tiempos venideros. De ahí la importancia que podrían ocupar desafíos espectaculares, creativo, como aquel que surgió entre Quart, ya en declive y el Juliet más poderoso. Lo cuenta Lorenzo Millo en su libro El Trinquet. Vale la pena recordarlo pues estos hitos históricos alimentan esos sentimientos de identificación, de respeto y de admiración por todo lo que representa este deporte.

Fue en enero de 1948 cuando se hizo cargo de Pelayo la empresa Segarra, propietaria de la fábrica de calzados de La Vall d´Uixó. Lo hizo a lo grande, con el regreso del exiliado deportivo que fue Quart, acompañado de Mora de Moncada, el mejor mitger de la época, contra Juliet d’ Alginet y Ricardo de Moncada, otro gran mitger. Seguramente por la influencia de Segarra, el diario Las Provincias dedicó una página entera al acontecimiento con unas declaraciones de Juliet en las que se olvidó de citar a Quart entre los mejores jugadores del momento. Ganó Juliet pero ante un Quart que, apático, estuvo lejos de su mejor rendimiento. Una semana después, el 22 de enero tuvieron ocasión de enfrentarse en Guadassuar, el día de San Vicent de La Roda,con motivo de la partida de la feria de este pueblo de la Ribera. Juliet jugó con Antoniet y Quart con Alberto de Alzira. +

Llegó Juliet al tanto 55 mientras Quart se mantenía en los 10. Muchos espectadores abandonaban sus localidades. Y el gran Alberto se dirigió a ellos: “On van cavallers?” No tingau presa que encara no hem acabat…” Y afectivamente no se había acabado. Quart se volcó en el juego y consiguió igualar a 55 ganando el gran montante de las apuestas.

En el último juego, afirma Millo, ” quiso jugar con su rival, como el gato con el ratón y dejó correrla pelota. Obtuvo Juliet una victoria pírrica pues el honor y la gloria, además de las cuantiosas propina fueron para Quart”.

De ese acontecimiento que se ha transmitido de boca en boca se cumplen hoy 74 años.



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