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Posición horizontal


Uno se relaja cuando se tumba; es la posición que menos resistencia ofrece al cuerpo y menor fuerza requiere. Para mucha gente estar tumbado no goza de buena reputación; a menudo se confunde con quedarse quieto, ser pasivo o perezoso, escribe el alemán Bernd Brunner (Berlín, 1964) en “Vivir en horizontal”. Groucho Marx no opinaba lo mismo que esa gente cuando dijo aquello de que lo que no puedas hacer en la cama, no merece la pena. La postura horizontal ofrece momentos de contemplación que a menudo generan las mejores ideas, explica Brunner en su lúcido ensayo. Cuando nos acostamos boca arriba con los ojos abiertos, perdemos el acceso físico a las cosas que nos rodean y nuestros pensamientos vuelan. Ya antes, Chesterton, en “Quedarse en la cama”, había aventurado que, gracias a esa cómoda costumbre, Miguel Ángel se dio cuenta de cómo convertir el techo de la Capilla Sixtina en una terrible imitación de un drama divino, que solo podía representarse en los cielos. Jardiel, que entre 1932 y 1935, vivió a 40 kilómetros del Pacífico y a 30 de Charles Chaplin, no tardó mucho en descubrir que en las playas de Hollywood solo existen dos ocupaciones: tumbarse en la arena a contemplar las estrellas o tumbarse en las “estrellas” a contemplar la arena.



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