Tomar el sol es una necesidad. Necesitamos los rayos solares, su luz, para que el cuerpo produzca vitamina D, que es esencial para la absorción del calcio y la consiguiente salud de nuestros huesos. Además, influye también de forma positiva en nuestro estado de ánimo.
Pero el sol puede ocasionar muchos problemas si no se toman las precauciones necesarias para protegernos. Las radiaciones ultravioleta A (UVA), las B (UVB) y los rayos infrarrojos pueden provocar desde quemaduras leves o graves, envejecimiento cutáneo, dermatitis y hasta cáncer de piel.
Así que como no sería bueno renunciar a mantener un contacto habitual con el sol, la mejor fórmula para protegernos sin ‘escondernos’ es el uso de protectores solares.
Pero la primera cuestión básica que debemos saber es que la protección solar total no existe.
Por eso es importante que el uso de protectores se complemente con una serie de premisas básicas como evitar la exposición en las horas centrales del día (entre las 12 y las 17 horas), utilizar elementos físicos que limiten los rayos solares (sombrillas, gorros, ropa), usar gafas de sol y beber líquidos en abundancia.
Pero, ¿qué protector solar escoger?
Tal y como indica la Fundación Piel Sana, para una correcta exposición al sol debemos utilizar una crema con un factor de protección solar (SPF) 30 como mínimo.
La razón es que cuando se realizan los estudios de medición del factor de protección lo hacen aplicando 2 miligramos de crema en cada centímetro cuadrado de piel, y eso es muy difícil que lo haga una persona normal. Porque utilizando esas cantidades, para conseguir proteger toda la superficie cutánea de un adulto tendríamos que utilizar un envase de 30 mililitros para una sola aplicación.
Lo que habitualmente hacemos las personas normales es aplicar en nuestra piel 0,5 mg por cada centímetros cuadrado. Y para compensar la diferencia, la recomendación de los dermatólogos es usar fotoprotectores de 30 SPF o más, y realizar aplicaciones generosas cada dos horas aproximadamente. Un especialista en dermatología es la persona más indicada para elegir el nivel de protección más indicado para cada tipo de piel.
¿Cuándo aplicarse el protector solar?
El mejor momento para aplicar la crema protectora solar es antes de ir a la piscina o la playa, para asegurar su absorción completa y, en definitiva, su eficacia.
Otra cuestión importante es la resistencia de los protectores al agua:
- Los productos con etiqueta “water resistant” consiguen que el 70% de la protección resista después de un par de baños, de unos 20 minutos cada uno.
- Los marcados como “waterproof” resisten unos 80 minutos de baños.
- En cualquier caso, lo mejor para no correr riesgos es renovar la crema tras cada chapuzón.
Una advertencia importante, sobre todo para aquellas personas que deciden ir a veranear al norte, es que hay que tener cuidado con los días nublados, sobre todo en verano. No es cierto que cuando las nubes tapan el sol éste sea menos dañino, puesto que hay rayos ultravioleta que se siguen filtrando.
Así que en verano, en esas condiciones debemos mantener el mismo factor de protección y renovarlo con la misma frecuencia.
¿Y qué hacemos con la crema del sol del verano pasado? Los fabricantes indican en el envase la fecha de caducidad de cada producto, tanto abierto como si no lo hemos utilizado nunca. Si la crema tiene un aspecto extraño o un olor desagradable es mejor desecharla.
Además, después de su apertura (dependiendo del producto) no se debería utilizar pasado 6 o 12 meses.
Y por último, es falso que las cremas protectoras impidan o dificulten el bronceado. Tomar el sol sin usar un fotoprotector solar puede provocar graves quemaduras.