Parece mentira que en una ciudad pequeña que no reúne los parámetros típicos para contar con una gran afición al golf, este gusanillo haya calado tan fuerte entre los ciudadanos. Estadísticamente solo hay 1.700 jugadores federados en León, pero esta cifra no refleja el gusto por los palos que existe en esta preciosa e histórica capital.
Por eso un grupo de aficionados decidió ponerse en manos del campeón del mundo Manuel Piñero para que les diseñara su propio club en San Miguel del Camino, a escasos diez minutos del centro urbano. Y con un gran diseño en la mano comenzaron a disfrutar de este deporte sin dudarlo.
El efecto llamada se hizo patente y pronto comenzó a recibir jugadores de todas las provincias vecinas, lo que les permite realizar competiciones durante los meses menos fríos y mantener una activa vida social.
Lo que se encuentran los golfistas en cuanto llegan al Club de Golf León es un compendio de actividades posibles, como fútbol, tenis, pádel o natación, en las que el golf es un complemento perfecto. El ambiente es totalmente relajado y natural, ya que el dibujo corre por los campos originales sin que las temidas construcciones molesten la visión de los aficionados. Los árboles, lagos y arroyos son el entorno que se encuentran mientras pasean por los 6.000 metros de su par 72.
Como sucede con los diseños del maestro extremeño, se trata de un campo fácil de andar en el que no existen grandes pendientes. Sin embargo, esto no impide que tenga ondulaciones y mucho picante en la estrategia de juego. Los obstáculos de agua están situados en los lugares clave para hacer pensar y los bosques de robles y arboleda autóctona que bordean las calles exigen ir recto para no tener problemas. Las calles, eso sí, son amplias y generosas, aunque hay que saber en qué lado apoyarse para tener tiros francos a ‘green’. Las banderas suelen estar situadas en las plataformas más rápidas y eso hace que haya que ser buen pateador si se quiere ir rebajando golpes según avanza la jornada.
Otros retos a los que enfrentarse son las numerosas trampas de arena que existen en el recorrido, especialmente las que rodean los tapetes. Están situadas en puntos en los que, si no se elige el palo adecuado, es fácil caer. Otras grandes defensas del campo son el ‘rough’, habitualmente espeso y duro, el lago que afecta a los hoyos 5, 6 y 7 y los barrancos que hay que sortear esporádicamente.
Una vez superados todos estos retos, el golfista puede llegar a la cafetería con la satisfacción del deber cumplido. Habrá hándicaps altos que suspiren por algún golpe perdido y otros bajos que agradezcan no haberse dejado demasiadas bolas por el camino. Pero todos ellos estarán satisfechos de haber pasado un día de golf en un lugar tan natural y puro como este.
El Olímpico, otra opción
Para los que no quieran dedicar tanto tiempo a jugar 18 hoyos, hay otra opción muy apetecible cerca de la capital. El Club Deportivo Olímpico de León cuenta entre sus instalaciones con un campo de 9 hoyos de par 34, muy completo en cuanto a metraje con cuatro pares 3, cuatro pares 4 y un par 5. Al igual que el anterior tiene unos ‘greens’ rápidos y bien cuidados, además de obstáculos de agua y una buena arboleda, lo que exige llevar una buena línea de juego para no verse inmerso en problemas.
Se trata de un recorrido agradable, con cancha de prácticas y una completa actividad social que incluye numerosos torneos.