Cuando este martes Paula Badosa y Emma Navarro salten a la pista Arthur Ashe para disputar uno de los cuartos de final del Abierto de Estados Unidos se desplegará ante los ojos de 24.000 espectadores una historia de paralelos cruzados que no necesariamente saldrán de las raquetas.
No es solo que las dos tenistas nacieran en Nueva York, hace 26 años en el caso de Badosa y 23 en el de Navarro, o que las dos se criaran lejos de la metrópolis, en Catalunya en el caso de la española y en Charleston (Carolina del sur) en el de la estadounidense. Ninguna de ellas había alcanzado hasta este año los cuartos en Flushing Meadows. Solo una vez antes cada una había estado en la ronda de ocho en un grande, en Roland Garros en 2021 en el caso de Badosa y en el último Wimbledon en el de Navarro.
El hito personal neoyorquino de ambas expone, además, el momento dulce que viven. Badosa ha logrado ya consolidar sobre las pistas rápidas un verano brillante de resurgimiento que abrió con título en Washington y semifinal en Cincinnati. Navarro, que en su partido del domingo apeó del torneo a la campeona del año pasado, Coco Gauff, su compañera de habitación en los Juegos Olímpicos de París, certifica su ascenso como uno de los nuevos fenómenos del tenis estadounidense femenino.
Badosa recoloca las piezas
La de Begur ha logrado recolocar las piezas que desbarató en Roma el año pasado una fractura de estrés en la cuarta vértebra lumbar. Aquella lesión le dejó medio año fuera de la competición. Llevó hasta el puesto 139 de la WTA a quien había llegado al número 2 en 2021, el año en que se convirtió en la primera española en ganar en Indian Wells.
Hace solo cuatro meses la espalda seguía haciéndole sufrir y le llevó a un punto tan bajo en que pensó en abandonar el deporte porque dejó de creer en ella y no mejoraba de su lesión. Pero se empeñó en seguir intentándolo. Desoyó a quienes pusieron en duda que pudiera seguir o sugerían que debería dejarlo. Se apoyó en todo su equipo y especialmente en su entrenador, Pol Toledo. Y se retó, poniéndose como meta protagonizar “el regreso del año”.
Pasó, como explicaba hace unos días a una televisión, “más horas en el gimnasio que en la pista”. Y aunque el problema en la espalda lata aún siempre amenazante, estos días en el Abierto estadounidense Badosa exhibe la nueva fortaleza visible en ese físico curtido con esfuerzo, despliega un tenis más seguro y confiado y ha logrado resultados que, por ahora, le han devuelto virtualmente ya al top 20, “un sueño hecho realidad”.
Un tenis más agresivo
Badosa, que se define como una “perfeccionista”, elude las comparaciones con la jugadora que era en 2021 pero sí admite que se ve totalmente distinta “mentalmente, de madurez y de experiencia”. Ha trabajado la paciencia. Siente una conexión renovada con los fans, cuyo apoyo aprecia más. Y en lo tenístico también ha evolucionado, obligada porque, como dice, el “juego ha cambiado y ahora es todo mucho más agresivo, más rápido”. ”Entonces podía jugar un poco más táctico, era un poco más defensiva. Ahora voy más a por el partido”., explicaba el domingo.
De esa transformación del tenis femenino, en general y en particular, es también ejemplo Navarro, que ha mejorado su estado de forma y su velocidad de forma notable en los dos últimos años, desde que abandonó la Universidad de Virginia, donde se hizo con el título nacional universitario, y dio el salto al circuito profesional, cosechando su primer título de la WTA en enero en Hobart (Australia). Y, como Badosa, ella ha adoptado también las tácticas más agresivas, no solo porque no queda otra opción sino también porque se ha armado con más confianza en sí misma para ejecutar un tenis en el que ya tiene armas de precisión.
Su lugar
A ambos lados de la red este martes en Arthur Ashe habrá aún un paralelo cruzado más entre la hija de dos modelos y la de un acaudalado empresario de tarjetas de crédito y cobro de deudas: la convicción de ambas de que ese, el escenario más grande del mundo del tenis, es su lugar.
“Creo que puedo jugar un gran tenis con las mejores jugadoras del mundo. Merezco estar en este escenario y en las grandes rondas de los Grand Slam”, decía la estadounidense tras su victoria sobre Gauff.
Horas antes, Badosa había pronunciado unas palabras muy similares, reconociendo que aún le quedan “pasitos por dar” pero viéndose “en el camino correcto”. “Con todo respeto, el tenis no tiene sentido para mí si no estoy en lo más alto”, decía la catalana. “Quiero jugar en los grandes escenarios, en las últimas rondas de cada torneo. Quiero ser una de las mejores jugadoras del mundo. Es cuando de verdad me siento motivada y emocionada”.