Paco Jémez (Las Palmas, 1970) ya está en A Coruña con su familia después de vivir una pequeña odisea para abandonar Irán. El exjugador deportivista llevaba un año y medio allí como entrenador del Tractor Sazi, pero el conflicto desencadenado con Israel desde el pasado fin de semana y la tensión existente en el área le convencieron de que lo mejor era regresar a España y poner punto y final a su última experiencia en los banquillos.
¿Cómo explicaría la situación que ha vivido estos últimos días hasta salir de Irán y regresar a España?
Nosotros no estamos acostumbrados a este tipo de situaciones, ni nosotros ni nuestras familias, y nos generan una intranquilidad importante. La situación allí es muy tensa, ojalá que no pase nada, pero no podíamos esperar a si pasaba o no pasaba. Tomamos la decisión con el club de rescindir el contrato y de salir de allí.
¿Cómo fue el proceso para abandonar el país?
Siempre hemos estado en contacto con la embajada. Ellos ya se pusieron en contacto con nosotros para que estuviéramos localizados, para saber dónde estábamos… Yo personalmente tengo relación con el cónsul y con el embajador, los conozco, y he estado en comunicación con ellos. Siempre nos han transmitido tranquilidad, a pesar de que la situación era tensa. Hay que tener en cuenta que en Irán habrá 100 españoles nada más. Es decir, no es difícil contactar con nosotros, otra cosa es que hubiera 30.000 o 40.000, eso sería un follón. Al ser poquitos la embajada siempre ha estado muy encima nuestra.
¿Seguían entrenando y trabajando? ¿Cómo era el día a día después del ataque?
El día a día era de vida normal. Ellos están acostumbrados a estas cosas y a vivir así, los únicos que estábamos cagados éramos nosotros. Lo llevan mejor, no sé. Ibas a entrenar y los chicos lo llevaban bien, no hay sensación de nada. Eso es lo que te extraña. Nosotros no estamos acostumbrados a estas cosas, ves las noticias y piensas en que si pasa algo a ver cómo sales de allí. No es fácil salir de Irán, no es un país en el que dices me voy y ya está, no funciona así. La sensación del día a día era normal, nada extraña.
¿Y el club qué les decía?
El club siempre ha estado muy atento a nosotros. Se ha portado fantásticamente bien. Cuando le expusimos esto lo que nos dijeron era que la única posibilidad era rescindir el contrato para que ellos arreglaran todo el tema de visados para poder salir. Les dije que me parecía perfecto y ellos arreglaron el pasaporte y los visados, rescindimos el contrato y en el momento en el que hubo un vuelo nos marchamos, porque hubo un día en el que el espacio aéreo iraní estaba cerrado. No se podía entrar ni salir. El lunes se abrió, había algunos vuelos y tuvimos la fortuna de coger uno que había a Estambul.
Se ha acostumbrado a las aventuras exóticas, ¿se arrepiente de esta en Irán?
Las aventuras son muy bonitas, pero… Fuimos a México y nos encontramos con el terremoto más fuerte en no sé cuántos años. Ahora vamos a Irán y nos encontramos con esto. Todas las experiencias son enriquecedoras, incluso cuando lo pasas mal son experiencias que te hacen mejor. He estado año y medio en Irán, he conocido un país muy diferente, un fútbol muy distinto, personas muy diferentes y espero que esto me haga ser mejor persona en el futuro. No soy de los que digo: ‘Joder, por qué fui allí’. No, fui porque era el momento de ir.
¿Deportivamente también ha sido enriquecedora?
También. El equipo ha funcionado muy bien, ahora lo teníamos en tercera posición… Se han hecho cosas bonitas y me vengo de allí también con un poco de pena porque el club quiere crecer, el dueño está invirtiendo mucho dinero y poco a poco pretende pelear por el campeonato con los grandes del país. Era un sitio muy bonito para poder crecer y hacer cosas importantes.
¿Y ahora qué es lo que le gustaría hacer?
Ahora lo que me apetece es descansar y disfrutar de la familia. Podemos mirar alguna oferta para la temporada que viene, pero ahora nos apetecen unos días de relax. Yo me he venido aquí a Coruña para descansar y hacer cosas que no he podido hacer hasta ahora.