Irma Farelo i Solé es una bendita rareza por muchas cosas. Una de ellas es por llevar con un aplomo extraordinario el éxito de una electrizante carrera de tan solo un año. Sí, de tan solo un año, pero muchos cocos han necesitado mucho menos de 365 días para nublarse. Porque poco tiene que ver la vida de esta joven catalana, de 19 años y de nombre artístico Mushkaa, con la que tenía un año atrás.
Algo menos que novata, el 20 de enero de 2023 actuó en la sala Sidecar -coincide que este miércoles vive su última noche tal y como la conocíamos hasta ahora-, y al cabo de unos meses dejó los estudios en el Taller de Músics y el complementario trabajo de acomodadora en un teatro de Barcelona para lanzarse a desarrollar su carrera artística con cierto vértigo, pues, aunque había ya agua en la piscina (un puñado de exitosas canciones arraigadas a la música urbana), desde fuera nunca sabes cuánta es suficiente para dar el salto sin dejarte una vértebra en la caída. “No quería quedarme siendo una ‘nini'”, reconoce Mushkaa en una entrevista con este diario.
Eso no ha pasado, claro, quizá porque ha mantenido los pies hundidos en la arena de la playa de Vilassar de Mar, donde por ahora sigue viviendo con su familia -la suya, con pedigrí escénico evidente- y compartiendo tiempo con amigos que nada tienen que ver con la música. “Es mi zona de confort, donde puedo estar yo como Irma, donde hablar de cosas que no son Mushkaa, ni ser el centro de atención. Simplemente, hablar. ¿Qué tal? ¿Cómo te ha ido la uni?”.
Como ven, esta entrevista, con la excusa de la publicación de su sensacional segunda ‘mixtape’, ‘SexySensible’, es un cortísimo viaje en el tiempo en el que el calendario ha ido quemando páginas a velocidad endiablada. Y al demonio hay que saber engañarlo. “He disfrutado, pero no tanto como esperaba. Ahora lo empiezo a hacer más. Ha ido todo muy rápido, y eso hace que no puedas ver las cosas con perspectiva, las cosas buenas que te están pasando, y normalizas ciertas cosas que no son normales”, comenta Mushkaa, que a principios de 2023 tuvo que dar forma rápidamente a su proyecto dadas las expectativas y el interés que generó en la industria musical.
Por ejemplo, montó un espectáculo con el que ir a una gira veraniega que se le ha hecho un poco larga a pesar de haberla disfrutado. Quizá por aquello de intentar satisfacer más al público que a uno mismo. “Hubo un punto en mi gira que sentí que sí, que no quería estar haciendo conciertos, sino componiendo. Ahí noté que estaba haciendo lo que la gente quería y no lo que yo quería. A nivel mediático, no musical. Pero gracias al disco pude estar mucho en el estudio y componer”. Y ahí surgió ‘SexySensible’ (destacado crédito a su productor, Roots, y a las colaboraciones íntimas con su hermana gemela Greta, ‘Señal de respeto’, o su colega Akilon, ‘Turra malvada’), un trabajo, publicado de manera independiente, que combina catalán y castellano y que muestra sus dos caras: la verbenera, hirviente, juvenil y pegajosa; y la introspectiva, reposada y totalmente asombrosa. Caras, por cierto, representadas por en la portada del álbum por dos caballos acaramelados.
Dos caras
De la primera, ‘Xarnega’ resume bien la parte ‘sexy’ de su figura, con un catalán con interferencias, y con el valor de ser una mujer joven exponiendo su deseo hacia otra mujer. “Si esto ayuda a chavalas, mucho mejor. Pero no me quiero poner la medalla de que lo he hecho a propósito. He sido una privilegiada, por mi entorno, pero está guay reivindicarlo de una manera natural. Me parece la manera más guay de que la sociedad cambie cosas. No me siento un referente, pero si ayuda a alguien, pues perfecto”. De esa vertiente ‘sexy’, hay una incógnita llamada ‘SexeSexy’, un tema que aparece en el álbum y que no se ha publicado. Mushkaa no quiere despejar la incógnita, pero lo hace con una sonrisa: “Es la canción más sexy del disco, un ‘single’ para más adelante, porque lo bueno se hace esperar”.
De la parte ‘sensible’, que responde a una parte personal un poco más escondida y con este trabajo más expuesta, escúchese la monumental ‘El disfraz’, por ejemplo. “Como artista sentía que tenía que demostrar algo y la gente quizá también tenía ganas de un cambio. Nos gusta a todos mucho la fiesta y tal, pero también está bien que cuando lleguemos a casa y estemos solos en la habitación nos podamos poner algo… Y yo también quería dar voz a esto”.
Apolo al cuadrado
En medio de este año vertiginoso, otro combinado explosivo. Un día de julio empezó a vender entradas para un concierto en el Apolo de Barcelona. Todo vendido en hora y media. Al día siguiente, un segundo concierto a la venta, misma marca. “No me quiero flipar, yo soy muy gafe y sé que cuando me flipe me irá mal. Lo del Apolo para mí es una peli, no lo veo ni real. Yo no estoy preparada para los conciertos, cuando lo vea o me pongo a llorar o no sé. Hace un año hice un Sidecar y fue el concierto de mi vida”, expone.
Y añade: “Hay como este vértigo de decir: ‘hay mucha gente que le gusta lo que hago, vamos a hacerlo bien’. Intento tocar con los pies en el suelo porque todo es tan fugaz que a lo mejor no vuelvo a vender un Sidecar. Puede pasar”. Por ahora, el caballo galopa rápido y pasará por el Apolo, con un espectáculo ampliado y ambicioso, con bailarinas y músicos en el escenario -sí, apto para puristas-.