La autodestrucción de la inmensa, millonaria, moderna y científica escudería Red Bull de F-1 ha empezado a poner en jaque la prestigiosa reputación de Max Verstappen, el ‘holandés volador’, que, a sus 26 años, atesora ya cuatro títulos mundiales, los cuatro últimos y estaba llamado a ser el piloto más grande de todos los tiempos.
Lo que, ahora, dados los últimos resultados (cero victorias en los últimos cinco grandes premios), empieza a cuestionarse, en estos momentos de crisis y quejas públicas suyas, es si quien ganaba era Verstappen, sus manos, su arrojo, su listeza o, simplemente, era el dueño del bólido más increíble jamás diseñado.
El RB20 se había convertido en la Ducati ‘Desmosedici’ de las cuatro ruedas. El dueño de ese moto, el amo de ese monoplaza, era (es) quien ganaba. Y punto. Cierto, el mexicano ‘Checo’ Pérez no es capaz de copiar, de clonar, los resultados de Verstappen, pero es que nadie habló nunca de que Pérez pudiese ser (ni acercársele) al holandés como réplica para convertir en ganador el mejor coche de la historia.
Llega Norris
El ‘paddock’ está convencido, incluso mucho antes de que el australiano Lando Norris, de 24 años, haya demostrado que eso es posible, que, en la actual parrilla de la F-1 hay, como poco, otros siete pilotos que serían capaces de ganar carreras y títulos a los mandos del mejor Red Bull: Lewis Hamilton, George Russell, el propio Norris, Oscar Piastri, Charles Leclerc, Carlos Sainz y Fernando Alonso.
“Hemos tenido suerte de que el McLaren no empezó rindiendo como ahora. Tenemos aún 70 puntos de ventaja, pero esa ventaja puede disminuir con bastante rapidez”
¡Ojo al dato!, en 72 vueltas, Norris le sacó la friolera de casi 23 segundos de ventaja a Verstappen, es decir, rodó 0.350 segundos más rápido por vuelta en el circuito de Zandvoort, la casa del holandés. Norris ganó el GP de los Países Bajos con una mano y, aunque está a 70 puntos, que son muchos, del tetracampeón, ya hay quien habla de que, aunque todavía restan nueve carreras, la posibilidad de que Max sufra para renovar el cetro es evidente, sobre todo si Piastri, que maneja el segundo Mclaren, fuese capaz de codearse también con Verstappen y restarle puntos en cada GP.
“Hemos tenido suerte de que McLaren haya tenido un rendimiento inferior al esperado al inicio de temporada”, acaba de comentar Christian Horner, jefe del equipo Red Bull. “Tenemos, en efecto, una ventaja importante de 70 puntos, pero queda aún mucho campeonato. Es una ventaja que puede disminuir con bastante rapidez”. “Norris y McLaren tienen, ahora, la velocidad necesaria para alcanzar a Max en el campeonato´”, reconoció el gurú de Red Bull, Helmut Marko.
No es solo que McLaren ha mejorado brutalmente, es que Red Bull se ha hundido y ha ido desapareciendo como equipo de referencia en la parrilla de F-1. Todo empezó con la muerte, en octubre de 2022, de su propietario Dietrich Mateschitz. Luego llegó la guerra civil en el seno del que, para muchos, era el equipo impecable, la estructura perfecta. El lío de faldas de Horner dividió por completo a la escudería. En un lado, el otro propietario del tinglado, el tailandés Chalerm Yoovidhya, que se posicionó al lado de Horner y, en el otro, el padre de Verstappen y Marko.
Eso hizo que el gran genio, el autor de los coches voladores, que no era Verstappen, no, ni Marko, tampoco, ni Horner, sino el ingeniero Adrian Newey anunciase que pasaba de guerras e intrigas y anunció que, a final de año, dejaría Red Bull. A partir de entonces, empezó el politiqueo en el seno del equipo perfecto, algo muy parecido a lo que siempre ha ocurrido en Ferrari.
Los responsables de cada una de las áreas de diseño, creación, fabricación, motor y desarrollo empezaron a culparse de la falta de competitividad del RB20. Es más, empezaron a sonar equipos para Newey y muchos de los genios de Red Bull empezaron a soñar con irse con el gurú allá donde fuese, fuera Ferrari o Aston Martin.
No todo es dinero
El caso es que el primoroso grupo de ingenieros de todo tipo y segmento que trabajan en Red Bull y que, hasta ese momento, dirigían sus esfuerzos y mejoras en una sola dirección, empezaron a pensar en otras cosas, por ejemplo, en su futuro, en su escapada, en su huída, en su próximo destino.
La pirámide impecable, en cuanto a estructura, genios, conocimiento, dinero, investigación y desarrollo ha pasado a mejor vida. Ya no hay dueño poderoso, sabio, eficaz, se va el gurú y los que quedan (Horner, Marko y Verstappen) están peleados. Nada de todo ello permite que el mejor coche continúe evolucionando como lo hizo a lo largo de las últimas cuatro campañas.
“Norris y McLaren poseen, ahora, la velocidad necesaria para alcanzar a Verstappen en el Mundial de pilotos”
La F-1 se diferencia de otros muchos deportes en que el dinero no lo es todo. Para hacer un equipo, para cambiar una escudería, para revolucionar un proyecto, el dinero cuenta, claro que sí, pero debes saber emplearlo, encontrar a la gente adecuada, los instrumentos necesarios (por ejemplo, el costosísimo túnel de viento) y, sobre todo, tener paciencia. McLaren ha tardado casi cinco años, desde que fichó a Andreas Seidl, ahora en Audi, en enero de 2019, hasta que ha consolidado su magnífica estructura con Zak Brown, que acaba de renovar hasta el 2030 como máximo responsable del equipo.
Es posible, pues, que la ‘era Red Bull’ esté en pleno declive. Los 23 segundos que le sacó ayer Norris a Verstappen, a las maravillosas manos del holandés, al arrojo del tetracampeón, a la sabiduría del ‘holandés volador’, sean la demostración de que, para ganar y ser campeón, debes tener el coche que tenía Max o el que, ahora, posee Lando.
Es por ello que aquellos cánticos de sirena de que estábamos ante el mejor, mayor y más impresionante campeón empiecen a desvanecerse. Si hay un mejor coche que el RB20, ‘superMax’ ya no gana.
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