Mateu Lahoz ha sido único en su profesión. El colegiado valenciano puso punto y final a su carrera la pasada temporada después de dejar su impronta durante más de tres décadas de carismático arbitraje. Una trayectoria que se ha llevado numerosos reconocimientos por parte del mundo del fútbol, el último de ellos un Premio Super entregado precisamente por ese recorrido profesional que según él mismo en una entrevista para este periódico podría haber continuado más allá de la 22-23: «Obviamente yo hubiera seguido porque me siento en el mejor momento. ¿Que tenía hambre, ilusión, ganas? ¿Que mi familia hubiese aguantado un pelín más? ¿Que me hubiese gustado que mi hijo pequeño tuviera más sentido de lo que su padre hacía? Por supuesto», explicaba el de Algimia de Alfara.
El árbitro valenciano transpira fútbol por los cuatro costados. Trabajo, reflexión y mucho estudio cimentaron la carrera de un ‘Toño’, como le gusta que le llamen, que nunca dejó que el paso del tiempo le ‘atropellase’, todo lo contrario. A nivel tecnológico y también rodeándose de un equipo al que tuvo constantemente en la boca durante su entrevista, ensalzando a sus asistentes, coaches o preparador físico, Nacho, al que destacó como un genio por su forma de ver la preparación.
Y no solo eso, sino que su cabeza es un hervidero de ideas sobre cómo puede mejorar el arbitraje: agilización del VAR o implementación de la realidad virtual a la preparación de los partidos. De esto último habló largo y tendido en la entrevista: «Nosotros hemos trabajado mucho con realidad virtual sobre todo a niveles de fueras de juego y posicionamiento en córneres. Es una herramienta que tenemos entre Robert, Pau y yo. Nosotros no la hemos querido patentar, pero sí que la queremos regalar para que el fútbol la utilice. Y de momento el VAR es mucho más potente y está ahí, en stand-by. Nosotros la dejamos, no la vamos a patentar», explicaba, legando herramientas al fútbol español con un afán constructivo.
En el anecdotario también tiene un arsenal. Tantos años de carrera dan para mucho. Desde sus disculpas a Gorka Iraizoz por anularle aquel gol hasta su último partido, un Grecia – Francia en el que añadió 14 minutos para regalarse un cuarto de hora de fútbol extra con la aprobación de todos los protagonistas a pesar de que el partido iba 0-1 pasando por el día que llevó a su hijo al hotel de concentración antes de pitar una final de Copa del Rey en Mestalla o cuando pitó el primer penalti de VAR de la historia en la edición del COTIF de l’Alcúdia.