Tener la varicela significa no volver a tenerla nunca más. Lo que muchos no saben es que el virus que la provoca, varicela-zóster, no desaparece de nuestro cuerpo, sino que queda dentro dormido, latente, y que en cualquier momento puede volver a infectar en forma de herpes zóster, popularmente conocido como culebrilla.
A pesar de que siempre va a estar ahí presente, lo cierto es que una gran mayoría de la población, un 86%, no es consciente de la posibilidad de desarrollar un herpes zóster, según una encuesta patrocinada por la farmacéutica GSK. Se estima que 1 de cada 3 personas de entre 50 y 90 años va a presentar un episodio de herpes zóster a lo largo de su vida.
Según lod atos sobre esta enfermedad, entre 1998-2018, el 68,8% de los casos suceden en personas mayores de 50 años.
¿Y por qué entre esas edades? Pues porque desde hace algunos años ya se dispone y se administran vacunas contra la varicela, lo que va a reducir mucho la presencia de este virus en un futuro.
La razón de esta reactivación del virus se debe a que a medida que se cumplen años el sistema inmunitario se debilita, lo que se conoce como inmunosenescencia, y pierde la capacidad de mantener el virus controlado; lo que aumenta la posibilidad de padecer herpes zóster.
Cuando el herpes zóster se complica
Cuando el virus se reactiva e infecta, los principales síntomas que provoca son la aparición de ampollas, más o menos dolorosas, en diferentes partes del cuerpo, como el tórax, la cara o la cabeza. Los pacientes con herpes zoster definen las molestas de esta erupción como una sensación de ardor, punzante o similar a una descarga eléctrica.
En general, esta patología no reviste gravedad, pero en algunas ocasiones puede tener consecuencias más graves. La doctora Raquel Alfaro, especialista de Medicina Familiar y Comunitaria en el Servicio Andaluz de Salud y secretaria del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas, Migrante, Vacunas y Actividades Preventivas (IMVAP) de SEMERGEN, explica que “hay muchas dudas en torno al herpes zóster y muchos pacientes tienen la idea equivocada de que el herpes zóster es únicamente una erupción cutánea autolimitada, y es mucho más que eso”.
Y es que la especialista advierte de que esta infección “puede causar complicaciones de diversa gravedad, desde complicaciones como la sobreinfección de las lesiones hasta complicaciones a nivel del sistema nervioso como ictus, sordera, afectación de fibras nerviosas…”.
Neuralgia postherpética, la complicación más frecuente del herpes zóster
En cualquier caso, la complicación más frecuente y molesta es la denominada neuralgia postherpética. Se trata de un dolor persistente en la zona donde se tuvo el herpes zóster y que no desaparece tras semanas, meses e incluso años después de que desaparezca la erupción.
Esta complicación “aparece en el 10 % de los pacientes que sufren herpes zóster y, dentro de éstos puede llegar a aparecer hasta en un 50 % de los pacientes mayores de 60 años y en un 75 % de los mayores de 70 años”, señala la doctora Alfaro.
Esta experta comenta además que, a diferencia de la varicela, “el haber sufrido un herpes zóster no supone inmunidad a volver a padecerlo de nuevo”, con lo que esto puede suponer para el paciente que sufre neuralgia postherpética.
Afortunadamente desde hace algunos años ya se disponen de vacunas contra el herpes zóster que algunas comunidades ya han incluido en sus calendarios vacunales para mayores de 65 años.
Gran desconocimiento sobre el herpes zóster
A pesar de ser una infección bastante frecuente, lo cierto es que hay un gran desconocimiento sobre el herpes zoster por parte de la población. De hecho, según los resultados de la encuesta de GSK, 1 de cada 10 adultos encuestados no conoce los síntomas más comunes del herpes zóster y más de una cuarta parte (28 %) cree que esta enfermedad es “inofensiva”, ignorando por completo el dolor que produce y las complicaciones que se pueden derivar de el.
En este sentido, Roxana Biadei, Policy and Advocacy Program Lead de la Federación Internacional sobre el Envejecimiento (IFA), señala que “estos resultados muestran una clara necesidad de fortalecer nuestros esfuerzos educativos sobre el riesgo y el impacto del herpes zóster”.