Search
Close this search box.

Más allá de las apariencias

[ad_1]

“Perderse en el bosque” es el título de la nueva exposición de Helena Toraño en la Galería Llamazares de Gijón. La pintora vuelve a su espacio artístico de referencia tras su muestra de 2020. En aquella ocasión, y con el poético título de “El soplo de los días”, advertimos una línea de trabajo en la que el paisaje iba tomando importancia, y donde sus protagonistas, jóvenes desenfadadas, disfrutaban en jardines y amplias praderas junto al mar.

En la serie que ahora nos ofrece se advierte una nueva mirada a la naturaleza, una actitud de tintes románticos que toma como referente el bosque, y que habla de su inmensidad y de los misterios que guarda. En el texto personal de la autora (que podemos encontrar en la página web de la galería) describe el espíritu del proyecto: “En el bosque, inquietante a la vez que seductor, suceden cosas que no vemos. Es amenaza, pero también cobijo; atesora los saberes ancestrales y se expresa con su propia voz. Los bosques ya estaban aquí mucho antes que nosotros, son testigos de la historia”.

Tras aquellos paisajes domésticos de su exposición anterior, irrumpen ahora entornos poderosos que, como comenta la artista, siempre han estado ahí, inmutables, y a los que nos acercamos desde la admiración y el respeto. Títulos como “El latido del bosque”, “Resplandor entre las hojas” o, especialmente, “El bosque entero resuena” –un díptico de excepcional belleza y generosas dimensiones (100×200 cm) que envuelve a quien lo contempla– resumen a la perfección las nuevas aportaciones de la artista. Son obras que trasmiten sensación de plenitud y una tranquilidad propiciada por la integración de las figuras en el paisaje, jóvenes que se acercan con discreción a la exuberancia vegetal hasta fundirse con ella, y animales del bosque que, en armonía, lo habitan. Aves, caballos y ciervos remiten a cuentos y fábulas que, con cierta nostalgia, nos trasladan a la niñez.

“El hallazgo”. .


Se adivina una conexión plena con un ambiente en el que, sin duda, la artista ha estado inmersa, una relación romántica con el medio, contemplativa y emotiva, que propicia una extraña sensación de ambigüedad entre una estética atrayente y una inquietud ante lo desconocido y que, sin duda, la artista ha experimentado en sus incursiones en los bosques de nuestro entorno, en Olloniego, en la ruta de La Pesanca en Piloña o, incluso, en el decadente encanto del Parque de La Rodriga, en Oviedo. Algunos encuadres y composiciones son fotográficos, y poseen un carácter narrativo que remite a secuencias cinematográficas, recordándonos imágenes de alguna película de Éric Rohmer, director de referencia para la artista.

En los formatos mayores el virtuosismo la ha llevado a un tratamiento técnico singular donde cada pequeña pincelada se podría identificar con una brizna de hierba o con un reflejo lumínico en una minúscula hoja. En los lienzos de mediano y pequeño tamaño, como los que conforman un mosaico en una de las paredes de la galería, observamos un trabajo técnico casi de miniaturista, cuya delicadeza se ve acentuada por la variedad de formatos, con un singular atractivo de la forma elíptica.

“Sortilegio”. .


Si hay algo que realmente singulariza su trabajo y que, desde siempre, ha despertado mi interés, es el tratamiento cromático y formal. Aporta personalidad a una obra que se ve potenciada por el original uso del color y a sus múltiples matices gracias a los efectos cambiantes de la luz sobre la vegetación y que, en esta ocasión, ha liberado una variedad de verdes infinita. La contundencia de las formas es también destacable, las masas arbóreas adquieren un volumen poco usual, escultórico, remitiéndonos a la manera de trabajar de los artistas Nabis del simbolismo francés. En estos acrílicos está la huella de Félix Vallotton, amante de la síntesis formal y del decorativismo, pero también está la sofisticación de los estampados de las pinturas de Maurice Denis, que igualmente prioriza la figura femenina en sus escenas. Sin embargo, el tratamiento formal de la figura se concibe de una manera mucho más detallada, los cabellos y los pliegues de las ropas poseen un realismo que contrasta con la manera mucho más libre y personal de concebir el conjunto.

En la reciente Feria de Arte Contemporáneo de Oviedo, el Museo de Bellas Artes de Asturias ha adquirido, a través de la Galería Llamazares, su pintura “Un claro luminoso” obra en la que unas jóvenes, contempladas entre la espesura, danzan ensimismadas como ninfas de los bosques en una total sintonía con la naturaleza. Me recordaron al Camille Corot más simbolista, el pintor francés que nos enseñó a mirar más allá de las apariencias.

Vista de la exposición. .


Perderse en los bosques

Helena Toraño 

Galería Llamazares, calle Instituto, 23, Gijón. Hasta el 10 de diciembre

[ad_2]

Source link