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Mario Gas: “La correspondencia entre Casares y Camus es de un amor escrito a prueba de terremotos”

Un amor explosivo, pleno, expresado en la realidad de una correspondencia torrencial, comprendido en un libro de 1.230 páginas (Albert Camus/ María Casares, Correspondencia 1944-1959, Debate), es ahora una adaptación teatral (Casares-Camus: una historia de amor) dirigida por Mario Gas y representada por Rosa Renom y Jordi Boixaderas.

Es la historia sentimental más, ¿y mejor?, escrita del siglo XX. Explica la pasión que el Nobel de Literatura y la gran actriz de origen español, exiliada en Francia, hija del que fuera presidente de la República Santiago Casares Quiroga, vivieron justo cuando la guerra mundial sonaba a su alrededor como la amenaza que puso en peligro Europa.

Gas ha dirigido esta adaptación de las cartas, que estará, en catalán, en el Teatre Lliure de Barcelona hasta el próximo 21 de enero, y es posible que luego se represente en Madrid y en otras ciudades. De momento, sigue en Barcelona, y aquí está, hablando de aquella relación sentimental tan avasalladora, Mario Gas, el director de la versión teatral de tan impresionante correspondencia entre el Nobel de origen argelino y la actriz más importante que tuvo Francia cuya cuna fue Galicia.

P. Todas las cartas hablan de amor. Es una correspondencia que dura mucho y siempre en alto.

R. No hay una relación amorosa que no sea un milagro. Pero a veces se cuenta como algo cotidiano, ocurre y se va, las personas se quieren y se despiden. Aquí, en esta relación, ocurren varios azares. Hay una lectura de una pieza teatral de Picasso, va María y se encuentra con Albert, ese chico que está leyendo de una manera peculiar las acotaciones de la obra. Luego se van viendo y se gustan. Inician una relación que se acaba cuando él le dice que ha de reunirse con su mujer. Cuatro años después, en 1948, se encuentran casualmente en el Bulevar Saint Germain y de ahí nace la relación que duraría hasta la muerte accidental de Camus. Fue una relación difícil pero muy profunda; en términos de hoy, se diría desigual, o al menos tóxica. Ella tiene otras relaciones, pero está sola, mientras que él no renuncia a una estructura familiar ni a las amantes que frecuenta. Lo que me parece maravilloso de esta historia es la inevitabilidad del encuentro, de la pasión, la inevitabilidad del amor. Una unión a prueba de bombas: se necesitan, se buscan, se desean, pueden pasar por momentos oscuros de reproche, pero están ahí. Tienen una relación por encima de todo. Se escriben hasta tres cartas al día. Un amor inquebrantable y fantástico. Las cosas fantásticas en la vida muchas veces se deben al milagro o al azar.

P. Era un momento de enorme incertidumbre en París, en Europa, y ellos están hablando de amor.

R. Y él está metido en la Resistencia, dirige un diario clandestino, alrededor se está produciendo esa masacre general, y ellos están, además, entregados a la expresión más alta de amor carnal, mental, espiritual. Pero no solamente es una pasión que salta a todas luces, que es brutal y primaria, sino que además tienen un profundo sentimiento de amor el uno al otro. Cada uno es necesario al otro, y en ese mundo de barbarie construyen realmente un lugar de amor.

P. En el libreto que refleja las cartas [preparado por la actriz Rosa Renom] de su adaptación al teatro ustedes subrayan que esa relación comienza justo el 6 de junio de 1944, cuando la guerra alcanza su punto álgido.

R. Cuando ellos hacen por primera vez el amor… El día en que Europa se está deshaciendo, en que se produce ese avance de las tropas aliadas y se está produciendo una masacre absoluta, al término de la cual logran meter un puente de playa para avanzar hacia el continente, estos dos seres están ahí sublimando la historia humana, haciendo el amor.

Tuve oportunidad de hablar con María Casares en la distancia corta. Era fascinante, la voz áspera, una fumadora sin parar, una actriz fuera de serie y una mujer muy potente”

P. Usted mismo nace en Uruguay cuatro años después de que se produzca esa escena… Y aquí está, poniéndolos en pie en los teatros, a los que pertenecen, por otra parte. ¿Qué son para usted ambos personajes?

R. Fíjate que cuando yo estaba a punto de cumplir los trece años escuché en Radio Nacional de España la noticia de la muerte de Camus. Lo recuerdo nítidamente. La carretera recta, tropieza en un árbol, se estrella, muere… No sabía bien quién era, pero en los círculos teatrales de mi familia era un hombre que sonaba, sobre todo por Calígula, su obra teatral, y por su relación con el existencialismo y con Jean Paul Sartre. Lo leí luego, El extranjero, Sísifo, muchas más cosas… Calígula fue mi deslumbramiento; la he montado en teatro, me sigue fascinando, es uno de los textos más lúcidos del siglo XX. Seguí su carrera, su relación con el Partido Comunista, sus polémicas con Sartre, aquella frase suya: “Entre la revolución y mi madre escojo a mi madre”Hay que ser muy valiente para decir eso en ese momento. Así que cuando me llegó la propuesta de Rosa Renom de hacer un montaje con estas cartas acepté enseguida. En cuanto a María Casares, el caso es muy diferente. En mi casa era un mito teatral, una actriz española que llegó a ser más francesa que los franceses, su nombre me llegaba por todas partes. Cuando hacíamos con Nuria Espert Doña Rosita la soltera en París la fuimos a ver en escena, era de una personalidad fortísima. En Barcelona, luego, cenamos juntos, en la Barceloneta. Era una mujer divertidísima, con una mirada penetrante, muy inteligente y muy pasional, tuve oportunidad de hablar con ella en la distancia corta. Era fascinante, la voz áspera, una fumadora sin parar, una actriz fuera de serie y una mujer muy potente.

P. En las cartas no hay solo palabras de amor. Ella habla de su padre, él le habla de su madre…

R. Él venía de Mahón, la tierra de su madre, su padre era francés de Argelia. Ella era hija del que fuera presidente del gobierno de la República española… En nuestra adaptación de las cartas ella le dice que se va a arruinar de darle tanto dinero a los republicanos españoles. Pero es cierto: los dos se interesan mutuamente por los parientes que sobreviven. Y es interesante ver cómo hablan de sus respectivos mundos, el teatro y la literatura. Él le dice, desde Argel, que le resulta más fácil hablar con la gente del teatro que con los intelectuales. Los del teatro son más vivos, espontáneos, ante los intelectuales se tiene que hacer perdonar.

Mario Gas. José Luis Roca


P. No hay en la correspondencia arrogancia alguna

R. Y podría haberlaciertamente, porque son dos grandesPero van a lo suyo, tienen la necesidad del amor, se necesitan. Sólo hablan de ellos, de ese amor común, y eso los engrandece de alguna manera. Estoy seguro de que cuando se encontraban iban directamente a la acción, mientras que las cartas eran las palabras, muchas veces dichas a los niveles más íntimos, por una parte y por la otra.

P. Hay también muchas apelaciones al miedo, no sólo al que produce la guerra.

R. Sino a la posibilidad de que se rompa el amor que viven… Él conserva la relación familiar, y es un hombre enamoradizo. Ella está sola, más comprensible, ella le desea, le echa en falta, encuentra un hueco físico y espiritual cuando él no está, y ella se queja, él pone excusas. Se dice que él estaba menos implicado, y yo estoy en desacuerdo. La correspondencia entre María Casares y Albert Camus es un amor escrito a prueba de terremotos.

Esta relación Casares-Camus se podría considerar una relación tóxica de alguna manera. Pero a la vez como una relación que termina siendo singular, única, se convierte en la de dos personajes que expresan una enorme cantidad de amor”

P. Es posible que quienes digan que él no estaba implicado no han leído las cartas…

R. Es muy posible. Y puede ser que haya gente que ha leído las cartas y siga pensando lo mismo. Esta relación Casares-Camus se podría considerar una relación tóxica de alguna manera. Pero a la vez como una relación que termina siendo singular, única, se convierte en la de dos personajes que expresan una enorme cantidad de amor. Hay mucho amor metido ahí, y además de una manera inalterable.

P. Cuando gana el Nobel [1957] ella le grita, en un telegrama: “¡El premio Nobel! Qué fiesta, joven triunfador, qué fiesta!” El 30 de diciembre de 1959, en la víspera del accidente que le costó la vida, él le escribe a ella preparando el reencuentro: “… Hasta el martes, que volveré a comenzar… Ya no tendré razón para privarme de tu risa, ni de nuestras velas, ni de mi patria”.

R. Hay amor en todas las cartas. Se dice que escribió tres parecidas a mujeres distintas. Pero eso no le quita a estas que recibió María la calidad de amor profundo que tienen todas las que los dos se escribieron.  



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