Málaga despliega este viernes mismo su alfombra roja para celebrar la vigésimo séptima edición de su Festival, la cita que nos convierte en la capital del cine en español durante cerca de 10 días. Éstas son algunas de las claves de la inminente convocatoria.
En la casa del cine español caben todavía más
No sabemos por lo que pasará a la Historia la vigésimo séptima edición del Festival de Málaga pero sí por lo que lleva semanas llamando la atención de todos aquellos que se han acercado con mayor o menor curiosidad a su programación: el certamen, ya de por sí históricamente generoso en contenidos, ha batido su propio récord y ha seleccionado casi 250 títulos (en concreto, 246) para ofrecer la más completa panorámica del audiovisual en español que se factura ahora mismo entre España e Iberoamérica. ¿Un exceso o el resultado lógico, coherente con la creciente ambición del certamen?
El Festival de Málaga suele autodenominarse “la casa del cine español” y asegurar que se trata de un hogar en el que “caben todos”. Si el año pasado, programó 231 películas, todo un récord numérico, esta convocatoria ha rebasado su propia marca. Y eso que el propio responsable del certamen, Juan Antonio Vigar, aseguró hace unos meses que se estaba “trabajando” en “adelganzar la parte no competitiva” de la cita. Al final, ha podido más el deseo de múltiples productoras por hacerse un hueco en un festival que resulta clave para el lanzamiento de sus obras. “Queríamos reducir el número de cintas en ese apartado pero luego la realidad se termina imponiendo: hemos recibido este año muchos más audiovisuales que el año pasado, un 10 por ciento más; en largometrajes susceptibles de entrar en Sección Oficial hemos visto 181 películas españolas para terminar eligiendo 11 a concurso y 15 fuera de competición. Dejar fuera 160 audiovisuales creo que ya supone una criba. En cualquier caso, un festival grande como el de Málaga no tiene por qué ser abarcable para un cinéfilo, éste debe elegir”, defendió el propio Vigar en estas páginas hace unos días. El espectador, como siempre, afortunadamente, sacará sus conclusiones desde la butaca.
Por fin, un certamen de categoría A
Desde hace años, el Festival de Málaga lucha por estar en la selecta lista de los certámenes de categoría A (San Sebastián es la única cita española que figura). Para ello, debía cumplir dos requisitos básicos: ser un festival internacional, que lo es desde que en 2017 se reformulara como certamen de cine en español, acogiendo producciones iberoamericanas, y, segundo, inscribirse en la Federación Internacional de Asociaciones de Productos Cinematográficos. Bien, por fin, hace unos días se anunció que Málaga ha sido incluida en la prestigiosa lista, compuesta por otros 14 citas audiovisuales internacionales de primer nivel, como Cannes, Venecia, Berlinale y Donosti. “Estar en una categoría no te va a convertir en un mejor o peor festival, porque para nosotros lo principal es reivindicarnos cada día, pero en cuantas más listas nos veamos incluidos mejor, especialmente porque algunos [productores, distribuidores] las tienen muy en cuenta”, reflexiona Juan Antonio Vigar. Y es, claro, un sello de calidad, un marchamo que reconoce las líneas estratégicas y el trabajo del Festival de Málaga.
Cifras
En la presentación de contenidos de la inminente vigésimo séptima edición del Festival de Málaga, Juan Antonio Vigar sacó pecho del efecto económico de la cita en la ciudad en que se desarrolla (y que en buena medida la sufraga). La gestión presupuestaria desarrollada por el certamen en este 2023 supuso o un total de gastos directos en la ciudad de 1.995.000 euros. Además, el estudio de medios externo cifró el impacto de medio e imagen de marca de la pasada edición en 107 millones de euros. “En 2014 el análisis entonces arrojó 21 millones. Así que ahora mismo, por cada euro que el Ayuntamiento da al Festival, éste devuelve 107″, sentenció Vigar.
Ayudan, y mucho, la continua incorporación de patrocinadores, que engordaban cada vez más una lista de logotipos ya prácticamente interminable: si el año pasado Radio Televisión Española se sumó al proyecto (recordemos, apoyado por la privada Antena 3 desde hace décadas) creando una alianza insólita entre cadenas, esta convocatoria aparece la compañía energética Repsol como partner multienergía.
La Sección Oficial
Y vamos con las películas, que es a lo que hemos venido, ¿no? El Festival de Málaga ha reorganizado su Sección Oficial, diviéndola en dos apartados y simplificando la organización de los estrenos (antes bajo los paraguas de otras secciones ahora desaparecidas). El certamen ha escogido en total 37 obras, 19 a concurso y 18 fuera de competición, que componen una gran sección que busca ofrecer la acostumbrada variedad de miradas, narrativas y formatos para tratar de abarcar el momento actual de producción en España e Iberoamérica. Entre los títulos más apetecibles, a concurso, la cinta inaugural, por primera vez una de animación (Dragonkeeper, de Salvador Simó) y los nuevos trabajos de Isaki Lacuesta (Segundo premio, sobre la tumultuosa génesis del icónico tercer álbum de Los Planetas, Una semana en el motor de un autobús), Andrea Jaurrieta (Nina), Celia Rico (Los pequeños amores), David Trueba (El hombre bueno), Antonio Chavarrías (La abadesa) y Álex Montoya (La casa), entre otras. Fuera de la competición, resuenan, por ejemplo, los nombres de Benito Zambrano (El salto) y Kike Maíllo (Disco, Ibiza, Locomía). Sin olvidarnos de realizadores latinoamericanos de interés (este año es abundante la cosecha argentina) como Sebastián Borensztein (Descansar en paz) y Ariel Rotter (Un pájaro azul), entre otros.
Vida en paralelo
Pero es que hay muchas otras citas cinematográficas de interés en la agenda del Festival de Málaga. Por ejemplo, se estrenará entre nosotros Marisol, llámame Pepa, un documental que busca arrojar más luz sobre ese misterio bautizado Pepa Flores; también se estrenarán en el apartado de no ficción piezas sobre los 20 años de carrera de Chambao, el legado del recordado entrenador de baloncesto y consejero de la Junta de Andalucía Javier Imbroda y una singular mirada al cine de Manuel Summers. Sin olvidarnos tampoco de que entre nosotros debutará como directora (de un cortometraje) la actriz Sara Sálamo o que vendrá el popular gamer Brianeitor, para presentar un documental sobre su singular vida, ni de que el festival empezará desde este año a recuperar a los artífices de ese cine underground andaluz, hecho con más alegría que dinero, empezando por Pedro Temboury y su Kárate a muerte en Torremolinos; ni tampoco de que aquí se verán avances de algunas de las series que quieren marcar las parrillas de los próximos meses, como Eva y Nicole, Nos vemos en otra vida y Operación barrio inglés.
Homenajes
Además de las películas y sus equipos, el certamen contará con otros nombres propios, personales e intransferibles en su vigésimo séptima edición: el Premio Málaga será para el actor Javier Cámara; el Premio Ricardo Franco lo recibirá la directora de arte Ana Alvargonzález; el Premio Málaga Talent-La Opinión de Málaga, para Pilar Palomero; el Premio Retrospectiva irá para el director argentino Marcelo Piñeyro y la Biznaga Ciudad de Paraíso, para los imprescindibles del cine español, será para Lola Herrera. El Festival de Málaga también rendirá tributo a los directores Ventura Pons y Patricia Ferreira y a la actriz Itziar Castro, los tres recientemente fallecidos.
La presencia femenina y una polémica antes de la inauguración del certamen
El Festival de Málaga tiene en el su compromiso con el cine hecho por mujeres una de sus señas de identidad. En esta edición, un 37,6 por ciento de las películas seleccionadas son firmadas por directoras, prácticamente el mismo porcentaje respecto al total de títulos inscritos.
De la protección de los derechos de la mujer viene una polémica en la convocatoria de este año, incluso antes de que haya comenzado: el Festival ha retirado de su sección ZonaZine la película El día es largo y oscuro, del director estadounidense Julio Hernández Cordón, tras haber recibido varias denuncias relativas a “hechos de violencia de género” y para “evitar situaciones que puedan atentar contra la vulnerabilidad de las personas afectadas”. Para algunos, una medida acertadísima, acorde a los nuevos tiempos; para otros, desproporcionada. El debate está servido.