Carlo Ancelotti sigue descubriendo héroes inesperados en este Real Madrid que luce la profundidad de su plantilla en cada partido con el protagonismo de futbolistas que no estaban llamados a ello. Lunin y Brahim son dos de esos jugadores que se han hecho un hueco en el once y en Leipzig le dieron al Madrid un triunfo (0-1) que no mereció, a juzgar por los méritos que desplegaron sobre el césped. Pero el gol del malagueño y la decena de paradas del ucraniano encauzan esta eliminatoria de octavos de esta Champions a la que el Madrid dará la puntilla en el Bernabéu.
Gol ‘amablemente’ anulado al Leipzig
Siendo Alemania un lugar amable para el Real Madrid, Leipzig es un territorio hostil en el que cosechó dos derrotas en sus visitas (en 1931 y 2022). Ambas con idéntico marcador (2-3). Los primeros minutos no auguraban buenas noticias. Al cuarto de hora en el Red Bull Arena los mejores del Madrid eran Lunin y el colegiado, el bosnio Irfan Peljto, que anuló ‘amablemente’ un gol de Sesko, quien cabeceó en el segundo palo un disparo mordido de Schlager. El colegiado señaló fuera de juego posicional de Henrichs, que estorbó, en una generosa interpretación, al portero madridista. Pese a que no había pasado un minuto y ya tenía el susto metido en el cuerpo, los de Ancelotti siguieron ganduleando, lo que permitió al Leipzig rematar hasta tres veces. Pero Lunin mostró su solvencia y frialdad.
Los de Rose confirmaban su naturaleza vertical con las llegadas por fuera de Simons y Olmo, más las diagonales de Schlager y Openda y el dinamismo de Sesko. Demasiado trabajo para un Madrid perezoso en el que Carvajal regresó al carril, donde lo pasó mal con Simons, y Tchouameni le hizo la vida más fácil a Nacho en el eje de la zaga. Y arriba Brahim no rentabilizó su titularidad jugando de Bellingham junto a los brasileños en el 4-3-3 por el que apostó Carletto. Ni siquiera el energético Camavinga encontraba el ritmo en los blancos, que se aferraban en ataque a Vinicius, muy solo, y jugaban andando, contagiados por la parsimonia de Kroos. La mejor noticia al descanso era que el Madrid no perdía gracias al protagonismo de Lunin y la complicidad de Peljto.
Gol ‘messianesco’ de Brahim
Decidió Ancelotti no mover piezas en el descanso, esperando que se reconectaran los suyos al partido. El duelo pasaba por ver quién marcaba el primer gol. Si lo hacía el Madrid en una contra, el Leipzig se diluiría como un azucarillo. Si lo marcaban los alemanes, el Real Madrid se complicaría la vida. Pero algo sabe Carletto que no saben los demás. Porque mientras el partido y todo el madridismo pedía a gritos la salida al campo de Joselu por un Brahim inédito, el malagueño recibió una pelota, se sacó dos rivales de encima y se inventó un gol digno de Messi. Una obra de arte que desfondó en el minuto 48 la frágil moral de un Leipzig que aún así siguió empujando. Pudo empatar Dani Olmo, pero Lunin abortó ese remate y el posterior de Sesko.
El gol asentó al Madrid, mejor plantado en el campo, ante un Red Bull al que las urgencias le hicieron irse arriba y destaparse atrás donde Vinicius y Rodrygo salivaban con cada contra. Brahim, que había anotado su octavo gol esta temporada, asumía los galones de Bellingham en la tarea de relanzar a sus compañeros tratando de dar la puntilla a un rival que había perdido la fe. Buscaban los blancos otro gol para salir de Alemania con la eliminatoria sentenciada en un partido en el que lo pasaron mal durante 48 minutos, los que tardó en abrir el marcador. Lástima que el malagueño se retirase lesionado con un problema muscular.
Y si Brahim allanó el camino, Lunin lo asfaltó. El portero ucraniano sigue creciendo y ganando protagonismo, especialmente con su defensa asolada por una plaga de lesiones, a lo que suma las dudas de jugadores como Nacho, que ha perdido su solvencia habitual. Tampoco estuvieron bien Carvajal y en Mendy en los carriles, sufriendo por razones diferentes. El primero con tanta ida y vuelta, el segundo por su anarquía táctica. Ante este panorama emergió el mejor Lunin de la temporada. Con salidas al borde del área, infranqueable en el juego aéreo, expeditivo bajo palos y achicando portería cuando el juego lo exigía. Leyó bien cada jugada y terminó desquiciando a los alemanes, especialmente a Sesko y Olmo, que se encontraron ante él en varias ocasiones. Hasta diez paradas completó el ucraniano para sellar su portería en su mejor actuación como madridista.