La relación entre Luis Enrique y Mbappé, dibujada en un gráfico del mercado bursátil, tendría los picos y las valles trazados por un pulso nervioso sobrecargado de cafeína. Un día parece que el asturiano gestiona el carácter caprichoso del delantero francés con la mano paternal del que ya ha tratado con ídolos en el pedestal. Otro, como este domingo, da la sensación de que el idilio es frágil como una gota de lluvia. Es una canción que no para de sonar esta temporada. Mbappé no lo juega todo con Luis Enrique y eso, con estrellas de su calibre, suele ser pólvora que detona haciendo mucho ruido.
En el clásico francés, el PSG iba ganando apuradamente al Marsella (0-1) cuando el técnico español, con más de 25 minutos por jugar y un hombre menos por expulsión del defensa Beraldo, se atrevió a ordenar una sustitución osada. En realidad, realizó tres de golpe. Quitó a Fabián Ruiz, a Ousmane Dembelé y a Kylian Mbappé. Las cámaras, traviesas ellas, se fijaron en Mbappé, que puso caras. No disimuló su disgusto. Se abría un nuevo capítulo de un lío repetido.
Cuando acabó el partido, le preguntaron a Luis Enrique por la reacción de la estrella francesa y él, exasperado, respondió a su manera, que no es otra que apelando a sus galones de entrenador. Ciertamente, no le gustó que le sacaran el tema: “¿Dijiste que entendías mi decisión? Bueno, si no fuera el caso, me da igual”, dijo descargando una risa muy suya. “Es la misma música cada semana… Es muy cansado. Soy el entrenador, tomo las decisiones cada día y haré lo mismo cada semana hasta mi último día en París. Siempre intento encontrar la mejor solución para mi equipo”.
Foto con mensaje
Mbappé no abrió la boca tras el encuentro, pero colgó una foto en Instagram que permite redactar mucha literatura sobre las diferencias entre entrenador y estrella. Se le ve de espaldas bajo la lluvia del Velodrome de Marsella y el brazalete en la mano, fuera del brazo ya, en el momento de ser sustituido. Si pretendía ser una metáfora de su enfado, parece bastante conseguida.
Los hechos dieron la razón deportiva a Luis Enrique. Gonçalo Ramos, el sustituto de Mbappé, selló el triunfo con el segundo tanto (0-2). El francés recibió, además, una nota pobre de L’Equipe, el diario deportivo de referencia en Francia, un 3, la más baja de todo el PSG, que va camino de lograr el décimo título de Liga de los últimos 12 años. Tanto él como Dembélé se largaron al vestuario tras el cambio. No se quedaron en el banquillo.
L’Equipe ha acusado a Mbappé de encadenar el tercer partido de alto nivel (incluyendo los dos con Francia) en los que se le ve desconectado y falto de ritmo. Inquietante para los intereses parisinos de cara a la ida de la Champions ante el Barça, dentro de 10 días.
De los últimos siete partidos de liga con el PSG, Mbappé sólo ha jugado los 90 minutos en uno de ellos. Fue ante el Montpellier y marcó un hat-trick. Luis Enrique ha ido reduciendo el protagonismo a su estrella desde que trascendiera su salida a final de temporada, al Madrid presumiblemente, y las sustituciones o las suplencias se han vuelto habituales. En la Champions es otra cosa: ahí lo ha jugado todo. No conviene hacerse esperanzas desde Barcelona.
Curiosamente, antes del nuevo lío, en la previa del partido ante el Marsella, Luis Enrique jugó al despiste.”¿Por qué sería el último (clásico francés)? Todavía espero que Kylian cambie de opinión. No ha dicho nada aún. Puede cambiar de opinión. Imaginemos que ganamos los cuatro títulos esta temporada y Kylian decide en el último momento que su lugar está en París. ¿Por qué no? Ya veremos”, dijo este sábado.
Todo un contraste cuando hace unas semanas dio por hecha su marcha. “Sólo puedo desearle a Kylian todo lo mejor para el futuro. Es un jugador increíble y una persona todavía mejor. Le deseo lo mejor de lo mejor”. De hecho, la relación entre ambas parece construida sobre los sobresaltos, como las gráficas de una empresa volátil en el mercado bursátil.