La España que discurre entre finales de 1504 y comienzos de 1516 es el tiempo histórico en que José Calvo Poyato se desarrolla la novela “El Rey Regente”. Un tiempo, recuerda el autor, “apasionante de nuestro pasado en el que continuó cimentándose el que unas décadas después sería el más grande imperio de la Historia”.
En esos años que van entre la muerte de Isabel la Católica y la de su esposo Fernando, “numerosos personajes de nuestro pasado marcaron la impronta; desde el cardenal Cisneros, arzobispo de Toledo y fundador de la universidad de Alcalá de Henares, hasta la reina Juana, conocida como la Loca y con ella, su marido Felipe de Habsburgo –quien murió, según dicen, por beber agua fría, después de jugar a la pelota–, el gramático Nebrija, el pintor Juan de Borgoña, la segunda esposa de Fernando el Católico, Germana de Foix o Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. Serán personajes de El Rey Regente por cuyas páginas el lector se acercará a las dos regencias de Fernando, a la de Cisneros, al encuentro de Villafáfila y la marcha de Fernando a Aragón. También a las campañas en el norte de África para controlar los enclaves desde los que los berberiscos atacaban las poblaciones ribereñas del Mediterráneo. Fue el tiempo de la anexión de Navarra a la Corona de Castilla, de la lucha contra los franceses en Italia o de exploraciones al otro lado del Atlántico –Núñez de Balboa descubrirá el mar del Sur, luego bautizado como océano Pacífico– o la aprobación de las leyes de Indias, llamadas de Burgos”.
Junto a los personajes históricos “aparecen otros de ficción como Rodrigo de la Cuesta, Antón Guarnizo o Ginesa que ponen al lector en contacto con la vida cotidiana de entonces: caminos, mesones, posadas, la forma de viajar, la indumentaria, la comida o las relaciones personales con sus dificultades, sus anhelos y sus pasiones”.
A ello se añade “una trama relacionada con uno de nuestros enigmas históricos. La existencia de un posible testamento de Enrique IV, al que llamaron el Impotente. ¿Otorgó testamento el rey antes de morir? Si fue así, ¿a quien designaba heredera de Castilla? ¿A su cuestionada hija Juana, a la que apocaban con el infamante nombre de la Beltraneja? ¿A su hermana Isabel? Enrique IV reconoció a Isabel como su legítima heredera en el acuerdo de Guisando, considerando a Juana una bastarda. Pero después, en la declaración de Valdelozoya, proclamó como heredera a Juana, afirmando que era su legítima hija. ¿Cuándo decía la verdad?”
La existencia de ese testamento, recuerda Calvo, “está recogida por cronistas como Galíndez de Carvajal, otros niegan su existencia. ¿Hubo testamento? A Isabel la Católica preocupó su existencia y en sus últimos años de vida fue una obsesión encontrarlo. Dejo encomendada su búsqueda a su marido y éste encargó esa misión a Cisneros. Esa trama acompaña a los hechos históricos con Rodrigo de la Cuesta como actor principal”.
El rey regente
José Calvo Poyato
HarperCollins, 608 páginas 24,90 euros
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