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Los baños de Zújar, un oasis de bienestar y tranquilidad en Granada

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Antes que nada, la definición: las aguas termales son las que emanan a la superficie con una temperatura al menos cinco grados más alta que la temperatura media anual del lugar donde se encuentran. Esto es así porque han sido calentadas por formaciones geológicas subterráneas que están a mayor temperatura que la ambiental.

Se conocen desde tiempos inmemoriales, o casi. Plinio el Viejo, en la época romana, habló de la calidad de las aguas termales de algunos puntos de la provincia de Granada y tienen fama reconocida las de Alicún de Ortega o Alhama de Granada, esta última tan aferrada a la tradición árabe que incluso le dan nombre al pueblo. Alhama procede de hammam o baño árabe.

Más de dos mil años de antigüedad parecen tener los baños de Zújar, un municipio de la comarca de Baza, en una zona donde hay varios ríos que confluyen en el embalse del Negratín, el de mayor capacidad de Granada. Es junto a ese embalse donde se encuentran las pozas de aguas termales. Su construcción, por cierto, sepultó bajo las aguas un antiguo balneario.

Pero eso no ha alterado las cosas porque ahora hay otro. En las piscinas se pueden tomar baños de agua de manantial a una temperatura de 26 grados y, además de que eso puede ser muy reconfortante en invierno, sus efectos positivos sobre la salud están más que demostrados.

Buenas para casi todo

Existe también una poza con aguas sulfatadas de mineralización fuerte que emanan a la superficie todavía más calientes, a unos 40 grados. Unas y otras ayudan a personas con reúma, enfermedades cardiovasculares o afecciones en pulmones o bronquios, entre otras cosas.

Asimismo, son un aliado en la lucha contra el estrés, eliminan toxinas, matan virus y gérmenes, estimulan las secreciones de hígado y estómago y mejoran la circulación. O sea, que todo son ventajas en estas aguas declaradas oficialmente mineromedicinales desde 1928.

La existencia de estos baños ha venido sirviendo casi desde entonces para insuflar vida a ese territorio. Poco a poco se ha ido creando una pequeña infraestructura de alojamientos, fundamentalmente en casas rurales, y los clientes aprovechan el viaje no sólo para darse los baños, sino para conocer el entorno.

Es un lugar muy apropiado para ir en verano. El embalse del Negratín tiene desde hace un par de décadas una zona adaptada para el baño y también existe la posibilidad de montar en barco o hacer piragüismo en un agua extraordinariamente calmada y de color turquesa.

Allí, quien tenga el privilegio de estar absolutamente solo -algo más probable en primavera y otoño- puede experimentar la sensación de que es el único habitante del mundo. Porque sólo estará acompañado por el silencio más absoluto. Un auténtico placer.

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