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Libertad con bultos


Todo empieza cuando ella, todavía no tiene nombre, decide plantarse: “Un día les dije Estoy harta me voy”. Ella es una empleada doméstica (interna) y ha decidido que trabajar no tiene sentido, que sólo conduce a pasar el día encerrada entre cuatro aborrecidas paredes y a guardar el dinero en una caja. “Quiero ser una persona libre, pasear, mirar”, explica a sus desconcertados “señores”. Y añade: “La libertad es sentarse en un banco y escuchar el canto de los pájaros”. Las advertencias sobre la necesidad de ganar dinero para tener techo y comida no la van a arredrar: “No hace falta dinero, los bancos son gratis y los pájaros cantan sin cobrar”. Su decisión está tomada.



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