El cine francés ha tenido históricamente muchas actrices que capitalizan una tendencia, un movimiento o una época. De Anna Karina a Isabelle Huppert, de Michèle Morgan a Juliette Binoche, de Jeanne Moreau a Jeanne Balibar, de Brigitte Bardot a Marion Cotillard, de Catherine Deneuve a Sophie Marceau. La última década del cine francés le pertenece por derecho propio a Léa Seydoux, que este miércoles strena ‘The beast (La bestia)’, un filme de género fantástico realizado por Bertrand Bonello en el que es protagonista absoluta, y aún tiene en cartel ‘Dune: Parte 2’, en la que aparece en el breve cometido de Lady Margot Fenring, componente de la orden matriarcal de las Bene Gesserit.
Nacida hace 38 años, Seydoux es nieta del millonario alsaciano Jérôme Seydoux, quien fundó en 1986 con Silvio Berlusconi la cadena televisiva La Cinq y en 1991 compró la histórica productora Pathé. El hermano de Jérôme ha sido durante décadas el presidente de Gaumont, así que buena parte de la industria cinematográfica francesa pertenece a los dominios de los Seydoux.
No es de extrañar que a Léa le diera por el cine y debutara a los 20 años como actriz. De belleza muy particular, alejada de los clichés en boga en cuanto a la fotogenia cinematográfica francesa, tan fría como dulce, siempre con un punto de melancolía, Seydoux encauzó de forma muy rápida su trayectoria y podrían contarse con los dedos de una mano aquellos autores franceses de cierta relevancia con los que no ha trabajado. Tanto directoras como directores. En poco tiempo se convertió en una de las presencias más solicitadas, excelente actriz que, además, da sus réditos en la taquilla.
Primero fue Catherine Breillat quien le dio un papel secundario en ‘Una vieja amante’ (2007), protagonizada por Asia Argento. Al año siguiente entraría en contacto con uno de sus realizadores habituales, Bertrand Bonello, que la ha dirigido en ‘De la guerre’ (2008), ‘Saint Laurent’ (2014) y ‘The beast (La bestia)’, brindándole en esta última una de sus composiciones más atractivas, la de una joven que desde un tiempo futuro recuerda vidas y experiencias pasadas en dos épocas pretéritas.
Seguirían Christophe Honoré, que en ‘La belle personne’ (2008) le tiñó el pelo de negro y la colocó en el centro de una serie de pulsiones sexuales y culturales en un instituto. Jessica Hausner la dirigió en ‘Lourdes’ (2009), y Rebecca Zlotowski en ‘Belle épine’ (2010), en el papel de una adolescente que vive solo la noche, las fiestas, la música y las drogas. Woody Allen pasó por París para rodar ‘Midnight in Paris’ (2011) y le dio un pequeño papel.
Nada comparado con la resonancia que ella y Adèle Exarchopoulos alcanzarían en 2013 con ‘La vida de Adèle’, notable película sobre la relación entre dos mujeres jóvenes en la que Seydoux luce el cabello azul que da título al cómic en el que se basa el filme, ‘El azul es un color cálido’. Notables ambas en los pasajes de incerteza y en las escenas de íntima sexualidad, se convirtieron en el centro de la polémica cuando cuestionaron los métodos empleados por el director del filme, Abdellatif Kechiche.
Desde ese momento, Seydoux ha alternado con criterio sus trabajos en el cine de autor con producciones de mayor envergadura y películas estadounidenses. Ya había aparecido antes en el ‘Robin Hood’ (2010) de Ridley Scott y en ‘Misión: Imposible. Protocolo fantasma’ (2011), en la que demostró dotes para ser una asesina gélida y enigmática, al gusto de la serie de Tom Cruise. Y había tenido un papel en ‘Malditos bastardos’ (2009) de Tarantino, como la hija del granjero francés en la secuencia de apertura.
Después llegaría su irrupción en la saga de James Bond protagonizada por Daniel Craig, fundamental en su composición de Madeleine en ‘Spectre’ (2015) y ‘Sin tiempo para morir’ (2021) para entender el giro radical que daría la serie del agente 007. Y de postre, un papel en la otra gran franquicia del momento, el ‘Dune’ de Denis Villeneuve.
Con Wes Anderson, un autor independiente que cada vez parece más europeo que estadounidense, también congeniaría bien: en ‘El gran hotel Budapest’ (2014) y ‘La crónica francesa’ (2021) forma parte sin problemas de los rutilantes repartos internacionales que Anderson tiene a su disposición.
Pero aunque las cosas le van bien al otro lado del Atlántico, Seydoux se ha mostrado bastante crítica con el cine de Hollywood y el papel de las mujeres en él. No era así hace un par de años, cuando declaraba que “en el cine de Estados Unidos la gente tiene más imaginación y me han ofrecido papeles muy distintos a los que suelo hacer”, pero las últimas experiencias no le habrán parecido tan positivas: “Pierdes la libertad cuando aparece la presión por el dinero”.
En Europa la siguen reclamando. Benôit Jacquot –hoy en la encrucijada tras la denuncia por violación efectuada por la actriz Judith Godrèche– la convirtió en la lectora de María Antonieta en ‘Adiós a la reina’ (2012) y en la protagonista de una nueva versión de ‘Diario de una camarera’ (2015). Ha rodado con Yorgos Lanthimos –‘Langosta’ (2015)–, Xavier Dolan –‘Solo el fin del mundo’ (2016)–, Arnaud Desplechin –‘Fantasías de un escritor’ (2021)–, Bruno Dumont –‘France’ (2021)– y Mia Hansen Love –‘Una bonita mañana’ (2022)–, asumiendo papeles opuestos, divergentes, ideales para ahuyentar cualquier tipo de encasillamiento.
No ha tenido reparos en adentrarse por los dominios de la Nueva Carne de David Cronenberg en ‘Crímenes del futuro’ (2022), y hasta fue la Bella, y Vincent Cassel la Bestia, en otra lectura de este cuento clásico, ‘La bella y la bestia’ (2014). La actriz total.
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