Arena blanca, sol caribeño, paisajes idílicos con miles de cocoteros… Además de todo eso, la bahía de Samaná es un refugio de las ballenas jorobadas para criar y reproducirse
Avistamiento de ballenas jorobadas. Si hay un lugar en el mundo donde resulta muy fácil ver de cerca ballenas en libertad, ese es la bahía de Samaná en el nordeste de la República Dominicana. Todos los años, de enero a abril, se pueden ver cientos de ballenas jorobadas en este antiguo escondite caribeño de piratas después de abandonar el Atlántico norte recorriendo entre 3.000 y 7.000 kilómetros para alcanzar las cálidas aguas tropicales de Samaná con un objetivo: ocupar sus áreas de cría y reproducción. El viaje, que dura alrededor de un mes, se inicia en el golfo de Maine, Estados Unidos, y en ocasiones desde las aguas de Islandia para concluir en los bancos de la Plata y de Navidad dentro del Santuario Nacional de Mamíferos Marinos de Samaná. En estas aguas pocos profundas las mamás ballenas dan sus primeras clases a los ballenatos que nacen con cuatro metros de longitud y podrán llegar a 15 metros en su etapa adulta con un peso entre 30 y 40 toneladas. Previamente las ballenas habrán pasado casi doce meses de gestación y comenzarán a repartir en estas aguas su leche materna, unos 190 litros diarios, que pasa a las bocas de sus crías con la fuerza de un proyectil. Las ‘pequeñas’ engordan 45 kilos diarios, aunque ya en el momento del alumbramiento pesan casi una tonelada, lo que no impide que el ballenato comience a nadar rápidamente ayudado por su madre que le eleva hacia la superficie para respirar. Desde 1984, este espectáculo de la naturaleza puede ser presenciado desde los barcos que operan en Santa Bárbara de Samaná, acercándose a los animales a una distancia de treinta metros y divisando los prodigiosos saltos, volteretas y coletazos de los machos que quieren impresionar a las hembras.
Relax en Playa Bacardí. Tras la emociones con los cetáceos, nada como relajarse en un buen hotel de la zona como el Cayo Levantado Resort en la Playa Bacardí, una de las más hermosas del mundo. En este hotel exclusivo de la isla semiprivada más famosa del país, renovado lujosamente en junio de 2023, se puede disfrutar de una experiencia de wellness única que combina actividades de nutrición natural con otras de exploración y transformación de mente, cuerpo y espíritu en la que destaca el trabajo de una profesora y terapeuta de Huelva, Carmen Sanz, quien propone a los huéspedes una sesión exclusiva de limpieza energética, meditación, yoga o reiki . El hotel dispone de una playa privada, de otra pública y de dos sistemas sostenibles únicos en Dominicana: una ingeniosa máquina atmosférica que produce agua obteniéndola de la humedad del aire y un biodigestor que genera bioenergía de los residuos orgánicos de la isla.
Buggies en Playa Rincón y Las Galeras. En estos vehículos, adquiridos en Estados Unidos, se puede optar por varios itinerarios que combinan trayectos por carretera, pista de tierra y playa. El más popular es el que se dirige a Playa Rincón, con sus tres kilómetros de arena blanca, sus aguas azul turquesas y un riachuelo, el llamado Río Frío en su extremo occidental, que brinda un chapuzón en agua dulce. A continuación se degusta una comida en el Monte Azul, y la excursión concluye en Las Galeras, el área donde Cristóbal Colón recibió el primer ataque con flechas de los indios ciguayos y donde más tarde se levantó el primer asentamiento español en la isla: Gran Carenero. En esta zona, también conocida por su cementerio indígena y porque aquí aparecieron los restos del habitante más antiguo de La Española (5.200 años), se reparaban los barcos de la Corona que vigilaban la isla entre Cabo Cabrón y Cabo Samaná. Aquí no encontrarás hoy ni grandes edificios ni proyectos arquitectónicos deslumbrantes, solo unas magníficas playas de arena blanca como El Aserramiento o la del pueblo de Las Galeras, a 28 km de Santa Bárbara.
Cuevas y cayos en Los Haitises. Otra visita clásica es al Parque Nacional de los Haitises (‘Tierra de Montaña’) en la provincia de Monte Plata y Samaná. Este territorio forma parte de un gran sistema kárstico formado hace unos cincuenta millones de años y está compuesto por un rico mosaico de estuarios, ensenadas, bahías, manglares y sus populares mogotes y cayos, más de cincuenta, que emergen de las aguas a una altura de cuarenta metros, poblados por pelícanos, fragatas y garzas. Durante la visita se descubren algunas cuevas, como la de la Línea o la de la Arena, que ocultan numerosas pictografías y petroglifos. Las galerías de arte rupestre están repletas de dibujos realizados con tintes extraídos de la corteza del mangle, carbón vegetal, grasa de manatí y excrementos de murciélagos.
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Cómo llegar. Soltour (www.soltour.com) organiza en exclusiva durante todo el año viajes desde Madrid a Samaná a través de Santo Domingo, para España y vuelo directo a Samaná desde Portugal con avión, alojamiento todo incluido y traslados.
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Dormir. Bahía Príncipe Grand Samaná, Bahía Príncipe Grand El Portillo y Viva Wyndham V Samaná.
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Más información. es.godominicanrepublic.com.
Los puentes Santa Bárbara. En Santa Bárbara de Samaná, la capital de la península, se puede advertir también la diversidad cultural de Samaná en sus gentes, heredada de indígenas, españoles y esclavos. Este año se cumple el bicentenario de la llegada de trescientos esclavos afroamericanos libertos procedentes de Filadelfia que desembarcaron en la isla, establecieron la Iglesia Africana Metodista Episcopal y formaron un nuevo núcleo étnico con apellidos ingleses. Esos apellidos persisten hoy como los nombres de origen español en una población tranquila a la que le gusta la música, el ron, los panes de la abuela, la lotería -con más de nueve sorteos diarios- y las puestas de sol en el Puente Napoleón, solo para peatones, que cruzan los dos cayos de su bahía, Linares y Vigía.
Cenotes y lagunas en San Juan. Por el Bulevar Turístico del Atlántico, después de dejar Santa Bárbara y Cosón, cruzamos la provincia de María Trinidad Sánchez. Fue en estas tierras sembradas hoy con arroz donde más de 12.000 inmigrantes españoles llegaron en 1955 y 1956 después de un acuerdo comercial entre Franco y Trujillo. Hoy una estatua que casi pasa inadvertida recuerda ese episodio, pero la mayoría de los visitantes pasan por este punto para recorrer Río San Juan, el destino final, y asombrarse con sus lagunas, Gri-Gri y Dudú, esta última con un cenote atravesado por una tirolina a 40 m de altura, y sus playas salvajes, como Calentón, Playa Grande o Playa Preciosa. Este atractivo rincón dominicano, a una hora y media en coche de Samaná, ya lo conocen celebridades como Jennifer Lopez o Michael Jordan, residentes ocasionales en Amanera, una lujosa zona residencial cercana.