Joan Laporta fulminó a Xavi para abrir de forma automática la puerta a Hansi Flick en otro traumático y doloroso relevo en el banquillo del Barça que se lleva por delante a otra leyenda azulgrana, como ya sucedió con Ronald Koeman. Tan cansado estaba el presidente del entrenador que no esperó ni tan siquiera a que acabara la Liga, guiado por ese descontrolado impulso emocional con el que gobierna el club en su segundo mandato.
No le importó destrozar la “estabilidad” de la entidad, argumento que usó hace justamente un mes para defender la continuidad de Xavi, alterando incluso a la final de la Champions que disputará el Barça femenino esta tarde en San Mamés contra el Olympique de Lyón en Bilbao.
Lo fulminó el presidente de manera inesperada, harto como estaba de él, no solo por lo que decía en la sala de prensa sino por entender que había infravalorado el valor real de la plantilla, enfrentados como estaban también en algunas decisiones estratégicas para reforzar al equipo, que ha cerrado la temporada en blanco. Ni Liga, ni Copa, ni Supercopa, ni Champions.
Mañana volcánica
Todo sucedió de forma inesperada en una volcánica mañana en la ciudad deportiva de Sant Joan Despí, donde se precipitaron los acontecimientos que terminaron con el despido de Xavi, a quien se le verá mañana en el banquillo del Sánchez Pizjuán con las maletas hechas para regresar a su casa. A Flick, en cambio, se le aguarda este lunes en Barcelona avalado por la reunión que mantuvo en Londres con Deco, director deportivo del Barça, y Bojan Krkic, miembro de la comisión deportiva.
Pero no existe con el exseleccionador alemán mayor aval que Pini Zahavi, el agente de Lewandowski, persona de máxima confianza de Laporta, en quien delegó sus asuntos el pasado mes de febrero. En abril, Flick ya se veía trabajando en Barcelona, pero el ‘pacto del sushi’, formalizado en el ático del presidente, le mantuvo esperando en casa debido a un inesperado giro de guion.
Un mes más tarde, solo falta oficializar su llegada como nuevo entrenador azulgrana. Flick firmará por dos temporadas y vendrá acompañado, según informaba el periodista alemán Florian Plettenberg, de Sky Sport, un par de ayudantes que trabajaron en su día con él: Toni Tapalovic, entrenador de porteros del Bayern (2011-2023) y Marcus Song, miembro del cuerpo técnico de Alemania con Löw y Flick (2016-2023).
Faltaría, sin embargo, una tercer pieza, alguien que conozca bien el Barça y su entorno. Pieza que sería colocada por el propio club y procedente de su estructura para no dejar a Flick sin una red de seguridad en su primera experiencia lejos de Alemania.
Tercer técnico de Laporta en 3 años y 2 meses
Xavi, entretanto, siguió la senda de Koeman, maltratados ambos por la errática gestión de Laporta, que ha perdido la coherencia técnica que mantuvo en su primer mandato dominado por la firmeza y la continuidad. Entonces, y en siete años (2003-10), solo tuvo dos entrenadores: Frank Rijkaard le duró cinco años y Pep Guardiola dos porque el presidente debió irse, según determinaban los estatutos. Ahora, con Flick, llevará tres técnicos en tres años y dos meses, signo de la profunda inestabilidad que ahoga al club.
Y eso se visualizó en la mañana de ayer en los despachos de Sant Joan Despí. Harto del ‘ninguneo’ presidencial que había vivido en los 10 últimos días, Xavi cogió su teléfono móvil y envió un mensaje a Laporta pidiéndole explicaciones por todo lo que estaba leyendo y escuchando.
Que estaba destituido, sin que nadie se lo hubiera dicho oficialmente. Pero sabía Xavi que Flick ya estaba más que fichado –el dirigente llamó al alemán en la tarde del jueves, tras entrevistarse personalmente con Deco, a la vuelta de Londres- y que sería presentado este lunes. Todo, además, sin que nadie hubiera citado al técnico del Terrassa a esa reunión agendada inicialmente para la semana que viene.
Sin Masip y sin Echevarría
De ahí que Xavi, antes de empezar el penúltimo entrenamiento al duelo con el Sevilla, tomara la iniciativa. Hasta ahora, todos sus intentos de hablar con Laporta habían sido en vano. Ayer, no. Le envió el mensaje y el dirigente no le respondió por móvil sino que acudió directamente a la ciudad deportiva y para despedirlo de forma drástica.
Allí estaba ya Deco en su despacho. También Rafa Yuste, el vicepresidente deportivo, acudió a Sant Joan Despí. Se improvisó entonces una reunión de la comisión deportiva para comunicarle al entrenador oficialmente lo que ya sabía. Fue, según algunas fuentes, una reunión breve, correcta, pero, en determinados momentos, tensa.
A un lado de la mesa estaban Laporta, Yuste, quien más ha defendido al entrenador, y Deco. En el otro, Xavi, que fue arropado por su ‘staff’: Òscar Hernández, su segundo entrenador y hermano, y Sergio Alegre, el tercero. No estaban, sin embargo, Enric Masip y Alejandro Echevarría porque no lo quiso el técnico de Terrassa, según reveló Catalunya Rádio, decepcionado como estaba, con ambos.
Falta de confianza en la plantilla
Con Masip, una de las personas más cercanas al presidente, nunca tuvo buena relación. Y con el excuñado del presidente, el excelente ‘feeling’ inicial desapareció en los últimos días, pese a que fue fundamental en abril para sostenerle. Echevarría fue personaje clave para entender su fichaje por el Barça (noviembre 2021) e igualmente clave para explicar ahora también su destitución.
Todo lo que tenían Laporta y Xavi que decirse ya lo sabían de antemano. Y en la ceremonia del adiós, con periodistas en la calle, transmitiendo en directo el descontrol de una situación que ha superado a todos, dañando, de nuevo, la imagen del Barça, el presidente argumentó como una de las claves para justificar el despido de Xavi su falta de confianza en la plantilla.
El técnico, en cambio, sostenía que no era cierto esa afirmación porque su deseo era mantener la base del grupo, incorporando, eso sí, nuevos fichajes si lo permitía el debilitado ‘fair play’ de la entidad. Había, además, otras profundas diferencias estratégicas sobre algunos jugadores (Lewandowski y João Félix como ejemplos), aunque, en realidad, no fueron tan determinantes como la química perdida. El futuro de Araujo, uno de los futbolistas con más cartel, también era visto de formas muy distintas por presidente y técnico.
El problema del finiquito
Laporta se hartó de Xavi y lo despidió. Xavi no entendía lo que le pasaba a Laporta y se ve en la calle, pese a tener contrato hasta 2025 y justo un mes después de ser ratificado en el cargo. Queda ahora, una vez destituido, el escollo legal del finiquito, situado en torno a los 20 millones de euros.
Esa batalla pertenecerá a abogados del club y agentes del exentrenador. El Barça espera no tener que abonar esa importante cantidad por el numeroso cuadro técnico que se trajo Xavi. Acabada la reunión, llegó el escueto comunicado de la entidad –apenas 10 líneas- para explicar el despido y horas más tarde la carta de despedida del técnico en su cuenta de Instagram.
“Antes que jugador o entrenador soy barcelonista y solo quiero mejor para el club de mi vida, que siempre me tendrá a su disposición”, escribió Xavi en tono conciliador, indicando que “deseo lo mejor al club que llevo en el corazón”. Pero ese comunicado aséptico y escueto del club junto a las buenas palabras no ocultan la herida profunda y, tal vez, imposible de curar entre Laporta y el técnico.