En estos tiempos de multipantallas y dispersión del ocio, en Estados Unidos solo hay un espectáculo que puede romper los aislamientos y concentrar a toda una familia alrededor del aparato de televisión. Las estadísticas de Nielsen, encargada de medir las audiencias, reflejan que la NFL, la liga de fútbol americano, es el gran pegamento social. De las 100 retransmisiones televisivas más vistas en el 2023, 93 corresponden a partidos de la NFL. Una barbaridad sin igual. Otras tres son también partidos de fútbol americano, pero a nivel universitario.
Consiguen poner el pie en la lista del top 100 la gala de los Oscar, el discurso del Estado de la Nación y el desfile del Día de Acción de Gracias. El que falta es un programa especial antes de la Super Bowl. Resulta una obviedad decir que el balón ovalado con casco es el pasatiempo nacional. El programa más visto, la Super Bowl, concentró el curso pasado a 115 millones de telespectadores.
Partidos en abierto
Se da por descontado que la edición de este año batirá ese récord histórico (00.30 horas, Movistar+). La disputan dos franquicias con tirón, Kansas City Chiefs y San Francisco 49ers, y si estuvieran los Dallas Cowboys (el equipo con mejor media de audiencia), el contador se dispararía hasta la locura. Como escribió un columnista del portal ‘Sportico’, “si la NFL decidiese proyectar la Super Bowl en la cara de la luna, 120 millones de norteamericanos correrían a comprarse un telescopio”.
Posiblemente, la NFL se benefició el año pasado de la larga huelga de guionistas de Hollywood, que paralizó películas y series. Pero en el 2022, en el top 100 ya se colocaron 82 partidos de la liga que más contusiones y dolor de cervicales produce. La tendencia es imparable. El béisbol, que solía ser el deporte que más fantasías infantiles generaba, ha quedado desplazado en la feroz competición del entretenimiento. La NBA hace lo que puede, como todo lo demás.
A diferencia aquí del fútbol europeo, casi todos los partidos se retransmiten en abierto (aunque el streaming empieza a abrirse paso). El consumo televisivo en EEUU ha caído en un 7% (tendencia constante a la baja); la NFL, en cambio, ha crecido un 8%. A contracorriente de las nuevas costumbres. Y demográficamente, el público es plural, tanto en raza, edad, inclinación política y últimamente hasta género (y aquí entra en juego el factor Taylor Swift).
Nuevas estrellas
El romance de la cantante más famosa e influyente del planeta con Travis Kelce, el corpulento y carismático jugador de los Chiefs, ha ampliado el interés y la base de fans. Es el espectáculo romántico de Joe DiMaggio y Marilyn Monroe transportado a la era contemporánea.
El ‘efecto Swift’ ha merecido incontables tertulias, artículos y comentarios de todo pelaje. Ha sido uno de los relatos de los últimos meses. Ni el aficionado más agotado de la ubicuidad de la artista puede negar el impulso a la competición.
La realización televisiva suele dedicarle unos segundos a su exclamativa gestualidad desde un palco VIP. No más. Suficiente para muchas ‘swifters’. Demasiado para los ‘haters’. De cara a la Super Bowl, la atención se fija en si llegará a tiempo a Las Vegas desde Tokio, sede de su último concierto.
Hay concjencia de que se vive una etapa dorada de la competición. Han surgido nuevas estrellas con gancho, como los quarterbacks Patrick Mahomes, de los Chiefs, que ha cogido el testigo de laureles y popularidad de Tom Brady, Lamar Jackson, Joe Burrow o incluso la estrella pobre de los 49ers, Brock Prudy, que gana el salario mínimo y debe compartir piso con dos compañeros de equipo.
El modelo de competición también ayuda. Es una temporada corta, de septiembre a febrero, apenas 17 partidos por equipo si no se clasifica para los play off. Cada partido es como un acontecimiento en sí mismo. Gran diferencia con la NBA (82 encuentros de temporada regular) y no digamos ya con el béisbol, que son 162.
Como no podía ser de otra manera, el analista mejor pagado del deporte profesional comentará este domingo la Super Bowl. Es el exquarterback de los Cowboys Tony Romo. Gana 17 millones de dólares por temporada en la cadena CBS. Está en el ojo del huracán. Dicen que es muy ocurrente, pero que se prepara poco los partidos. Millones y millones de norteamericanos, seguro, hoy le escucharán. Es el día en que el aparato televisivo recupera el protagonismo en la mayoría de hogares.