El fútbol, incuestionablemente, son rachas. Dinámicas y, sobre todo, sensaciones. Así es como se mide un deporte que se basa en pelear, en insistir y en buscar metas que, de manera habitual, son sueños e ilusiones. No solo de los equipos que lo frecuentan, sino también de su gente. La que no deja de sufrir, la que se emociona y la que, por encima de cualquier situación, nunca abandonará a los suyos. Siempre los acompañará. Sin embargo, el Levante, independientemente de lo respaldado que se sienta, empieza a agotar la paciencia de su entorno y a descolgarse de sus sueños. Más allá de que aún quede temporada por delante, los de Javi Calleja siguen atascados, en tierra de nadie y viendo cómo las oportunidades se desaprovechan constantemente. Con uno más durante el empate contra el Racing de Ferrol, a pesar de que sirva para sumar un punto más en el casillero de Orriols, no saca de pobre a un equipo que vive en medio de la intrascendencia. De la falta de relevancia y a la espera de una reacción que sigue sin aterrizar. Una jornada más, el Levante se queda a medias, mientras el resto de contrincantes aprietan las tuercas y ponen toda la carne en el asador por una aspiración que parece irrelevante en Orriols.
Por mucho que el Levante genere discrepancias entre su gente, ninguno de los que se vistieron de corto dieron su brazo a torcer en A Malata. Los de Javi Calleja, conscientes de que los tres puntos fueron innegociables, presentaron su candidatura a la victoria y supieron competirle al Racing de Ferrol desde el principio. Los de Cristóbal Parralo, incapaces de superar los tres cuartos de campo, vieron cómo el Levante les tuteó, hasta el punto de que estuvieron sometidos a las ofensivas de un equipo que se negó a estirar su indefinición clasificatoria. Sobre todo en lanzamientos desde media distancia, los levantinistas buscaron inaugurar el luminoso.
Pablo Martínez y Dani Gómez, al que le invalidaron una diana en fuera de juego tras empujar a la red un rechace de Ander Cantero, fueron los que más veces intentaron perforar la portería contraria. El guion del partido, según lo presenciado en el verde hasta el ecuador del primer tiempo, presagió a un Levante que coqueteó tanto con el gol hasta el punto de merecerlo. Su ímpetu, de hecho, tuvo trascendencia en el cara a cara después de que el Racing de Ferrol sufriese, revisada en el VAR, la expulsión por roja directa de Álex López por una fuerte entrada sobre Sergio Lozano.
Con un más en el campo, el Levante se introdujo en un escenario más que favorable. A Malata, uno de los estadios más difíciles de la categoría, se sumergió en un estado de intranquilidad no solo por presenciar a un equipo sin ideas, sino por verse en inferioridad numérica. No obstante, parece que a los de Javi Calleja les descentran las ventajas. Les nublan las situaciones en las que sacar músculo, hacerse fuertes y, sobre todo, golpear. Fue competir con uno más y recibir las más claras del primer tiempo. Pese a insistir sobre la meta de Cantero, el Ferrol intimidó al Levante con dos ocasiones de alto peligro. Álvaro Giménez, autor de ambas oportunidades, se topó primero con Sergio Postigo, tras cabecear un esférico en cuya trayectoria se entrometió el capitán, y al borde del descanso, domó un balón mal despejado por Dela, encargó hacia portería y ejecutó un lanzamiento al palo largo que Andrés Fernández paró con una grandísima parada, estirándose de manera felina y negándole el gol al ‘20’ del combinado gallego.
Los precedentes, sin embargo, no invitaron al optimismo tras cómo el Levante cambió su imagen en superioridad numérica. Las segundas partes, en los últimos partidos, están siendo una condena para un grupo de jugadores que apuntan mucho más alto que donde están actualmente en la clasificación. La salida del túnel de vestuarios se tradujo en un intercambio de imprecisiones entre ambos, con un Racing de Ferrol que, pese a sus dos fogonazos previos, regresó a su ausencia de claridad y falta de propuesta futbolística. Eso sí, condicionado por la expulsión sufrida en los instantes iniciales. Pero el Levante, ni mucho menos, elevó sus pretensiones ni puso una marcha más. Jugó en estático, propuso por dentro y buscó verticalidad con la entrada de Fabrício, Iván Romero, Roger Brugué y Andrés García, e intentó encajonar a los defensores rivales con el debut del Juvenil Carlos Espí. No en vano, más allá de un tímido remate de cabeza del ‘12’, y de intentos desesperados en los últimos minutos colgando balones al área, los granotas sumaron un punto tibio, pobre y que sigue dejando a su gente con un sinfín de sinsabores.