Hay un vídeo, no es reciente, desde luego, realizado por el propio Joan Laporta, en el que se le ve haciendo ‘footing’, con una camiseta del Barça ajustadísima, en la terraza de su ático y, de pronto, detiene su carrera y, con su brazo derecho extendido, señala el Camp Nou cual Cristóbal Colón.
Es el ya famoso ático de Diagonal seiscientos y pico (sé el pico, pero no pienso escribirlo), que forma parte de un grupo de edificios y portales de lujo, unidos en el sótano por un gran garaje.
Los vecinos de todas esas escaleras, todos ricos, que, a veces, se tropiezan con Laporta y su inmenso Mercedes 500, con multitud de rascadas en los laterales, fruto de la torpeza con la que el presidente azulgrana maneja el volante, se enfadaron bastante la noche del pasado 25 de abril, cuando esa casa se convirtió en el escenario de una reunión, de un cónclave, más propio de las oficinas del Barça que de un ático privado.
Portero del Athletic
El portal de Laporta es el único del amplio complejo de lujo que tiene instaladas cámaras de seguridad. Sé la razón, pero como es familiar, no pienso contarla. El portero, que es del Athletic, no estaba aquella noche, pero algunos vecinos protestaron al día siguiente. Esos inquilinos son los mismos que no entienden cómo un abogado pequeño, al que no se le conocen ni grandes casos ni grandes triunfos, pudo haberse comprado un ático así.
La verdad es que la terraza del ‘footing’ corresponde, supongo, a un inmenso ático, de lo contrario cuesta creer que, aquella noche, cupiese tanta gente, que se hartaron de sushi, pues esta vez no había motivo alguno de que saltasen las bandejas de comida por los aires. Allí se citaron, junto al presidente azulgrana, Rafa Yuste, su amigo de toda la vida; Alejandro Echevarría, sin cargo alguno pero siempre decisivo; Joan Soler, el curioso expresidente del Vilafranca, miembro de la excéntrica precandidatura de Jordi Farré, el de los tatuajes y las pizzas, ahora, nadie sabe por qué, miembro de la Comisión Deportiva; Enric Masip, asesor personal de Laporta y Bojan Krkic.
Las razones por las que se producía esa reunión, totalmente improvisada (luego contaremos por qué), arrancaron el 17 de enero pasado, en la previa de Copa frente al Unionistas, cuando Xavi Hernández, el entrenador culé, afirmó con contundencia (¡anda que no se habrá arrepentido veces de esa sentencia!) que dejaría el Barça si acababa la temporada sin conquistar título alguno.
Diez días después, el 27 de enero, aún la dijo más gorda: dejaré mi cargo, a finales de junio. Fue una dimisión en diferido, aceptada por Laporta “porque Xavi es una leyenda”. Un autogol. Un disparo al pie. Fuego amigo. La razón de aquel gesto de Xavi fue que, tras el ridículo 3-5 ante el Villarreal, se enteró que se estaba produciendo una reunión, en el antepalco de Montjuïc, y pensó que su puesto corría peligro.
Echevarría, el amigo
Aún en Montjuïc y antes de enfrentarse (y nunca mejor dicho) a los periodistas tras semejante ridículo futbolístico, Xavi se vio con su amigo del alma y protector, Alejandro Echevarría, el mismo que lo trajo desde Doha (Catar), para anunciarle que, en junio, lo dejaba. El ‘cuñadísimo’ corrió a comentárselo a Laporta, pero ya no llegaron a tiempo. Xavi ya le había sacado la espoleta a la bomba.
La historia, sí, se hizo interminable y, sobre todo, falsa, mentirosa, esperpéntica. Hasta que se perdieron todos los títulos y muchos, incluidos un puñado de directivos, pensaron que Xavi cumpliría, sin necesidad de empujarle, de forzarle, la palabra dada aquel 17 de enero. Es decir, que se iría sin hacer ruido y, por descontado, sin cobrar el año de contrato que le quedaba.
Pero Xavi era, es, imprescindible para los tiempos que corren. Xavi no molesta como, tal vez, molestarían Xabi Alonso, Unai Emery, Bob Martínez, Hansi Flick, el protegido del israelí Pini Zahavi, íntimo amigo y ‘conseguidor’ de Laporta, o, sin ir más lejos, el mismo Jonatan Giráldez, del que un directivo azulgrana me comentó hace tres semanas “es muy inteligente, está muy preparado, ha sabido tomar el pulso al país y al club, ha sabido aislar a sus jugadoras y, a diferencia de Xavi, Giráldez gestiona muy bien las situaciones delicadas, convirtiéndolas en oportunidades, mientras que Xavi las transforma en inseguridades”.
Reunión con Deco
El caso es que los mismos que habían empujado a Xavi a presentar su dimisión diferida, es decir, su entorno más cercano (el míster de Terrassa mantiene a un montón de familias), fueron los mismos que le empujaron a vender el eslogan de que “rectificar es de sabios”, aunque su credibilidad se fuese por el sumidero y, a partir de entonces, ya nadie volverá a creerle cuando hable o haga sentencias como “no volveré a hablar de los árbitros”.
Cuentan que pese al medio acuerdo verbal que había con Flick y la necesidad de guardarse la carta de Rafa Márquez para Navidad, el ambiente que reinaba en el ‘camarote’ de Laporta era que tampoco pasaba nada porque Xavi cumpliese el año que tiene de contrato. El martes 23 de abril, en la Ciudad Deportiva Joan Gamper, Deco, que ni tenía, ni quería, ni había preparado recambio alguno para Xavi (lo de Flick era idea de Zahavi, amigo de Laporta), se reunió, por espacio de un montón de horas, con el técnico y lo vio tan entregado, tan necesitado de seguir, que aceptó darle vueltas a esa solución, tan lamentable.
Al día siguiente, 24 de abril, antes de comer, Laporta reunió a su junta, durante siete horas, y sondeó a sus directivos. Cierto, en ningún momento se llegó a votar pero, a excepción de Rafa Yuste, todos, unos con más labia que otros, unos con mayor contundencia que otros, expresaron, tal y como informó, pocas horas después, Xavi Torres en TV-3 y Jordi Basté, en RAC-1, la necesidad de que Xavi abandonase el banquillo y el club buscase, de inmediato, otro entrenador.
“En el Barça mandan tres. Laporta, que es independentista; Alejandro Echevarría, que es de la Fundación Francisco Franco; y Jorge Mendes, que es quien distribuye juego y comisiones millonarias, que no figuran, pese a lo prometido por Laporta, en el balance de resultados del club”
Por la tarde, Deco y Xavi volvieron a verse por espacio de una hora en la Ciudad Deportiva Joan Gamper. Y, más o menos, cerraron el trato: cumpliría su contrato, echándose atrás, no solo de lo afirmado en la previa del Unionistas sino, incluso, desmintiendo lo dicho 10 días después y, no solo eso, contradiciendo también las 20 veces ¡20! en las que contestó, en distintas conferencias de prensa, que “a día de hoy” (divertido matiz, sin asas) todo sigue igual: me voy.
Cuando salieron de la Joan Gamper, Deco llamó al presidente y le dijo que todo estaba, más o menos, hablado. “Vale, pues venid a casa y lo acabamos de cerrar”. Y el salón (se supone que inmenso) del ático de Laporta se convirtió en la sala de juntas del Barça, sin directivos, aquellos que habían decidido, cierto, alguno con la boca pequeña, que Xavi no podía continuar o que no era recomendable que siguiese, visto lo visto.
Amigo y protegido
El único argumento para la continuidad de Xavi se llama Yamal, Cubarsí, Fort, Fermín, Casadó, Guiu, ni siquiera Gavi, que es de Ronald Koeman. Mucho menos, cómo juega el equipo. Mucho menos, cómo entrena el equipo (Ter Stegen, Gundogan, Lewandowski…han pedido más rigor y preparación física). Mucho menos, los títulos conquistados esta temporada: cero de cuatro.
Mientras los medios de comunicación se agolpaban frente al número 6.. de la Diagonal y más de un vecino, rico, rico, estuvo a punto de llamar a la Guardia Urbana para que desalojasen “su” casa, Alejandro Echevarría, el cuñadísimo, el valedor y la persona sobre la que pivota toda la actividad y decisiones del FCBarcelona, resolvió, en minutos, que lo mejor para todos, incluidos los directivos ausentes, claro, era que su amigo y protegido siguiese al frente del equipo.
En el ático, o bien porque Deco ya lo había pasteleado todo con Xavi, que lo aceptaba todo, todo, desde el retoque o refuerzo de su ‘staff’ hasta la venta de uno o dos titulares, pasando por los refuerzos que proporcionasen los muchos agentes que mantienen amistad con Laporta y Echevarria, empezando por Jorge Mendes, o bien por la imposición del cuñadísimo, lo cierto es que el acuerdo se cerró en escasos minutos.
Es más, Enric Masip, que fue el primero que, hace meses, expresó su disconformidad con la posibilidad de que Xavi siguiese, aceptó que continuase. La razón, al igual que ocurrió con el visto bueno de Bojan Krkic, es que los dos asesores quieren estar a bien con Echevarría, que es quien lo decide todo en el club.
La moto de Florentino
Hace unas semanas, recordaba a El Periódico, del mismo grupo editorial, uno de los 24 ejecutivos que ha abandonado el Barça en los tres últimos años, Jaume Llopis contó, en Radio Marca, para escenificar cómo Laporta hace seguidismo de todo lo que decide Florentino Pérez, que incluso le ayudó a resolver lo de las palancas, que Florentino es quien pilota la moto, mientras Laporta va en el sidecar. Es un simil muy bien encontrado, perfectamente adaptable al actual Barça, donde quien conduce la moto es Echevarria, sin cargo alguno en la entidad, y Laporta sigue viajando en el sidecar.
Tras haber resuelto el ‘caso Xavi’ de la manera más chapucera del mundo y, sobre todo, contra la opinión de la mayoría de directivos, a los que solo les interesa el cargo, su notoriedad y figurar como directivo del Barça en su tarjeta de visita pues, de lo contrario, la mayoría de ellos deberían haber presentado la dimisión de forma inmediata, Laporta le pidió a su secretaria, amiga, confidente y jefa de gabinete, Manana Giorgadze, más conocida como ‘la presidenta’, que llamase, uno a uno, a los directivos y les comentase la decisión que se había tomado. Unos pocos le enviaron un ‘washap’ de felicitación a Xavi, cínicos ellos, otros menos llegaron a llamarle y bastantes se tragaron el sapo en silencio.
La resolución del ‘caso Xavi’ en el lujoso ático de Laporta no hace más que reforzar la tesis expresada también por Llopis en aquella entrevista en ‘Goles’, de Radio Marca, donde explicó que “en el Barça, solo mandan tres personas: Joan Laporta, que es independentista; Alejandro Echevarría, que es de la Fundación Francisco Franco y Jorge Mendes, que es el que distribuye juego y comisiones millonarias, que, pese a lo que prometió Laporta, jamás figuran reflejadas en la cuenta de resultados del club”.
¿Cambios en el ‘staff’?
Las horas que siguieron al anuncio del ático, por cierto, no fue casual que solo Yuste hablase a la salida de semejante aquelarre diciendo que todo estaba arregladísimo y que Xavi estaba “muy animado e ilusionado”, fueron (casi) tan esperpénticas como los meses que concluyeron en esa reunión. Xavi, que, semanas antes, insistía en que aquello era insufrible y que jamás se habían sentido tan minusvalorado y despreciado como siendo técnico del Barça, aseguraba estar ‘on fire’ y dispuesto a ganarlo todo la próxima temporada.
Para colmo, los futbolistas, que siete días antes habían perdido, de golpe, la Champions y LaLiga frente a PSG y Real Madrid, había protagonizado, según Xavi, “el mejor entrenamiento de la temporada”. Un poco tarde ¿no? Y, no solo eso, para sorpresa general (o no tan general), tras el 4-2 frente a un Valencia con 10 jugadores, Xavi, temeroso, asustado, inquieto porque Laporta, o Deco, o quien sea, meta mano a su ‘staf’ de familiares y amigos, va y dice: “Estoy muy contento porque mi ‘staff’ trabaja mucho y bien las jugadas de estrategia”.
No debe olvidarse que, pocas horas después de conocerse el “sí” de Laporta, perdón, de Echevarría, a la continuidad de Xavi, se supo que el Barça había contratado a Julio Tous, un especialista en trabajo de fuerza y prevención de lesiones, para incorporarlo al ‘staff’ . Tous, excelente profesional que llega de la mano de Raúl Martínez, el fisio de Madrid que trabaja, a ratos, para el Barça, ya intentó ser contratado en su tiempo por Ramón Canal, exresponsable de los servicios médicos azulgrana, pero su ficha, la de Tous, de seis cifras, era inalcanzable para el club.
En ese sentido, no es del todo cierto, ni mucho menos, que el vestuario azulgrana recibiese con cava la continuidad de Xavi. Solo se conoce un caso público, de alegría, y es el del veterano Sergi Roberto, que está a punto de renovar por expreso deseo del entrenador del Terrasa. Sí se sabe que algún veterano al conocer el “se queda” a través de un whatsapp de un empleado amigo del club, exclamó “no me lo creo”, con enorme incredulidad y sorpresa.
Todo esto ocurre en un Barça con menos patrimonio que nunca, con los gastos, pese al ahorro, disparados, con una deuda que muchos consideran cercana a los 3.000 millones de euros, con una falta de talento en los despachos brutal y con la sospecha de que la reconstrucción del Camp Nou impedirá volver al ‘estadi’ antes de los primeros meses del 2025.
“Laporta trata de disimular que no manda”, señaló un exdirectivo de la época dorada del tándem Sandro Rosell y Joan Laporta, “pero su Barça cada vez se asemeja más a un ‘seiscientos’ de los 60, camino de la playa, con los suegros, el cuñado, el perro, la nevera y la guitarra”.
Suscríbete para seguir leyendo