La repetición del discurso acaba por configurar su verdad en muchas ocasiones. De sobra es sabido y es anterior a la era fake news. Aun así, ¿por qué no esforzarnos en separar las capas de miradas dirigidas para educar la propia? La escritora Inma López Silva (Compostela, 1978) lo ha conseguido alrededor del caso Asunta. Su último libro “Por que Asunta” (Tres Hermanas) intenta responder a las preguntas que tras años leyendo noticias sobre el asesinato de Asunta Basterra Porto, viendo informativos o documentales o hasta una serie nos acaban dejando en vacío. La respuesta se basa en los prejuicios machistas contra la mujer. La conocemos en esta entrevista:.
El libro llega en el décimo aniversario del asesinato de Asunta Yong Fang Basterra Porto. ¿Fue ese el detonante?
Realmente se me ocurrió cuando vi un documental sobre Dolores Vázquez [declarada culpable por un jurado popular de asesinar a Rocío Wanninkhof para después descubrir que el asesino había sido Tony Alexander King]. Pensé en cómo la habían condenado y si eso le podría haber pasado a Rosario Porto. Llevaba mucho tiempo pensando en hacer este libro. También tengo una buena amiga que sus hijas iban a clase de ballet con Asunta y viví muy de cerca el caso. Ella llevaba muchos años pidiéndome que escribiera el libro. Fue un caso que generó muchas heridas.
Trabajó mucho tiempo en él.
Sí, porque yo quería hablar con personas cercanas. La documentación del sumario ya estaba publicada y usé mucho el libro de Cruz Morcillo “El crimen de Asunta” que realiza un análisis del sumario. También eché mano de un libro publicado en inglés y que ahora se acaba de traducir de Mark Goscin. Este me ayudó mucho. Sin embargo yo preferí centrarme en el lado humano. Entrevisté a la madrina de Asunta. Que yo sepa, solo habló conmigo porque fui alumna suya en el instituto; con el abogado de Rosario, su psiquiatra… Yo quería fijarme en el lado humano. El drama va más allá del asesinato.
Usted plantea un vínculo entre este suceso y los mitos griegos.
Si algo no se llevó a cabo en las miradas sobre el caso Asunta, fue la perspectiva de género. Diez años después, en los que pasó el me too, el 8 de marzo de 2018, el descubrimiento masivo de la violencia vicaria…. parece muy extraño que en un caso con la madre acusada tan rápido, no se plantearan los porqués. ¿Qué nos lleva a mirar con más sospecha a una mujer que a un hombre? Por eso me interesaba introducir la perspectiva histórica porque es algo cultural. Estamos educadas desde Medea, a la literatura sobre madrastras y los cuentos populares a mirar con recelo a las mujeres, sobre todo a las progenitoras que no son madres biológicas.
¿Cree que si el caso Asunta ocurriese ahora habría tenido un resultado diferente?
Estoy convencida de que sí. Quiero creer de forma optimista que hoy un caso así tendría otras herramientas para investigar distintos puntos de vista. No se investigó la posibilidad que ella no fuese culpable. Pensando en los mitos clásicos, planteo el mito de Casandra, la mujer condenada a no creerla. Rosario pagó muy caro el precio de una equivocación. Ahora hay otra mirada en el mundo judicial y policía. Rosario Porto era una mujer maltratada y no se tuvo en cuenta.
Habla de una equivocación, ¿se refiere a cuando primero señala Porto que llevó en coche a la niña de Santiago a la casona de Teo –donde supuestamente fue asesinada– para después indicar que a medio camino dio vuelta y la dejó de nuevo en Compostela?
El periodismo, sobre todo el criminal, en aquel momento y ahora se convirtió en un “true crime”. Se quiere contarlo para que genere intriga y ganar espectadores. Tiene que ver con la guerra de las audiencias. Hay datos que se dan y otros que se ocultan. Rosario dice primero que deja a la niña en el piso y después señala que no recordaba que la había llevado a Teo pero que no había llegado a entrar. Todo eso fue tratado como una mentira en la instrucción. Tres peritos en el juicio indicaron que con la medicación que tomaba podría olvidarse de esas cosas. Además, estaba pasando el trauma de la muerte de su hija de la que la acusaron. Rosario insistió mucho en que se buscaran las imágenes del coche volviendo; se encontraron pero la policía decidió que aquel no era el coche. Todo estuvo orientado contra ella, con la idea de la mujer manipuladora, infantilizada al mismo tiempo. Esa es otra de las mentiras del caso. No era una enferma mental, era una mujer como tantas de nosotras, con una ansiedad brutal. Asunta había vivido un intento de asesinato en julio. ¿Cómo estaríamos nosotras? Ella saca a la niña del entorno y la manda para la playa con su madrina. Ella creía que podía controlar todo aquello.
Pero la imagen que se facilitó fue que ella había ‘abandonado’ a su hija todo el verano.
El juez llega a decirle en un interrogatorio poco ortodoxo que se quería librar de la hija para hacer sus historias. Ella tenía un novio pero ella era una mujer divorciada que estaba empezando a vivir de nuevo. Estaba en la crisis de los cuarenta, con un exmarido que no asumía el divorcio y una hija que empezaba la adolescencia.
¿Pertenecer a una familia bien de Santiago, pudo pesar en que Rosario en el juicio no hablase de la violencia en el hogar para no pasar vergüenza? Su abogado señala en el libro que creía en su inocencia pero que ocultaba algo.
Es la gran pregunta. ¿Por qué ese silencio? ¿Por qué ella no contó cosas que podrían dirigir la mirada hacia otro lado? ¿El miedo de una mujer maltratada es tan fuerte para eso? Basterra es el único que puede responder pero optó por un silencio que le beneficia.
¿Cuál es su teoría?
Yo creo que estamos ante un caso de violencia vicaria. No lo puedo asegurar fehacientemente pero creo que utilizaba a Asunta para presionar a Rosario. El divorcio idílico que se nos vendió no lo era. Al revés, fue muy problemático. Ella se divorcia después de una agresión física, de un momento duro con rotura del mobiliario incluso. Es un divorcio rapidísimo porque si él no aceptaba las condiciones lo denunciaría por violencia. Ella lo deja sin nada. Hay elementos para explicar el malestar de Alfonso Basterra. Él tiene interés en que parezca que ella es una enferma mental y minimizar los esfuerzos de ella por una vida nueva. Él inicia un camino de persecución, para agobiarla.