La democracia es tanto una realidad como una promesa. Esta naturaleza dual ha dado origen a penosos malentendidos, que han traído en momentos decisivos de la historia graves consecuencias. Con su lucidez característica, Sartori advirtió que la democracia es cuestión de grado. No hay un sistema político que pueda considerarse plenamente democrático. Es más dudoso, a mi parecer, que un régimen totalitario, como por ejemplo el nazi, consienta siquiera una pizca de democracia. La discusión sobre cuánta democracia es la idónea para una sociedad determinada está abierta. En 1984, otro ilustre italiano de la teoría política, Norberto Bobbio, publicó un artículo, “El futuro de la democracia”, que encabezó un libro con el mismo título editado al año siguiente en España, en el que enumeraba seis promesas incumplidas por la democracia. La cuarta era su incapacidad probada para expandirse a los espacios de poder donde se toman decisiones que vinculan a los ciudadanos.
En efecto, el impulso democratizador se ha detenido ante ciertos límites, en todo caso variables, y no ha logrado penetrar en todos los ámbitos sociales. En un buen número de países, no se sigue un procedimiento democrático para acceder a la jefatura del Estado. La mayoría tiene la forma política de una monarquía. Pero, por contradictorio que pueda resultar, eso no quiere decir que la Corona carezca necesariamente de legitimidad democrática. Nuestra Constitución establece en su artículo 1.3 que “la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria” y así fue refrendada, de manera explícita, por una inmensa mayoría de los españoles. En España, el Rey reina pero no gobierna. Dicho de otro modo, la institución monárquica, vestigio de otra época, cuya titularidad se transmite por la poco democrática vía hereditaria, ha cedido todos los poderes que ejerció antaño y hoy convive cordialmente en las sociedades más avanzadas con las mejores democracias. Tal como nos hicieron ver Sartori, Bobbio y otros, entre ellos Tocqueville, así de compleja es la vida política de las democracias y, debe añadirse, en particular si son coronadas.
El lector encontrará argumentos para juzgar, por ejemplo, si Felipe VI podría haberse negado a firmar la ley de amnistía
La relación de la monarquía con la democracia, que la jefatura del Estado sea hereditaria o electiva y la fórmula para pasar de una a otra, es abordada en varios capítulos de este volumen, excelente en todos los sentidos, editado bajo la dirección del catedratico de Derecho Constitucional Ramón Punset. Al respecto, resalta por su extraordinario interés el nexo que en el contexto del fin de la guerra fría, según Juan José Laborda, unió la monarquía española posfranquista con “el espíritu de Helsinki”. Juan José Solozabal hace una atinada reflexión en torno a la eventualidad de un referéndum y de una reforma constitucional en lo referente a la forma del Estado. Y Juan Luis Requejo se aplica con sugerente rigor analítico al problemático estatus de la monarquía en la Unión Europea.
Pero la publicación del libro diseñado con tanto acierto por Ramón Punset es especialmente oportuna por dos razones más. Una es la explicación clara que ofrece en sucesivos capítulos de la transformación de la monarquía española, de absoluta en parlamentaria, a través de nuestra historia política y constitucional desde la Constitución de Cádiz a la actual, y la transferencia de poder de la Corona a los ciudadanos y sus instituciones representativas que conllevó. La otra razón, más operativa, es la delimitación del papel y las funciones del Rey en nuestra democracia. Desde la sanción o el refrendo hasta los discursos de Navidad, se especifica en detalle qué debe o no debe hacer el Rey de acuerdo con la Constitución, norma suprema a la que está sometida su actuación. El lector encontrará en el libro los argumentos que sustentan diferentes opciones y podrá juzgar, por ejemplo, si el discurso del 3 de octubre de 2017 fue acertado o Felipe VI podría haberse negado a firmar la ley de amnistía. El libro es, de principio a fin, riguroso, esclarecedor y de una gran utilidad para determinar el lugar exacto que corresponde ocupar a la Corona en la democracia española.
La función constitucional del Rey (Teoría y práctica)
Ramón Punset Blanco (director)
Reus, 324 páginas, 40 euros
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