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La Copa Ibérica, un grito de esperanza


Frontón salmantino. / ED

Perdidos en la memoria de los más viejos, presiden plazas y pórticos y guardan en sus muros apasionantes duelos de rivalidades locales o comarcales. Manos rugosas, encallecidas por los arados que sembraban y gozaban del verde trigal, acudían a la plaza en el día de fiesta. Allí les esperan los viejos del pueblo, los amigos y quien sabe si la ilusionada mirada de la enamorada. Hoy toca jugar a la pelota, entretenimiento de reyes y nobles, plebeyos y siervos. Y el joven fornido dejará su sudor frente a los muros de la iglesia, pues no hay otro lugar mejor para cumplir como buen mozo, tras la misa, con la ilusionada y paciente espera de ancianos y mozuelas. Tiempos perdidos en la memoria.



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