Lesionado de gravedad Thibaut Courtois, nadie se fiaba de Andriy Lunin para que protegiera la portería del Madrid la media temporada que el belga se iba a pasar a la enfermería. Al final ha sido la temporada entera. Tan poca tranquilidad desprendía que el club se lanzó a buscar otro portero. Pero no para ser el nuevo suplente, sino uno con potencialidad para ser el titular. Andriy Oleksiyovych Lunin, ucraniano de 25 años, desde los 18 en el Madrid, solo había disputado siete partidos en tres temporadas con el primer equipo.
Buscó a lo grande el Madrid, como es costumbre en la mirada de Florentino Pérez, y el presidente y director deportivo, que son la misma persona, señalaron a Kepa Arrizabalaga. Orillado en el Chelsea, que accedió a cederle porque Mauricio Pochettino había fichado otro meta y tenía tres, Kepa ostentaba la condición de ser el portero más caro del mundo desde 2018. Ochenta millones pagó el Chelsea al Athletic. Por entonces el Madrid quería ficharle, pero Zinedine Zidane se opuso a la voluntad de Florentino.
El Madrid se pasó todo el partido defendiendo. Por convicción, para sorprender al contrataque, y por necesidad, encajonado por el City desde que Rodrygo anotó el 0-1.
La margarita de Carlo
Nadie, y menos Carlo Ancelotti, iba a oponerse por segunda vez. Sin argumentos ni autoridad ante el poder supremo, empezada la Liga, aterrizó Kepa en Madrid. Disputó las dos primeras jornadas Lunin, pero en la tercera ya se colocó el vasco bajo los palos. Ancelotti les examinó a ambos en los partidos, más que en los entrenamientos, para que los méritos y los errores deshojaran la margarita.
Hasta enero, cuando el técnico italiano llegó a una conclusión. Había jugado más partidos Kepa, pero el elegido fue Lunin. Resuelto el dilema, el equipo se estabilizó y mejoró su rendimiento defensivo. Con Lunin reapareció el Madrid en el Etihad, donde el año anterior había sido vapuleado Courtois.
El Madrid resistió hasta los penaltis gracias a Lunin y ganó los penaltis gracias a Lunin.
Los asombrosos números de Rodrygo
El Madrid resistió mientras resistió Lunin, que se multiplicó parando balones hasta que De Bruyne le fusiló de cerca en un balón muerto que dejó Rüdiger a los pies del belga. Resistió el Madrid porque estaba defendiendo la ventaja adquirida con el gol de Rodrygo.
El valor oculto, letal del más discreto -por comedido–, de los delanteros blancos con los cinco goles que suma en la Champions actual y le convierte en el máximo goleador del equipo. A tiro de los ‘nueves’, detrás de Mbappé, Kane, Griezmann y Haaland. Una cifra menor y parcial de los números que presenta su aún precoz carrera (23 años). La global es asombrosa: en 49 partidos de Champions disputados, ha participado en 30 goles del Madrid con 20 tantos y 10 asistencias. Sólo hay ocho leyendas del club por delante del brasileño en la tabla europea de realizadores.
Más barricadas
Ancelotti retiró a sus delanteros porque solo necesitaba defensas que continuaran levantaran barricadas. El Madrid llegó a los penaltis gracias a Lunin y ganó a los penaltis gracias a Lunin. Después de 34 remates (11 entre los tres palos) del City (8 del Madrid), de 18 córners a 1, a gatas llegó el cuadro español a la tanda decisiva. Lunin se lo paró a Bernardo Silva, sin moverse siquiera, de lo mal chutado que estaba lo blocó-, y detuvo el de Kovacic, encarrilando una tanda que había empezado con el fallo de Modric.
El City remató 34 veces (8 el Madrid) y lanzó 18 córners (1 blanco) en un asedio infructuoso de dos horas.
“Estoy agotado por un partido así, de 120 minutos y de tanta exigencia”, confesaba Lunin, el que menos corrió del equipo. Lejos de arrogarse el indiscutible protagonismo que adquirió, restó trascendencia a su labor y desveló que habían “arriesgado” a elegir un penalti para quedarse quieto. El de Silva.
“Hemos sufrido muchísimo. Hemos demostrado que sabemos defender de foma espectacular”, subrayó Nacho, el capitán, cumplidor en la tanda, feliz de haber vivido “otra noche mágica”. Gracias a la varita de Lunin.