Tardó en llegar más de lo que el Ciutat de València hubiera deseado. Quizás, a deshora, después de que el Levante se quedase con la miel en los labios en su intención de clasificarse para la promoción de ascenso a Primera División. Pero los tiempos han marcado que los caminos de Julián Calero y el club levantinista se unan en un momento en el que el futuro, mientras la competitividad aumenta dentro de la categoría, es incierto, pero donde la ilusión de regresar a la élite del fútbol español retumba por los alrededores del coliseo de Orriols. Tras semanas en las que su nombre correteó y subió como la espuma entre los aficionados ante las informaciones difundidas, Julián Calero ya es una realidad en el Ciutat de València.
El club hizo oficial la incorporación del entrenador madrileño para las dos próximas temporadas después de finalizar su relación profesional con el Cartagena y preparado para seguir siendo una de las sensaciones de la categoría de plata como granota. Sin embargo, no será un desafío sencillo en su holgada trayectoria en los banquillos, labrada en el barro, curtida en todas sus áreas y que le ha llevado a un fútbol profesional que lleva tres años disfrutando de sus características. No en vano, los precedentes despiertan ilusión en una parroquia azulgrana que suspira por que sea el entrenador indicado. El que devuelva al Levante, de una vez por todas, a Primera División.
Julián Calero, pese a que tener dos décadas de experiencia a sus espaldas como técnico, afrontará su cuarta temporada en Segunda División después de dejar huella en Burgos y Cartagena.