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Juan Pedro Cosano (Jerez, 1960) es un abogado que ha estado implicado en causas imposibles como la del ‘padre coraje’. Además de amar su profesión, es un notable escritor que se hizo famoso con su trilogía sobre el letrado Pedro de Alemán . Ahora regresa recreando los años finales de la Guerra Civil y de inicios de la posguerra en su nueva novela, ‘El abogado de rojos’ (Espasa), donde su protagonista, Eduardo Peña , pasará de la cárcel franquista a formar parte de la maquinaria de venganza y represión en la que se ha convertido el sistema judicial.—Ambientar una historia como la que cuenta en ‘El abogado de rojos’ habrá requerido una gran documentación, ¿no es así?—A mí me encantó el Madrid de la guerra y de la posguerra cuando escribí ‘La fuente de oro’, novela de publiqué hace ocho años. Parte de la historia recreaba ese Madrid devastado por la guerra, hambriento y racionado, pero al mismo tiempo pujante por recuperar la vitalidad de antaño, algo que de hecho hizo después. Yo decía que nunca iba a escribir sobre la Guerra Civil porque hay mucho escrito y porque es una época triste y dolorosa en España. Unos y otros cometieron excesos y hay quien se empeña en resucitar odios antiguos, en enarbolar banderas que deberían estar arrambladas en el rincón más oscuro de la casa o en abrir heridas que debían de estar cicatrizadas. Me propuse escribir una novela que hablara sobre la guerra civil, pero desde la reconciliación. Hacerlo con un aire de esperanza y de una forma neutral, ecuánime y equidistante.—¿Cómo ve la literatura española que versa sobre la Guerra Civil?—La literatura española que se ha hecho sobre la Guerra Civil en los últimos cincuenta años la veo muy maniquea, en el sentido de que sólo había unos buenos y unos malos, y eran siempre los mismos. La realidad sobre la Guerra Civil es que héroes y villanos los hubo en los dos bandos, igual que valientes y cobardes. Yo quería contar eso y sobre todo que aquello no se puede repetir y que hay que acabar con la idea de las dos Españas, una herencia que quisimos enterrar en la Transición, pero hoy en día hay gente que se empeña en resucitarla y en crear un abismo insondable. Mi granito de arena es intentar acabar con lo que pasó, que no se vuelva a repetir y caminar juntos sin los rencores del pasado. Esa es la idea fundamental de la novela.«Me da mucha pena cuando veo a gente joven que no sabe lo que fue la Guerra Civil, más allá de lo que han podido leer con o sin sesgo, y que guardan tanto odio y rencor» Juan Pedro Cosano Abogado y escritor—Parece que hoy se olvidan valores como los de la reconciliación y el perdón.—Sí. A mí me da mucha pena cuando veo a gente joven que no sabe lo que fue la guerra, más allá de lo que han podido leer con o sin sesgo, y que guardan tanto odio y rencor. Se olvidan de que cada uno, desde su forma de pensar, puede crear un futuro mejor alejado de esos odios. Yo no viví la guerra por mi edad ni mis padres apenas la vivieron, pero sí he podido oír historias familiares de lo que fue la contienda. Fue una tragedia que nadie quiso. Se habla siempre de dos bandos, pero hubo un tercer bando inmensamente mayoritario, el de aquellos que no querían la guerra y se vieron obligados a soportarla. La vivieron y la sintieron no en función de una idea, sino de un territorio. Quien viviera en Salamanca o en Burgos tuvo que aferrarse a una idea y quien viviera en Madrid o Ciudad Real tuvo que aferrarse a otra. La novela retrata ese bando silencioso que no quería la Guerra Civil y que la tuvieron que soportar. El protagonista y la mayoría de los personajes de la novela pertenecen a ese tercer bando. —Casi nunca se le da voz a esos personajes que han quedado silenciados por la historia.—Tanto en la literatura como en el cine las historias suelen protagonizarlas los adeptos o militantes. Pero las personas de ese tercer bando han sido olvidados y realmente fueron los héroes. La madre de Eduardo Peña fue una heroína al poder sacar adelante a su hijo durante veinte años sin la presencia de su marido. Es la grandeza del ser anónimo. Eduardo fue también grande porque es un abogado que fue capaz de alzar la voz por los presos rojos, no en defensa de una idea, sino de la reconciliación, de la indulgencia y la misericordia, algo que los antiguos romanos consideraban elementos consustanciales a la justicia. —¿Cómo surgió el personaje de Eduardo?—Sabía que quería escribir sobre los consejos de guerra y me hacía falta un abogado. Poco a poco, Eduardo va evolucionando de ser una persona pusilánime, cobarde y dolida por el abandono de su padre hasta convertirse en el abogado de la tercera parte de la novela. Ese proceso ha sido muy doloroso para él y para mí ha supuesto un trabajo enorme a la hora de acompañarlo. Franco tuvo tal necesidad de abogados militares para dar soporte a los miles de consejos de guerra que tuvo que tirar de abogados que habían sido condenados por pertenecer al ejército republicano para integrarlos en el cuerpo jurídico militar. Hay muy poco escrito sobre eso, no fue algo masivo, pero sí fue un hecho real.
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