La 41 ª edición de Sagunt a Escena va llegando a su fin. Sin embargo, el público todavía puede disfrutar estos días de algunas obras representadas por un reconocido elenco de actores y actrices. El humorista Joaquín Reyes se sube esta noche al escenario del Teatro Romano para interpretar “La Paz de Aristófanes”, dirigida por Rakel Camacho. Es la primera vez que el cómico se pone al frente de una obra teatral.
-Le hemos visto en todas las facetas y ahora se adentra en el formato del teatro clásico. ¿Cómo ha sido esta incursión?
-Muy inesperada porque no era algo que tuviera en la agenda. Nunca había hecho teatro. Fue una decisión de la directora, que tenía muy claro que me quería. Expresé mis dudas y me envió el texto, que se trata de una celebración grotesca de Aristófanes. Ella me persuadió y me empezó a contar cómo quería el montaje, cómo era el personaje… Vi que era una comedia, me gustó mucho el texto, pero también vi que era un texto muy exigente, por lo que requería de mí mucho compromiso. Al final me tiré a la piscina, pero tenía muchísimas dudas.
-¿Qué ha sido lo más complicado de esta preparación?
-La obra es una obra muy coral. Las obras de Nieva se representan poco porque son obras muy espectaculares, muy complejas y que requieren mucho de los actores. Lo que más me llama la atención es el texto. Es un texto muy estilizado, muy rico, muy exigente y que requería de mucho trabajo por mi parte.
-Canta y baila, ¿se podría decir que se ha convertido en un actor 360 º?
-Cantamos, bailamos, hay un coro… También eso era otro aliciente y otro reto. Las coreografías había que hacerlas bien, hacerlas limpias y que lucieran. Esta obra está pensada para representarse en Mérida y en Sagunt. Es decir, en teatros romanos con un escenario muy grande, con lo cual todo tiene que lucir y se tiene que hacer grande. Es un teatro pensado para mucho público.
-¿El espectador está acostumbrado a este tipo de espectáculos en teatros como Mérida o Sagunt?
-Sagunt y Mérida son casi una excepción porque el teatro clásico no se representa tanto como se debería. La gente puede que tenga ciertos prejuicios, parece un teatro que suena lejano, que no son los referentes que ahora manejamos. Lo curioso de estas obras y de estas comedias es que son muy actuales. Mi personaje viaja al Olimpo para traer la paz a la tierra, que está en guerra. Si pensamos cómo es la situación ahora, parece que no cambia gran cosa. Somos incapaces de cuidar la paz, parece que solo nos gusta la guerra. Se debería programar más teatro clásico.
-En las guerras, los implicados tratan de traer la victoria, pero sería mucho mejor conseguir la paz.
-La historia la escriben los vencedores. Y la paz requiere un esfuerzo de todos. Ese es el problema. Cuando pensamos en la paz, pensamos en grandes conflictos, en los que nosotros poco podemos hacer como ciudadanos. La paz también es ponerse en el lugar del otro, siendo amables, comprensivos y tolerantes. La paz hay que cuidarla, pero todos los días, y trabajar por ella en nuestro día a día.
-¿Es posible reflexionar sobre estos temas a través del humor?
-Me parece que muchas veces la comedia es más efectiva. Parece que la comedia solo puede hablar de cosas frívolas, que efectivamente puede hacerlo, pero también puede hablar de cosas muy profundas e importantes. Hay comedias que te pueden conmover y te pueden hacer reflexionar.
-¿Cree que la gente puede salir de la función con un cambio de mentalidad o no es lo que se busca en esta obra?
-Me gustaría que por lo menos salieran pensando que la paz es posible, que merece la pena ser pacifista. Vivimos en un mundo donde nos estamos rearmando, donde se criminaliza al otro, se criminaliza al emigrante. La paz es algo que exige de todos. Me gustaría que la gente saliera de esta obra pensando que eso es posible y que merece la pena.
-Estamos rodeados de noticias negativas y parece que como sociedad nos estamos volviendo más agresivos.
-Desde ciertos sectores se criminaliza a los emigrantes. Es una actitud horrible. El racismo o la extrema derecha afectan a la convivencia. Criminalizan al distinto, al pobre. Muchas veces hablamos de los grandes conflictos, pero tenemos que mirarnos a nosotros como sociedad e intentar trabajar en eso. Como sociedad hemos avanzado muchísimo, pero hay que cuidar lo que tenemos, nuestra democracia, nuestras libertades sociales y la convivencia.
-Volviendo a su personaje, se podría decir que es una especie de Quijote.
-Es un personaje quijotesco, tomado por loco. Es un antihéroe. No viaja al Olimpo en un caballo alado, sino que viaja en un escarabajo porque están en guerra. Empieza la obra de Aristófanes con mierda porque cuando uno está en un mundo de guerra, lo que tiene es mierda. Esto es parte del lenguaje simbólico de la obra, pero es eficaz este punto de partida. Tiene ese punto parecido con el Quijote porque es alguien que es un soñador. Y a pesar de lo que le dicen los demás, él cree que es posible esta utopía de traer la paz.
-Parece que es más fácil reírse del pasado que de la actualidad.
-Me ha parecido muy interesante que tiene una mirada muy actual. Podemos trasladar esta situación a lo que estamos viendo ahora con el genocidio de Gaza, que se está masacrando a civiles, a niños y a mujeres.
Suscríbete para seguir leyendo