El pasado mayo llegó al mercado Senua’s Saga: Hellblade II, la esperada secuela de un título que dejó una marcada impresión allá por su salida en 2017. Ninja Theory, su estudio responsable y que por entonces había trabajado en juegos tan emblemáticos como Heavenly Sword, Enslaved o DmC, decidió probar algo distinto.
Lo que se sigue llamando a día de hoy como un triple A independiente, un proyecto desarrollado por un grupo pequeño de trabajadores y autofinanciado, lo que permite una libertad creativa total y mayor independencia de los plazos y exigencias de los inversores.
Y la fórmula sigue funcionando a día de hoy, como hace poco demostró Vanillaware con su espectacular éxito en Unicorn Overlord.
Hellblade: Senua’s Sacrifice
Si aún no has tenido la oportunidad de echarle un ojo al primer título, te recomiendo encarecidamente que lo hagas: no hay experiencias equiparables aún en el mercado actual, y su apartado gráfico ha envejecido sorprendentemente bien gracias a su estética cinematográfica.
Estamos ante un título de exploración y acción que nos pone en la piel de Senua, una guerrera celta cuyo objetivo es nada más y nada menos que recuperar a su amante del Nilfheim, la tierra de los muertos de la mitología nórdica.
Por el camino tendrá que enfrentarse no sólo a deidades, espectros y criaturas de todo tipo, sino también a la psicosis que afecta a Senua, provocándole visiones y alucinaciones que desdibujan la barrera de lo que es real y no.
El juego apuesta poderosamente por la experiencia narrativa, con una pantalla libre de interfaz alguna y sin tutoriales: pura experimentación e inmersión, consiguiendo así ese efecto único que hizo tan especial este título.
Los aficionados a la mitología nórdica disfrutarán descubriendo las historias que el juego nos descubre en el viaje de Senua, entre puzles y combates, todo ello con un enfoque creíble y realista dentro de lo que el marco mitológico es.
Artísticamente es simple y llanamente impresionante, aún hoy, y vale la pena calzarse los mejores auriculares que haya en casa y ponerse ante la pantalla más grande para vivir la experiencia como se merece.
Por si todo esto fuera poco, el juego incluye un documental de una media hora acerca de cómo Ninja Theory investigó sobre la psicosis, algo que vale mucho la pena ver una vez terminado el juego.
Así que antes de lanzarte a por la segunda parte, aquí te dejo sus orígines. Tienes Hellblade: Senua’s Sacrifice para PS4 por 19,99€ en PcComponentes o por 20,63€ en Amazon o para Xbox One por 29,99€.
Senua’s Saga: Hellbalde II
Hellblade II nos presenta la continuación del viaje de Senua con unas mecánicas y estilo de juego muy parecidos a los de su predecesor pero que resulta en una apuesta más ambiciosa en general.
Con Senua naufragada y buscando venganza contra los vikingos, aquí sigue siendo muy importante el componente de la psicosis de Senua y sus voces, aunque la historia es un tanto menos intimista, con más personajes en juego.
Cinematográficamente el juego ha conseguido superar el listón de la anterior entrega, apostando aún más por una experiencia de cine. Tanto es así que se han tomado algunas decisiones polémicas como la implementación de barras negras horizontales arriba y abajo para dar un formato ultrawide de 21:9 como el del cine o la limitación a 30 fps en consola buscando la cercanía a una cinta (aunque en realidad las consolas actuales no podrían moverlo a mucho más).
Se mantiene la dificultad dinámica que se ajusta al nivel del jugador y sigue primando la espectacularidad y lo cinemático por encima de todo, y es que Hellblade II sigue siendo una experiencia inmersiva: una película interactiva.
Así, su jugabilidad sigue sin ser demasiado profunda, porque sencillamente no es lo que se busca. Como el primer título, es posible terminarlo en unas 7 horas, aunque es también muy rejugable.
Si te gusta el cine, no puedes equivocarte con esta saga. Sin embargo, si lo tuyo es machacar botones puede que lo que Hellblade ofrece no te enganche. Para los fans de los gráficos, se puede decir que Senua’s Saga: Hellblade II está prácticamente a la altura de Alan Wake 2, con un aspecto visual que deja sin aliento.
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