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Guardiola inmortaliza al Manchester City con el Mundial de Clubs

Si Pep Guardiola adquirió la condición de leyenda por ser el primer entrenador de la historia que ligó el sextete del fútbol, con el Barça en 2009, la nueva gesta firmada con el Manchester City le garantiza ya tener una estatua en la entrada principal del Etihad Stadium. Cerró el técnico de Santpedor el círculo de la temporada casi perfecta con cinco títulos de los seis posibles a los que aspiraba su equipo, inmortalizando al City en la élite mundial, un lugar en el que jamás osó estar ni el más optimista de sus seguidores.

Hasta que llegó Guardiola en 2016 y empezó la recolección de trofeos: 17 en siete temporadas y media, casi los mismos (18) que en los 136 años anteriores. El City nunca había conquistado la Champions ni la Supercopa de España ni por supuesto el Mundial de Clubs. Guardiola tiene todas las copas repetidas. La cuarta que ganó a costa del Fluminense le eleva al más laureado de la competición, con cuatro (dos con el Barça, una con el Bayern) y deja atrás a Carlo Ancelotti, con tres.

Un par de Julián

Fue el triunfo más sencillo para el técnico, que vistió un traje parecido al de 2009, ni que fuera supersticioso. Carece de motivos. Nada sobrenatural le ayudó para vapulear al Fluminense (4-0), resultado que certificó la diferencia, sideral, entre ambos equipos. Julián Álvarez, con dos goles, igualó también al inmortal Pedro hace 14 años, capaz como fue de anotar en las seis competiciones. Por no hablar el Mundial con Argentina.

Nadie echó en falta a Erling Haaland en la cita cumbre, evocado solo por las imágenes de televisión que le enfocaban, sentado en la grada, con Kevin de Bruyne y Jeremy Doku. Si se hubieran recuperado de las lesiones, la reglamentación les impedía participar en la final ya que no habían entrado en el acta arbitral del partido anterior. Al City le sobran recursos. Indisponible Haaland para ejercer de nueve, está lista siempre Julián Álvarez. A menudo, sin embargo, conviven a menudo en el mismo once sin recelos ni egoísmos.

Torpeza de Marcelo

El Fluminense cavó su fosa a partir de una monumental torpeza de Marcelo, uno de sus hombres más expertos en un equipo veteranísimo. A los 35 años, al exlateral blanco le entró el tembleque en la primera presión del City ¡a los 40 segundos! y se sacó el balón de encima hacia el interior del campo. Lo interceptó Nathan Aké, que avanzó solo y disparó al poste. El rechace cayó a pies de Julián; mejor dicho, a media altura. Con el pecho remató a puerta vacía, emulando el remate de Messi en la prórroga de la final del Mundial de 2009 que desató las lágrimas de Guardiola.

Aquel día cerraron el Barça y Guardiola el círculo del primer sextete jamás visto, años más tarde igualado por el Bayern Múnich (2021). El City se ha quedado con el repóquer: falló en la Supercopa inglesa derrotado por los penaltis por el Arsenal. Ya tenía Guardiola otro repóquer con el Barça (2011), frustrado por la ausencia de la Copa del Rey.

El único patadón

Fue, el de Marcelo, el único patadón del Fluminense, que siempre quiso sacar el balón raseado. Desde el portero Fabio, un frívolo que hizo un par de regates en el área de meta para burlar el acoso celeste. Tan o más experimentado que Marcelo, a los 43 años, que estableció el récord de vejez en la final, arrebatándoselo a Felipe Melo, el central, con los 40 muy buen puestos.

Con los años y los kilos a cuestas, pero también por su voluntad y el modelo que desea seguir, el Fluminense se desplegó a su ritmo. La técnica de sus futbolistas le permitió zafarse de la presión adelantada del City. Abandonada por imposible y antinatural la idea del contraataque, nunca pudo sorprender al conjunto inglés. Lo que no quiere decir que no pudiera marcar: Ederson, en otro error individual, entregó una pelota. Luego restituyó su honor con un paradón a cabezazo de Jhon Arias en un córner.

El mal estado del campo, imperfecto y de densa hierba, perjudicó por igual en la ocasión “única” que se presentaba a los dos equipos, ilusionados con estrenar su palmarés en la competición. Al City le precedieron tres de los grandes (Manchester United, Liverpool y Chelsea) y al Fluminense seis brasileños. El pobre Ganso, que jugó con el Santos la edición de 2011 contra el Barça, se topó con el mismo problema (Guardiola) y el mismo desenlace (4-0)





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