La llegada de la abundancia alimentaria y el cambio radical de estilo de vida ha afectado a nuestro metabolismo. Retenemos más grasas, nos ponemos enfermos más fácilmente y estamos constantemente luchando contra un proceso natural que no se adapta a nuestro día.
El metabolismo solía ser flexible, así lo asegura la doctora Isabel Belaustegui Trías, (Madrid, 18 de octubre de 1975), licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Madrid, especialista en Anatomía Patológica y máster en Terapia Neural y Odontología Neurofocal, con quién nos hemos encontrado por motivo del lanzamiento de su libro Optimiza tu metabolismo.
El metabolismo se adaptaba a periodos de hambruna y periodos de comilona y decidía de donde convenía mejor conseguir la energía, siempre asegurándose de quitarte los kilos de más cuando era necesario.
Pero ahora, los picos constantes de insulina y una pirámide de alimentación totalmente invertida impiden a nuestras células hacer los trabajos más básicos, resultando en graves consecuencias. La doctora nos explica alguna de ellas.
¿Cómo sabes si tienes flexibilidad metabólica?
Hay pruebas científicas específicas reservadas para casos concretos de deportistas de élite, pero la manera más fácil y cotidiana de saberlo es:
- Ver cómo toleras estar en ayunas y cómo es tu energía
- Observa si tienes energía estable o tienes altibajos
- ¿Eres incapaz de salir a caminar o hacer ejercicios sin haber comido nada?
- Qué tal te concentras o cómo te sientes a nivel emocional cuando estás en ayunas
- ¿Tienes dificultad para perder peso y grasa?
Cuando tenemos buena flexibilidad metabólica tenemos energía estable y podemos recurrir a la fuente de grasa y, por tanto, quemar la que está acumulada en forma de michelín. También tenemos más claridad mental, más capacidad de enfocarnos en tareas más creativas e, incluso, más equilibrio emocional.
Cuando tenemos buena flexibilidad metabólica tenemos energía estable y podemos recurrir a la fuente de grasa y, por tanto, quemar la que está acumulada en forma de michelín
Siempre se dice que el desayuno es la comida más importante del día… ¿Si estamos en ayunas deberíamos tener suficiente energía? ¿Nuestro cuerpo debería alimentarse de los depósitos extras de grasa?
Claro, esa es la gran propiedad o el gran regalo que nos hace la flexibilidad metabólica: poder recurrir a la energía que hemos guardado en nuestro cuerpo en forma de grasa. Es un mecanismo ancestral de adaptación y la pena es que con el tipo de vida que llevamos y los alimentos modernos de las últimas décadas estamos perdiendo la flexibilidad metabólica, aunque sea algo inherente a la naturaleza humana.
¿Cómo podemos entrenar el metabolismo para que vuelva a ser flexible?
Una parte fundamental es cambiar hacia una dieta baja en carbohidratos que sean de alto índice glucémico y con azúcares simples. El objetivo es que debe de dispararse la glucosa en la sangre y la producción de insulina para tener una flexibilidad metabólica que alterne entre la quema de glucosa y la quema de grasa según el combustible de alimentos que hemos ingerido o las circunstancias en las que estamos.
Cuando tenemos flexibilidad metabólica y estamos en ayunas, podemos pasar a la vía de la combustión de grasa de reserva. Así podemos controlar el peso y tener más energía. Es fundamental que:
- Pasemos a una dieta baja en carbohidratos simples y rica en grasas saludables
- Activemos las rutas metabólicas haciendo ejercicio
- Hagamos ayuno intermitente. Se ha puesto de moda en los últimos años y despierta dudas y recelos, pero bien aplicado es fundamental para mejorar la flexibilidad metabólica.
Uno de los miedos del ayuno intermitente es el peligro de experimentar un trastorno de la conducta alimentaria al obsesionarte con la dieta y perder el balance.
Al contrario. El ayuno intermitente te da más estabilidad, equilibrio y sensación de bienestar. Además, te da libertad respecto a los caprichos y te desenganchas del azúcar. Estás más fuerte y empoderado con las riendas de tu salud y el control de la comida. Tú la controlas a ella y no ella a ti. Esto debe ser compatibilizado con una buena alimentación, ejercicio, estilo de vida, descanso y gestión del estrés.
Somos capaces de comer mejor y perder esa obsesión y ansiedad por los alimentos
En el libro, aseguras que hay “una epidemia de falta de salud”. ¿Crees que esto se podría controlar mejor desde la sanidad pública o la atención primaria?
Una labor importante del médico es informar acerca de lo que cada persona puede hacer en su día a día para cuidarse. Ya lo decía el padre de la medicina, Hipócrates, que la base está en la alimentación y el estilo de vida. Entonces, ojalá los médicos tuvieran más tiempo para poder explicar este tipo de cosas a los pacientes.
A cambio, yo hago divulgación. Es mi manera de dar esa parte de información médica de uso cotidiano para el cuidado de la salud. Como yo, otros tantos que están creciendo y, por suerte, cada vez hay más médicos y profesionales de la salud compartiendo el conocimiento que ayuda a cuidar la salud cada día.
Así ha sido la carrera de Isabel Belaustegui
La doctora Isabel Belaustegui Trísa se licencó en Medicina y Cirugía en la Universidad Autónoma de Madrid, especializada en Anatomía Patológica. Después, realizo un máster en Terapia Neural y Odontología Neurofocal. Ha trabajado compaginando la consulta privada con la divulgación.
En 2018 fundó Vida Potencial, una plataforma educativa sobre nutrición y hábitos de vida saludables. Convencida de que a través del conocimiento una sociedad más sana y, con ello, más feliz es posible, en la actualidad se dedica en exclusiva a la comunicación en salud a través del trabajo en Vida Potencial y la colaboración con otras entidades.
El conocimiento general parece ser lo contrario a lo que usted divulga. De hecho, usted asegura que hay “calorías buenas y calorías malas”. ¿Qué quiere decir?
Hay que saber qué hay detrás de las calorías, porque no funciona solo contando el número total. Hay que tener en cuenta el cambio hormonal, metabólico nutricional… No es lo mismo las calorías de un refresco que las de un plato de verduras.
No vale contar cuántas calorías entran y salen, hay que ver qué sucede a nivel metabólico porque la clave de la salud en muchos casos es la respuesta metabólica de nuestro cuerpo a todos los niveles de nuestro organismo.
Usted asegura que representaría la pirámide de alimentación al revés. ¿Cómo sería su pirámide ideal?
La pirámide nutricional que conocemos desde hace década pone la base, es decir, recomienda comer todos los días varias veces al día azúcar, harinas refinadas, lácteos, bollería, pasta, galletas… Esto deberíamos tomarlo muchas menos veces y no a diario. Tenemos que centrarnos en carbohidratos saludables como las verduras, hortalizas, frutas de índice glucémico medio-bajo y esto, sin embargo, está olvidado.
Esto está dificultando a controlar el peso y está proliferando esta epidemia de la obesidad en la que vivimos y de la que derivan muchos problemas de salud. Es importante entonces cambiar la pirámide de alimentación y quitar de la punta de arriba las grasas saludables.
Las grasas saludables son muy necesarias para nuestra salud y para controlar nuestro peso aunque sean alimentos calóricos y energéticos densos. Bien utilizadas, las grasas saludables del aceite de oliva virgen extra, el aguacate, las semillas, los frutos secos e incluso la mantequilla son elementos muy importantes para nuestra salud. Activan el metabolismo que favorecen la flexibilidad metabólica y el control del peso.
Más allá del peso, asegura que la rigidez metabólica está relacionada con el Alzheimer. ¿Cómo es posible?
Se ha demostrado que hay una asociación entre la falta de flexibilidad metabólica y el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y otras demencias porque las células nerviosas no pueden obtener el metabolismo que requieren de una forma eficiente y, por tanto, tienen menos energía fundamental vital para poder hacer sus funciones vitales y tiene más residuos en forma de exceso de radicales libres que dañan directamente.
Tenemos que salir del túnel mental de que la dieta solo influye en el peso y entender que lo que comemos nos hace lo que somos y fomenta o perjudica nuestra salud del bienestar.
La clave suele estar en la dieta mediterránea, cada vez más alejada de nosotros. ¿Estamos a tiempo aun de volver a lo normal?
Somos afortunados en nuestro entorno porque, de verdad, hay una riqueza de alimentos naturales muy valiosa y yo creo que sí que la tenemos que rescatar. No tenemos que perder un instante más porque es lo que nos mantiene sanos, felices, lúcidos… Nos lleva a tantos lugares literal y figuradamente e influye en cómo estamos física, mental y emocionalmente. Eso algo muy importante que tenemos que cuidar y rescatar.