A Fernando Trueba no hay ningún reto que se le resista. Cuarenta y cuatro años de su debut, el director se adentra en un nuevo género con su nueva película Isla perdida, protagonizada por Matt Dillon y Aida Folch. Trueba ha presentado esta tarde su nueva obra en los cines Kinépolis.
-Se adentra en el género de suspense como un tributo a Alfred Hitchcock y Patricia Highsmith. ¿Qué le inspiran estas figuras?
-Son parte de mi vida. Las novelas de ella y las películas de él han estado ahí durante años y años. Yo fui a entrevistar a Patricia Highsmithcuando vivía en Francia, que todavía no era muy conocida en España. Fue a raíz de esa entrevista que empezaron a editarse sus novelas.
-¿Por qué ha decidido adentrarse ahora en el suspense?
-Siempre me ha encantado. En una época tuvimos la opción de hacer una novela de Patricia. También escribí otro guión que todavía está por ahí, que no he hecho. Es un género que ha estado ahí siempre en mi vida dando vueltas.
-¿Qué ha sido lo más complicado a la hora de hacer la película?
-Ha sido un gran disfrute hacer la película. Lo más complicado era mantener la atmósfera de la historia y el cambio de atmósfera que va teniendo la historia de principio a fin. Es una evolución desde luz del principio a la oscuridad del final. No solo se produce a nivel del clima, sino a nivel de lo que les está ocurriendo a los personajes. Había que tener eso muy presente todo el tiempo, ir fabricando y trabajando plano a plano y escena a escena.
-Hace un recorrido por las distintas estaciones. ¿Por qué deja fuera la primavera?
-Siempre pensé que era una historia de verano, otoño e invierno. No necesitábamos la primavera en la historia.
-Siendo de suspense, se centra más en el colorido del verano que en la oscuridad del invierno.
-Son más o menos iguales. Quizá el primer acto, que es el verano, es un poquito más largo que los otros. Más o menos está bastante equilibrado. Al principio tienes la presentación del lugar, de los personajes…
-En la película no sólo son importantes los personajes, sino también la atmósfera.
-La película lo que quiere es coger al espectador en la realidad, llevarle a una realidad donde él se pueda sentir como si él estuviera allí. Y poco a poco irle llevando a otro lado, menos de la realidad y más del cine.
-¿Qué tienen las islas para que sean un lugar recurrente en los ‘thrillers’?
-Las islas siempre han atraído. A mí desde niño me atraía. Dos de mis novelas favoritas eran La isla misteriosa, de Julio Verne, y La isla del tesoro, de Stevenson. Las islas siempre me han parecido algo bello. Siempre me imaginé esta película en una isla.
-Los personajes regresan a su pasado. ¿Hace usted también ese viaje?
-Inevitablemente, lo único que tenemos es el pasado. El presente es una cosa que existe durante medio segundo. No hay quien lo coja, no puede estar en presente y el futuro no está en ningún lado. La única cosa que poseemos y que tenemos de verdad es el pasado.
-La obra también viaja a los atentados de las Torres Gemelas o nos recuerda esos teléfonos antiguos.
-Quería que esto ocurriera en un momento en el que existen los móviles, pero todavía no están tan desarrollados como ahora. Y quería que las cosas que han ocurrido en el pasado, en aquella época de drogas, sexo y rock and roll estuvieran situados en esa época. Las Torres Gemelas son una imagen inquietante y muy reconocible para todo el mundo. Todos sabemos dónde estábamos.
-Sin embargo, no es una película de reivindicación, sino de contar una historia.
-Me apetecía mucho hacer una película donde el cine fuera el protagonista, que fuera cine puro. Todas las películas tienen una parte de historia real y de cosas que les pasan a personajes. Y aquí vivimos toda la historia con esta mujer y la acompañamos de principio a fin.
-Sin tener reivindicaciones sí que podemos ver temas actuales como el amor tóxico.
-Por supuesto, eso está ahí, obviamente. Está ahí el cómo a veces acabamos siendo prisioneros de nuestros deseos y de nuestros sueños y a veces víctimas. Desgraciadamente es algo muy real. Siempre ha estado ahí, pero somos más conscientes y reflexionamos mucho sobre él.
-Se encuentra de promoción, pero dentro de una semana se estrena otra Volveréis, en la que le veremos como actor. ¿Cómo ha sido ese cambio de papel?
-Fue muy bonito. Cuando me lo dijo Jonás, le dije que estaba loco, que cogiera a un actor. Él me decía que tenía que ser yo. Yo no quería estropearle la película, era mucha responsabilidad, pero insistió tanto que me dejé llevar. Que te dirija tu hijo es una sensación muy bonita. Es muy mágico, nunca me imaginé que algo así me podía pasar.
-Tras esta experiencia, ¿entiende más a los actores?
-Siempre empatizo mucho con los actores. Y empiezo empatizando con los personajes cuando escribo con ellos. Siempre he dicho que soy incapaz de contar historias de personajes a los que no quiero. A Alex es una chica a la que quiero, a la que aprecio. Quiero pasar con ella ese tiempo de la historia y contar su historia.
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