Llegar a cualquier punta del planeta jamás ha estado más a nuestro alcance. Los vuelos internacionales están a la orden del día y son muchos los que reservan las vacaciones de verano para volar a otros continentes.
Para ello, deben prepararse para pasar largas horas en un avión, en un pequeño asiento sin apenas hueco para tumbarse, dormir a gusto o pasear. Un estrés que puede tener graves consecuencias para el cuerpo.
Así lo aseguró un estudio que acuñó el término “Economy Class Syndrome”, traducido al español como síndrome de la clase turista donde avisaba del riesgo de que se produjeran tromboembolismos venosos si no se tomaban las medidas necesarias.
¿Por qué se produce un tromboembolismo venoso?
Un tromboembolismo venoso (TEV) es un coágulo en sangre que se puede dar sobre todo en las piernas y provocar dos graves afecciones si no se tratan a tiempo;
- Trombosis venosa profunda
- Embolia pulmonar.
Un TEV puede surgir en situaciones de inmovilización, según explica doctor Manuel Anguita, portavoz de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Especialmente, tras el posoperatorio de cirugías traumatológicas que requieren que el paciente se quede largas horas en cama.
“Un viaje es una inmovilización al igual que estar en cama”, ha señalado Anguita:
- “Si te pasas ocho o nueve horas en un autobús o avión sentado sin mover los músculos de las piernas, eso hace que el flujo de la sangre hacia arriba disminuya“.
La formación del coágulo puede dar lugar a varices o una infección que se puede curar “con relativa facilidad”.
“La complicación más grave del conocido síndrome de la clase turista”, revela el doctor Ramón Lecumberri, portavoz de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH): “es que los coágulos se desprendan y lleguen al pulmón“.
El coágulo podría obstruir del flujo de las arterias pulmonares y provocar la muerte del paciente si no se trata a tiempo.
No obstante, el doctor Lecumberri asegura que es una consecuencia extrema que es complicado saber con exactitud con qué frecuencia sucede, ya que siempre son “datos sesgados que han podido ser diagnosticados semanas después de montar en avión”: “No sé puede saber si se ha debido a eso o no”.
Un estudio de 2020 de la incidencia del TEV en España entre 2006 y 2015 asegura que, en general,:
- Hay 154 casos por cada 100.000 habitantes
- La media de edad es de 65 años
- Es más frecuente en varones
- Su incidencia aumenta con la edad.
Pacientes de riesgo
Lo más importante a tener en cuenta con el síndrome de la clase turista es que, aunque el nombre apele a cientos de viajeros, los que más deben de preocuparse son aquellos pacientes de riesgo con problemas anteriores de circulación.
El portavoz de SEC da algunos ejemplos de personas con predisposición a sufrir un tromboembolismo venoso (TEV):
- Pacientes de todo tipo de cáncer, “sobre todo abdominales o de pulmón“.
- Personas con insuficiencia venosa en las piernas como varices o falta de tono venoso.
- Mujeres embarazadas, ya que “la presión del feto puede obstruir y comprimir las venas”.
- Pacientes que hayan sufrido trombos con anterioridad.
- Personas con predisposición genética a sufrir trombos.
¿Qué se puede hacer para prevenirlo?
Los ejercicios que se pueden realizar si no te puedes mover durante el vuelo son “flexiones o extensiones del pie que contraigan los músculos de la pantorrilla”, sugiere Anguita:
- “Se tienen que contraer los músculos porque eso es como si se ‘ordeñarán las venas’ y así ayuda a la sangre a subir en contra de la gravedad hacia arriba”.
- También es importante beber agua o zumos, comenta Lecumberri, pero nunca bebidas alcohólicas: “Una sangre un poco más espesa puede favorecer al riesgo de desarrollar un trombo en un viaje de larga distancia”.
- Además, por supuesto, se pide que se intente levantarse cada ciertas horas y andar aunque sea por el pasillo del avión para ayudar a la circulación de la sangre.
- Y, para casos con precedentes, unas medias de compresión pueden disminuir el calibre de las venas.
- Como sea, los problemas de circulación no deben ser un impedimento si es necesario coger el avión, ya que incluso se pueden tomar pequeñas dosis de medicamentos anticoagulantes o pedir una inyección de heparina de bajo peso molecular.
Rutina antes y después de montar en el avión
Más allá del tromboembolismo venoso, la doctora Andrea Calderón, Directora del Máster oficial de Nutrición, Composición corporal y metabolismo de la Universidad Europea de Madrid, explica que el viaje en avión puede tener “varios efectos negativos en el cuerpo”:
- Deshidratación por el aire seco de la cabina.
- Hinchazón en las piernas y pies por estar mucho tiempo sentado.
- Malestar digestivo por los cambios de presión.
- Cansancio por los cambio del ritmo del sueño.
Por eso, existen muchas estrategias para intentar que el viaje en avión no afecte a tus próximas horas de turismo. No obstante, “la evidencia científica sobre ellas es más limitada de lo que se piensa“, revela Calderón.
“Por ejemplo, una revisión publicada en la revista British Journal of Sports Medicine evaluó la efectividad de diversas estrategias tanto farmacológicas (como melatonina, sedantes y estimulantes) como no farmacológicas (como ejercicio, sueño, nutrición y luz) para contrarrestar los efectos negativos de los viajes, concluyendo que la evidencia en general es de baja calidad y presenta un alto riesgo de sesgo.”
Igualmente, recomienda “antes de volar” tomar “alimentos ligeros y fáciles de digerir”: “Incluso no comer las horas previas para evitar problemas de digestión”. “Frutas, verduras, yogur, y alimentos ricos en fibra como la avena son buenas opciones”.
“Además, la suplementación con melatonina puede ayudar, pero debe tomarse días o semanas antes de viajar, ya que no tendrá eficacia en el mismo momento”, ha añadido.
Por otra parte, se deben evitar el alcohol, la cafeína, las bebidas con gases o los alimentos pesados.
Al llegar, es importante “ajustarse progresivamente a las horas de luz del destino” y no intentar adecuarse de golpe. “Hacer ejercicio durante las horas soleadas contribuye a una más rápida adaptación”.