Durante estas fechas tan emotivas se reparten a lo largo de toda Europa numerosos mercadillos navideños que ilusionan a locales y visitantes con deslumbrantes decoraciones, productos artesanales y platos de gastronomía local con los que chuparse los dedos. Entre los diez mejores se encuentra el de Tallín, galardonado, además, en 2019 como el Mejor del continente, lo que provocó que su reputación aumentase considerablemente atrayendo, cada año, a más de medio millón de personas de todo el mundo.
La que es una de las joyas de los países Bálticos atesora un rico patrimonio y un bello casco antiguo rodeado por más de dos kilómetros de murallas en el que recorrer a pie sus calles empedradas, entre las que destaca el pasaje de Katarina -una calle abovedada parte de un antiguo convento dominico-, admirar sus casas y torres medievales o visitar alguno de sus templos más famosos. El epicentro de este enclave, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es la histórica plaza de la Ciudad Vieja, del siglo XV, la cual está presidida por el edificio de estilo gótico del Ayuntamiento, en el que destaca su torre de 64 metros de altura coronada por el emblemático Vana Toomas –antiguo guerrero de la ciudad– y las dos gárgolas en forma de dragón realizadas en el siglo XVII.
Aquí se puede medir el pulso de la ciudad, saborear su gran ambiente y disfrutar de su famoso mercadillo navideño, abierto desde el 1 de diciembre hasta el 7 de enero de 2024, en el que se pueden encontrar numerosos puestos de madera que ofrecen una gran variedad de artesanía local que va desde mitones y jerséis de lana, hasta delicados adornos. Asimismo, es el lugar perfecto para probar algunas de las delicatesen locales que van desde patatas asadas y cerdo, pasando por chucrut y mermelada de arándanos rojos, hasta galletas de jengibre y glögi, una bebida tradicional navideña que puede disfrutarse con o sin alcohol.
Una tradición con más de 500 años de historia
Una de las tradiciones más emblemáticas que se llevan a cabo en esta plaza es la iluminación del gran árbol de Navidad, tradición que según se cuenta se originó en 1441 cuando un comerciante bailó y cantó alrededor de un árbol colocado por la Hermandad de las Cabezas Negras en la misma plaza del mercado y lo acabó prendiendo fuego. Por suerte, el fuego dio paso a bombillas y a cientos de adornos siendo los más llamativos los de forma de corazón, que son, además de un símbolo de amor, un tributo a la forma del casco antiguo de la ciudad, que se presenta con esta bella figura y que es apreciable desde las alturas.
La selección del árbol que cada año decora este escenario comienza en septiembre cuando la administración del centro de la ciudad convoca un concurso. Este debe tener entre 14 y 18 metros de alto y ser simétrico. Y, ojo, porque es el mismísimo Papá Noel el que lo lleva hasta allí a finales de noviembre, poco antes de la apertura del mercado navideño. El ejemplar de este 2023 es un abeto de catorce metros de altura traído desde el municipio de Kiili.
Aunque muchos estonios consideran que este es el único árbol de Navidad y optan por no tener uno en casa, el Centro Estatal de Gestión Forestal de Estonia ha desarrollado una aplicación móvil que ayuda a los ciudadanos a encontrar los mejores ejemplares para sus hogares, árboles que puedan talarse sin dañar la naturaleza, y les brinda consejos sobre cómo cuidarlos.
Otros atractivos navideños
Durante estas fechas se puede aprovechar también para visitar Gingerbread Mania, una exposición de arte en la que todos sus objetos están hechos de pan de jengibre y en la que participan un centenar de artistas entre arquitectos, diseñadores, ceramistas y diseñadores visuales. Además, en la cafetería se venden increíbles galletas hechas por dichos artistas que parecen verdaderas obras de arte. El precio de la entrada a este museo navideño es de 3,5 euros para adultos y gratis para los más pequeños.
Aquellos que viajen con niños también pueden acercarse a Lottemaa, en Pärnu (a menos de dos horas de Tallín), un parque temático centrado en el personaje infantil Lotte que durante la Navidad se transforma en un paraíso invernal con multitud de representaciones teatrales, música y actividades.