La comparan con la Capadocia turca y también con las Badlands de Estados Unidos, pero está en Andalucía y visitar la zona es mucho más asequible y barato. Se trata del Geoparque de Granada, un vasto territorio de 4.722 kilómetros cuadrados en los que la naturaleza ha ido creando con los años (con los muchos años, desde hace unos 2,6 millones) un paisaje agreste y hasta intimidante, pero a la vez cautivador y atractivo.
En el periodo Cuaternario, gran parte de la zona estaba ocupada por un río y un lago que se secaron. Al hacerlo se crearon depresiones y hoyas que fueron formando, paulatinamente, sin prisa alguna, el característico y pintoresco paisaje actual. Su relevancia geológica le hace merecedor de ser considerado por la Unesco como un Geoparque, uno de los cuatro que hay en Andalucía. Los otros son los de las Sierras Subbéticas, en Córdoba: Cabo de Gata-Níjar, en Almería; y Sierra Norte, en Sevilla.
No se puede considerar que todas las tierras del Geoparque de Granada sean baldías. Es un territorio que abarca 47 términos municipales de las comarcas de los Montes, Guadix, Baza y Huéscar, donde se produce aceite, vino y almendras, entre otras cosas. Pero las condiciones de vida son duras, de ahí que sólo existan pueblos pequeños diseminados aquí y allá. Entre unos y otros, piedra, aridez, silencio y soledad. Valores estos dos últimos que muchos aprecian.
De ahí que de un tiempo a esta parte se esté promocionando el Geoparque como un destino turístico alternativo y con una demanda variopinta. Por ejemplo, hay empresas que organizan fines de semana aventureros en los que el viajero se tiene que buscar la vida para comer, literalmente, y duerme al raso cubierto con un saco de dormir.
Cada cual es libre de hacer la experiencia más o menos extrema, la acomoda a su idiosincrasia, por decirlo de alguna manera, pero todos tienen recompensas excepcionales, como unos atardeceres mágicos a lo que siguen unas noches frescas y con cielos tachonados de estrellas.
También lo frecuentan los amantes del atletismo y el ciclismo. Obviamente no es un sitio para correr los cien metros lisos o hacer pista, sino para subir y bajar colinas entre arena y calor, desafiando las limitaciones y gozando a la vez de un paisaje casi imposible de encontrar en otras latitudes. Muchos van por su cuenta, pero a veces también se organizan competiciones.
Por supuesto está el aliciente de verlo todo desde arriba, montado en un globo. En Guadix hay varios establecimientos que organizan viajes de aproximadamente dos horas de duración, en los que es más que recomendable llevar algún elemento para grabar paisajes inenarrables. Sin abusar, que el ansia por inmortalizar momentos no arruine el trayecto. inenarrables. Un dato sobre esto: los que lo han probado dicen que arriba, en la barquilla, no se siente vértigo.
Y quienes quieren algo más tranquilo, también lo tienen. Ver el desierto de Gorafe, el parque megalítico o la ruta del acueducto del Toril son cosas que se pueden hacer andando, en senderos de escasa dificultad, o también en 4×4, de manera organizada, para acceder a puntos de más difícil acceso. Lo de allí dentro es todo un mundo y estas líneas sólo pretenden servir de introducción. Se trata, a partir de aquí, de que cada cual profundice y encuentre su viaje. Eso siempre es lo mejor.