Cuando Emma Navarro era pequeña su familia le apodó “chica de hielo”. Era la forma de definir a esa niña que se mostraba imperturbable, serena y que siempre mantenía la compostura. Ahora, esas cualidades las despliega la estadounidense de 23 años sobre las pistas de tenis en el circuito profesional, donde entró hace solo dos años y ha protagonizado un ascenso meteórico en este 2024. Y son también las que ha exhibido este martes en los cuartos de final del Abierto de Estados Unidos ante Paula Badosa para congelar en solo una hora y 12 minutos y con un marcador 6-2 y 7-5 las aspiraciones de la catalana de alcanzar su primera semifinal en un grande.
Navarro ha puesto así abrupto punto final al verano mágico de Badosa, campeona en Washington, semifinalista en Cincinnati y por primera vez a los 26 años en la segunda semana de Flushing Meadows. Y es un final amargo para un momento dulce, en el que la catalana había mostrado con fuerza el resurgimiento de su tenis y de su confianza, que hasta hace solo cuatro meses estuvieron hundidos por los problemas derivados de la lesión de espalda que arrancaron hace 16 meses .
Esa Badosa se desdibujó y sucumbió ante una jugadora en un momento apoteósico de solidez, confianza y avance. Este año Navarro ya había alcanzado los cuartos de final en Wimbledon, llegó a tercera ronda de los Juegos Olímpicos de París y ahora, pase lo que pase en Nueva York, donde nació, arrancará la próxima semana entre las 10 mejores del mundo.
Un partido para olvidar
Salía a la pista Navarro declarándose lista para darlo todo y dar guerra y el primer set dejó claro que no eran solo palabras. La estadounidense se anotó el primer juego en blanco y rompió a Badosa en su primer servicio.
La de Begur iba acumulando errores no forzados (nueve solo en los cuatro primeros juegos, 16 al final en esa manga). Pedía a su palco apoyo e imploraba: “¡Necesito más de vosotros!”. Pero nada frenaba a Navarro, que aprovechaba como se desvanecía Badosa, no le daba ninguna opción en ese parcial y volvía a romperle para llevárselo en solo 29 minutos por 6-2.
Todo pareció cambiar en el arranque del segundo set. Badosa se reencontró. Recupero la fuerza de su servicio, rompió dos veces a Navarro hasta ponerse 5-1. Pero en juego y medio algo pasó, volvió a perder el ritmo, y encadenó de nuevo una serie de errores, y errores, y más errores y desaciertos que Navarro no dejó pasar.
Derecha devastadora
Navarro explicó luego en la pista que incluso cuando fue 2-5 abajo sintió que “podía ganar en dos sets”. “Incluso si perdía, quería marcar el tono del tercero”. Y es que así funciona la mente de esta estrella del tenis estadounidense, que tanto aquí como en Wimbledon se deshizo de Coco Gauff.
No le asusta ningún resultado, se ve merecedora de estar donde está, incluso de ganar en esta ciudad que le vio nacer su primer grande. Si mantiene la mente fría, esa solidez que ha hecho su marca, la derecha devastadora y a la vez elegante, es difícil quitarle la razón. Aunque Aryna Sabalenka o Qinwen Zheng, una de las cuales serán sus rivales en semifinales, lo intentarán.