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El tren con el que descubrir las cumbres de los Pirineos Orientales por menos de 10 euros


Viajar en tren, medio de transporte ha vuelto a cobrar protagonismo en los últimos años, es una opción perfecta para descubrir diferentes ciudades a la vez que se disfruta de bellos paisajes. Tanto en España, como en Europa existen numerosas y atractivas rutas perfectas para organizar una escapada este verano, como la que recorre las cumbres de los Pirineos Orientales con un desnivel de más de 1.000 metros. Este viaje se realiza en el Tren Amarillo, también conocido como ‘el canario’ por su llamativo color, un modelo que circula a una velocidad de 30 km/h y que incluye, además, un vagón descubierto disponible durante los meses de verano.

Origen e historia

Esta línea de tren se creó con el objetivo de sacar del aislamiento a los cantones de la meseta de Cerdán. Tras muchas dudas se decantaron por una vía métrica, convirtiéndose en el ferrocarril con estas características más alto de Europa. Este tipo de vía es aquella en la que los raíles están separados por una distancia de un metro, lo que se traduce en numerosas ventajas como que admite más curvas cerradas, ocupa una superficie menor, es mucho más económica y requiere menos viaductos y túneles. Así mismo, se optó por la tracción eléctrica que pese a que era más cara que la de vapor resultó ser más útil ya que permitió prever al mismo tiempo la electrificación de la región.

Debido a las dificultades del trazado en este entorno montañoso se tardó hasta 30 años en dar forma a esta línea (1880-1910). El primer año entraría en servicio, con una gran acogida, el tramo entre Villefranche-de-Conflent y Mont-Louis-La Cabanasse y no sería hasta 1927 cuando llegase hasta Latour-de-Carol, estación que curiosamente cuenta con tres anchos de vía diferente.


Imagen del Tren Amarillo atravesando el puente de Gisclard


Matthieu Chambraud – Airimage

En la actualidad esta línea no es solo una atracción turística, sino que sigue siendo un medio de transporte esencial para los altos cantones, pues la carretera se cierra con frecuencia debido a la nieve o a los desprendimientos de rocas.

Recorrido y paradas

La línea del Tren Amarillo atraviesa el Parque Natural de los Pirineos Catalanes y pasa por 22 pueblos y aldeas, así como por los valles del Tet y Eyne, al pie del macizo del Canigó. En total, hay 8 paradas obligatorias y 14 opcionales que se recorren en unas tres horas. A lo largo de los 62,6 kilómetros de línea hay 650 estructuras, incluidos 19 túneles y 40 puentes, entre los que destacan el viaducto de Séjourné, con dos pisos y una sorprendente ojiva central que sostiene un pilar, y el puente de Gisclard, el cual ostenta el título del puente colgante ferroviario más antiguo de Francia y el único que sigue en servicio, por lo que está clasificado como Monumento histórico desde 1997.


Imagen del Tren Amarillo atravesando el viaducto de Séjourné


Matthieu Chambraud – Airimage

Los pasajeros se suben en Villefranche-de-Conglent, un pueblo fundado a principios del siglo XI que conserva numerosas huellas de su dilatada historia y de su condición de emplazamiento defensivo. Sus fortificaciones, Patrimonio Mundial de la Unesco, las antiguas murallas, y la Cova Bastera, una cueva natural que transporta al visitante desde la prehistoria hasta nuestros días son algunos de sus imprescindibles. Las siguientes estaciones son Olette/Canaveilles-les-Bains, puerta de entrada al territorio salvaje de las Garrotxes, Fontpédrouse, municipio famoso por sus fuentes termales de aguas sulfurosas ubicadas en las tierras altas y Mont-Louis/La Cabanasse, donde no hay que perderse la fortificación abaluartada de Mont-Louis. Pasado el ecuador de la ruta se llega a Bolquère, la estación más alta de Francia que alcanza una altitud de 1593 metros.


Imagen de Villefranche-de-Conglent


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A continuación, el tren para en Font-Romeu, pueblo que goza de una reputación internacional gracias a su Centro de Entrenamiento en Altitud por recibir desde 1968 a deportistas de alto nivel que se preparan para las olimpiadas y otras citas destacadas. Además, no hay que perderse las iglesias de Odeillo y Via, y el Gran Hotel, construido en 1910 como símbolo del desarrollo de la estación. Antes de llegar al final del recorrido hace parada también en Saillagouse y Bourg-Madame.

Por último, está Latour-de-Carol, un pueblo que hace las delicias de senderistas y amantes de la naturaleza por la multitud de rutas que ofrece y en el que hay que visitar la iglesia del siglo XI de Saint-Fructueux d’Yraval, templo que reúne importantes obras del arte sacro Cerdán.

El precio del ticket del tren, que se puede adquirir en las taquillas de las estaciones u online, es de 5 euros.



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