Habría sido la cordillera que Juan Ayuso hubiese descubierto para empezar a marcar visados en su pasaporte del Tour. Era el lugar donde Primoz Roglic quería por lo menos noquear a Remco Evenepoel y acercarse a la pareja incuestionable, un Padej Pogacar que a veces asume demasiados riesgos y desgaste, y un cauto Jonas Vingegaard. Era la cordillera pirenaica que no verán ni el ciclista español ni el esloveno. Son los Pirineos que este fin de semana calentarán la olla del Tour con dos etapas soberbias.
No hay líder del pelotón que se recuerde estos últimos años más gafado por el Tour; un Roglic que perdió en 2020 el amarillo a un día de París, viéndose ya ganador ante su joven compatriota Pogacar. Y el mismo ciclista que los próximos tres que ha disputado ha tenido que abandonar después de darse tres castañas de consideración, en 2021, 2022 y 2024. El año pasado no estuvo por aquí y se dedicó a ganar el Giro.
El virus del pelotón
Hay un virus que castiga al pelotón. A veces, se transforma en el agresivo covid y otras deja las pruebas de antígenos repletas de dudas. Enfermos se fueron Pello Bilbao y Ion Izagirre y con covid confirmado Ayuso, 21 años, futuro enorme del ciclismo español, tuvo que poner pie a tierra cuando sólo se llevaban 30 kilómetros de la etapa llana más activa y agresiva afrontada hasta ahora, en un Tour que no se puede permitir el año que viene repetir las siete victorias al esprint que se cuentan hasta ahora. Por lo menos, queda aún la de Nîmes del próximo martes.
Con el Tourmalet, Hourquette d’Ancizan (una encerrona) y Pla d’Adet, en el guion de este sábado, nadie pareció en la 13ª etapa que corriera reservando fuerzas. Menos Pogacar, cuyo equipo infiltró a Adam Yates al inicio del día en una fuga con más peligro que un coche sin frenos. Un Pogacar que, a veces, parece que no recuerde, consejo de viejos estrategas, que el Tour tiene 21 etapas y siempre conviene reservar un poco. Que no hace falta tirar como un poseso cuando se había formado un ‘abanico’ por el viento con Evenepoel y Vingegaard a su rueda y mucho menos llegar posicionado al esprint final para acabar noveno de la etapa.
Hubo una caída en Pau, justo en el lado contrario por el que circulaba el jersey amarillo, una buena torta que partió al pelotón en la segunda victoria de Jasper Philipsen por delante de Wout van Aert. ¿Y si se caen por el lado de Pogacar? Hay que cuidar estos detalles y, a veces, permanecer mejor en la retaguardia donde no vuelan bicis por los aires en una llegada masiva. Vingegaard cruzó la meta el 33º y Evenepoel en la posición 71.