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El Real Madrid jugó en casa


Se agotaron las 25.000 localidades del Al Alawwal Park, estadio donde habitualmente juega sus partidos el Al Nassr de Cristiano Ronaldo, para el primer partido de la Supercopa. Y el derbi madrileño no decepcionó a los seguidores locales, en su inmensa mayoría del Real Madrid. De hecho, los de Carlo Ancelotti jugaron en Riad en un mini Bernabéu.

Fue extraño que se silbara y no se respetase el minuto de silencio en memoria de Franz Beckenbauer para pasar poco después a animar al equipo blanco. Notaron el calor del público local los jugadores de Ancelotti y tanto Bellingham como Vinicius pidieron el apoyo del público y levantaron de sus asientos a los seguidores locales, muchos vestidos con camisetas del Real Madrid, otros de blanco ya por su tradicional vestimenta. De hecho, muchos niños a las puertas del estadio hicieron su agosto vendiendo bufandas blancas. También a mujeres saudíes. Solo mostraban sus ojos e iban de riguroso negro, pero con su bufanda blanca.

Seguidores del Atlético de Madrid, escasos. Una decena situados en la parte lateral del estadio, cuatro llegados desde Madrid con la intención de conocer mundo y ver ganar a su equipo. También aficionados del Real Madrid llegados de otros países. Unos cincuenta desde Omán, miembros de la Peña Madridista de Omán que tiene unos 1.500 socios y se reúne para ver todos los partidos del equipo blanco. Tenían antes como ídolo a Cristiano Ronaldo y ahora tienen a Bellingham. Muchos aplausos para el británico en el campo.

No para Kroos, que recibió abucheos constantes por sus declaraciones contra el ‘boom’ del deporte rey en Arabia Saudí: “Jugar allí es una decisión contra el fútbol que todos conocemos y amamos“, declaró en su día.

Antes del encuentro, muchos de ellos disfrutaron en la Fan Zone montada por la Federación Española fuera del estadio. Buena música, nada de alcohol, totalmente prohibido en Arabia Saudí, pero sí un cocinero haciendo paella. Eso sí, poco tenía que ver con la española por mucho que así se anunciase. También malabaristas del balón con las camisetas de ambos equipos y la posibilidad de chutar un penalti. Minutos para divertirse antes del encuentro pero nada que ver con las fiestas que se montan en Europa en las finales.



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