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El pueblo de Cáceres que tiene lengua propia y arquitectura tradicional


En el valle del Jálama, en la hermosa Sierra de Gata cacereña, está San Martín de Trevejo, un coqueto pueblo de apenas 800 habitantes a descubrir en una escapada de fin de semana. A lo largo de su historia –se cree que su fundación se produjo en torno al siglo IV– ha formado parte de la provincia de Salamanca, de la diócesis de Ciudad Rodrigo y ha sido foco de sangrientas batallas, lo que llevó a que el hijo del rey Alfonso VII repoblase la zona con habitantes de los reinos de León y Galicia en el siglo XII.

Pasear por sus calles empedradas, algunas de las cuales están partidas por un reguero que lleva las aguas del arroyo de los Arravires, es una delicia. El casco histórico de esta villa presenta una arquitectura popular -con casas de tres niveles- de las mejor conservadas de la zona, de ahí que haya sido nombrado Bien de Interés Cultural. La plaza mayor porticada es, sin duda, su corazón, un lugar perfecto para tomar el pulso a este destino viendo pasar a sus vecinos mientras se degusta en una de sus terrazas algunos de los platos típicos de la zona. Aquí destacan su torre-campanario, una construcción que llegó a ser cárcel y que conserva el escudo de armas de Carlos V que dio título de muy ‘noble y leal’ a la villa, y una fuente de finales del siglo XIX ubicada en el centro.


Imagen de una de las calles de San Martín de Trevejo con las aguas del arroyo de los Arravires


rocío jiménez

De su patrimonio cabe destacar la iglesia parroquial de San Martín de Tours, templo que se caracteriza por ser el único de la comarca con tres naves y en cuyo interior se conservan tres tablas del pintor pacense Luis de Morales ‘El Divino’ (siglo XVI), así como dos retablos barrocos y diversas tallas, la ermita de la Cruz Bendita, original del siglo XIII pero reconstruida en los siglos XVII y XVIII y las diferentes casas señoriales que se reparten por su entramado, como son la casa de la Familia Figuerola, la de los Santos Agero, la de los Ojesto o el Palacio de la Encomienda.

Imagen principal - Plaza Mayor, ermita de la Cruz Bendita y mural donde se puede leer la lengua propia A fala
Imagen secundaria 1 - Plaza Mayor, ermita de la Cruz Bendita y mural donde se puede leer la lengua propia A fala
Imagen secundaria 2 - Plaza Mayor, ermita de la Cruz Bendita y mural donde se puede leer la lengua propia A fala
Estampas para recordar
Plaza Mayor, ermita de la Cruz Bendita y mural donde se puede leer la lengua propia A fala
Rocío Jiménez

Una de las cosas que más llama la atención de este coqueto rincón es que es una de las tres únicas localidades de la provincia en la que se habla ‘A fala’, una lengua romance que se encuentra a medio camino entre el gallego y el portugués. Cada una de ellas posee, además, una variante local siendo la de San Martín de Trevejo el mañego, término con el que se conoce también a sus habitantes. Esta lengua fue declarada Bien de Interés Cultural por la Junta de Extremadura en 2001.

Para completar la escapada

Entre las visitas imprescindible de la zona está el castillo de Trevejo, ubicado en el pueblo del mismo nombre, una pedanía de Villamiel que no llega a los 20 habitantes. Su origen se remonta al siglo XII, momento en el que se levantó una fortaleza musulmana que sirvió como base para su construcción posterior por encargo de la Orden del Temple (siglos XV y XVI). A lo largo de su historia fue cambiando de manos pasando por las órdenes de Santiago y Alcántara, así como los caballeros de S. Juan de Jerusalén para, finalmente, ser destruido durante la invasión francesa. A nuestros días apenas ha llegado parte de su muralla y la torre del homenaje, así como una serie de tumbas antropomórficas de piedra ubicadas a los pies de la construcción, al lado de la parroquia de San Juan Bautista (siglo XVI).


Imagen del castillo de Trevejo


rocío jiménez

A las afueras de la villa se pueden ver varias ermitas siendo el edificio más notable el Convento de San Miguel, el único que se conserva en pie en toda la Sierra de Gata que data del siglo XV y cuya fundación se atribuye a San Francisco de Asís. Hoy día este edificio se ha rehabilitado como Hospedería de Turismo Comarcal.

Por su parte, los amantes del senderismo pueden optar por realizar la ruta que va al Castañar de los O’Soitu, probablemente el más extenso de toda Extremadura, que se ubica a unos 900 metros de altura muy cercano a la cima del puerto de Santa Clara, punto limítrofe con la provincia de Salamanca. No hay que perder de vista los ejemplares conocidos como Los Abuelos.

Un hotel para establecer base

Ubicado en el municipio de Valverde del Fresno, rodeado de 220 hectáreas de dehesa ganadera y olivar, está Hábitat Cigüeña Negra, un hotel rural para desconectar, mimarse y alimentar cuerpo y alma. Esta antigua vivienda de campo totalmente reformada rinde homenaje a la arquitectura tradicional de la sierra que lo acoge y se presenta como el oasis perfecto en el que establecer base para visitar la zona.

En total dispone de 12 habitaciones divididas en tres categorías –doble, doble superior y doble Deluxe–, algunas con chimenea y bañera vintage y todas ellas con nombre propio –apodos que hacen alusión a diferentes árboles y plantas– y hermosas vistas a los bellos paisajes cacereños.

Entre los diferentes espacios de este alojamiento están la piscina infinita que funciona, también, como mirador de la sierra portuguesa de Malcata y de la charca en la calman la sed las diferentes vacas que en sus tierras pastan, un mirador desde el que observar las estrellas en las noches más claras con su telescopio, dos terrazas de piedra y la barra del árbol, que rodea el tronco de un alcornoque centenario y que es un lugar ideal en la que tomar algo en los meses más cálidos.

Imagen principal - Imágenes del hotel rural Hábitat Cigüeña Negra
Imagen secundaria 1 - Imágenes del hotel rural Hábitat Cigüeña Negra
Imagen secundaria 2 - Imágenes del hotel rural Hábitat Cigüeña Negra
Imágenes del hotel rural Hábitat Cigüeña Negra
Hábitat Cigüeña Negra y Rocío Jiménez

Para entrar por completo en un estado de relajación es su hamman, que incluye dos cabinas individuales de masajes, una zona de aguas con tres termas –caliente, templada y fría–, sauna y una sala de aromaterapia con tumbonas térmicas. Este espacio está abierto tanto a los clientes del hotel como a personas externas.

Su restaurante Asador se ha convertido en la joya gastronómica de la zona, por lo que no es de extrañar que sus mesas estén siempre llenas. Esto es gracias a la carne que aquí sirven, una variedad propia procedente del cruce de raza Retinta 100% y raza Wagyu 100% que crían allí mismo. La carta se completa con exquisitos postres y entrantes elaborados con productos locales y de temporada. Disponen, también, de una tienda gourmet en la que se puede adquirir, entre otras cosas, embutidos ibéricos de bellota elaborados con sus cerdos alimentados en la dehesa y su AOVE ecológico.

Como complemento, los huéspedes pueden pasear entre los 8.000 olivos que se extienden frente al hotel, visitar la almazara ecológica y catar su ‘oro líquido’ o realizar una ruta circular por la finca de unos 8 kilómetros. El precio para dos noches en habitación doble va desde los 340 euros.



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