Mataró, Rocafonda, Lamine Yamal. Todas estas palabras eran tendencia en redes sociales durante la mañana de este 15 de agosto. El motivo, claro, el apuñalamineto al padre de Yamal, vecino del barrio de Rocafonda de Mataró (Maresme). Más allá de la propia noticia del ataque a Mounir Nasraoui, padre del jugador, distintos perfiles han aprovechado para lanzar discursos de odio contra la inmigración con descalificaciones hacia el barrio, del que es vecino el mismo Nasraoui. “Estercolero multicultural” es una de las expresiones más recurrentes. Un comentario que no es original y que, en el mismo caso de Rocafonda, ya se repitió durante los partidos disputados por el futbolista del FC Barcelona en la pasada Eurocopa, entre otras ocasiones.
“Los vecinos estamos todos indignados con este comentario, nuestro barrio no es un estercolero. Familias de toda la vida, gente mayor y gente nueva que viene a vivir al barrio están totalmente en contra de dichos comentarios”, reivindica Rocío Laguna, presidenta de la Asociación de Vecinos de Rocafonda, quien añade que estas ópticas les “degrada sin derecho alguno”.
“No podemos hablar de ellos y nosotros. Es falaz. Hay gente a la que clasifican como ‘recién llegada’ que hace 20, 25 o 30 años que vive en Rocafonda y que también está preocupada por las necesidades del barrio”, insiste por su parte Maria Majó i Clavell a sus 78 años, vecina de Mataró de toda la vida y de Rocafonda desde hace 55 años. Majó en ningún caso niega que haya conflictos en el barrio y necesidades pendientes de paliar, pero indica que estos no difieren de los de otros barrios a lo largo de Catalunya que, como Rocafonda, reciben un gran volumen de migrantes, pero no los “recursos para ganar este reto. Porque no es un problema, es un reto. Y Catalunya no volverá a ser monocultural, que nadie se lo piense”.
El alcalde de Mataró, David Bote (PSC), remarca en declaraciones a El Periódico de Catalunya su rechazo a cualquier discurso de odio. “No comparto que se culpabilice al otro de circunstancias que a veces son muy difíciles de resolver. Nosotros hemos atacado de frente esos problemas que afectaban a la calidad de vida de vecinos y vecinas, pero siempre lo hemos separado mucho de cualquier estigmatización”, añade el edil, quien, pese a los comentarios negativos típicos que aparecen sobre el barrio y Mataró, cree que la figura de Lamine Yamal ayuda a sacar a relucir las mejores cualidades del barrio y de sus habitantes.
Bote, igual que hacen las represntantes vecinales, rehúye de romantizar el barrio: “No soy ingenuo y sé que hay situaciones complejas por las que tenemos que seguir peleando”. Reconoce que hay problemas y carencias a corregir, pero reivindica también la lucha diaria de muchos vecinos que abren negocios o que simplemente buscan prosperar. Esas historias con una atención mediática muy inferior al apuñalamiento del padre de un futbolista que recientemente ha sido campeón de Europa.
Ocupaciones y acceso a la vivienda
Majó, expresidenta de la Asociación de Vecinos de Rocafonda y maestra jubilada, pone un ejemplo claro: la vivienda. Reconoce que uno de los grandes conflictos del barrio son las ocupaciones, pero remarca que estas son solo una derivada de un problema de acceso a la vivienda y de la falta de pisos a precios asequibles.
En una comarca más bien rica como el Maresme, los últimos datos disponibles reflejan que la renta media por persona del barrio de Rocafonda (algo por encima de los 8.000 euros) es una de las más bajas de Catalunya, con valores similares a los de Torre Baró, en Barcelona, o de Sant Roc, Badalona. Sin embargo, una rápida búsqueda por los portales inmobiliarios permite comprobar que las ofertas de alquiler en la zona no bajan de los 850 euros al mes por viviendas que apenas superan los 60 m², precios que por si solos ya se comen buena parte de los ingresos medios de la población residente.
“Si la gente encuentra soluciones, no tiene la necesidad de ocupar. Las ocupaciones son el síntoma y la consecuencia de una mala política de vivienda”, añade Majó. La opinión de Maria Majó no es únicamente suya, en la plaza Joan XXIII de Mataró alguien escribió un grafiti que rezaba: “En el barrio de Rocafonda, más Lamine Yamals y menos desahucios”.
Densidad y migraciones
El de Rocafonda es uno de esos barrios que proliferaron en las periferias de las grandes urbes del área de Barcelona para dar cabida a la población migrante del sur de España que llegó en busca de mejores oportunidades laborales y de condiciones de vida a principios de la segunda mitad del siglo XX. Como en todos esos barrios, la alta densidad poblacional, fruto de la poca planificación del especulativo ‘desarrollismo’ franquista, es una característica inherente a Rocafonda.
También lo son los altos índices de población extranjera. Según los datos del Ayuntamiento, de las alrededor de 130.000 personas que viven en Mataró, 11.500 lo hacen en el barrio de Rocafonda. De estas, 4.300 provienen de países extranjeros, lo que supone un porcentaje de población foránea del 36%, muy por encima de la media del municipio, que no llega al 20%. Por supuesto, no todos los vecinos ven con los mismos buenos ojos que las integrantes de la asociación de vecinos estos altos índices de población extranjera. Algo que quedó patente, por ejemplo, en las elecciones municipales de mayo de 2023, en las que Vox obtuvo un 14% de los votos en Rocafonda y fue segunda fuerza en el barrio.
Los vecinos del barrio reclaman también más programas de integración y equipamientos que ayuden a crear comunidad y, por ejemplo, a romper las barreras que se encuentran algunas personas migradas en algo tan básico como es la lengua. Por su parte, David Bote defiende que el consistorio mantiene un “compromiso con las normas básicas que ordenan nuestra convivencia”, vinculadas con la seguridad y la calidad del espacio y los servicios públicos. Así, Ayuntamiento y asociaciones coinciden en la urgencia de un nuevo impulso de la ley de barrios que ayude a dignificar algunos espacios, a crear nuevos equipamientos y a resolver algunas de las principales carencias materiales de los vecinos y el urbanismo de barrios como el de Rocafonda.
El papel de la policía
En materia de seguridad, fuentes policiales de Mataró apuntan a una “dejadez” por parte de las administraciones. “Es un barrio conflictivo, como todos los barrios… lo que pasa es que hay una clase social más baja y no hay gente”, comentan las mismas fuentes con relación a la falta de agentes policiales, una reclamación histórica por parte de la Policía Local respecto a toda la ciudad, pero que, dicen, en Rocafonda es todavía más palpable.
El alcalde Bote reivindica que en Mataró han tenido un compromiso firme con dos batallas: multirreincidencia y ocupaciones. Para el primer ámbito, por ejemplo, se han llevado a cabo patrullajes conjuntos entre Mossos d’Esquadra y Policía Local a lo largo de la ciudad, también en “algunos puntos” del barrio de Rocafonda. Además, Bote recuerda también su apuesta por los ‘serenos’, unos agentes cívicos nocturnos que buscan ayudar a reducir la sensación de inseguridad y a atender los problemas de convivencia en los barrios. “Al final, Rocafonda tiene los mismos retos que Catalunya: garantizar la convivencia, avanzar hacia un futuro compartido y entrar con una fuerte inversión, que ha sido el secreto siempre de la política pública, en la estructura del espacio público y en la estructura del parque inmobiliario”, dice Bote, quien destaca que Rocafonda es “un sitio para el que cualquier persona progresista siga luchando contra la desigualdad“.
“Aquí pasan cosas como en el resto de barrios y poblaciones”, dice la presidenta de la asociación de vecinos, Rocío Laguna, con relación a los comentarios en las redes sociales. “El barrio tiene carencias como un barrio obrero que es y con tanta población, pero es luchador y con comentarios así no nos dejan avanzar o mejorar. Nos siguen manteniendo con la etiqueta”, remacha Laguna.
Suscríbete para seguir leyendo