Jonas Vingegaard, abrigado hasta las orejas, no se atrevía a salir del hotel a media mañana. Y la verdad, A Coruña, la ciudad que acogió la salida de la primera de las cuatro etapas del O Gran Camiño, la ronda gallega, invitaba a cualquier cosa menos a pasear por la calle. Casi había que agarrarse para no ser tumbado por el viento; encima llovía por lo que el día invitaba a otros placeres, que los hay, aparte de montar en bici.
Así las cosas, la organización tenía un serio problema porque había el riesgo de que no se pudiera correr y los equipos, en febrero, con todo por delante, no estaban dispuestos a afrontar mucho riesgo. La decisión fue salomónica. Se saldría a disputar la contrarreloj individual con bicis convencionales, mucho más estables, y los tiempos no valdrían para la clasificación general. La etapa sólo serviría para distinguir al mejor contrarrelojista, que se proclamaría ganador del día, y la lucha por la victoria final quedaría reducidas a las tres etapas en línea que se disputan hasta el domingo en las otras tres provincias gallegas; Lugo, Ourense y Pontevedra, en el orden habitual de recitarlas.
Vingegaard no asumió riesgos, ¿por qué? porque no le va de una victoria y porque siempre en algún momento dado se piensa en el Tour. Esa fue la única razón por la que terminó la ‘crono’ en la posición 45 a más de dos minutos del vencedor, Josh Tarling, un nuevo valor de la especialidad de sólo 20 años, un galés que apunta tan alto como sus 194 centímetros de altura, y que a tan tierna edad sí valía la pena el desafío con el viento para conseguir un triunfo con el que nutrir su todavía escasa lista de victorias.
El antecedente andaluz
Fue una lástima. Las carreras españolas no están teniendo muy buena suerte en esta fase de inicio y sirva como ejemplo lo que le sucedió hace unos días a la Vuelta a Andalucía. A la carrera le pilló la protesta de los agricultores y con la Guardia Civil controlando las tractoradas no se pudo garantizar la seguridad de la prueba ciclista. Así que tan sólo se pudo disputar una de las cinco etapas previstas.
En Galicia llevaban una semana de tiempo primaveral. Los cicloturistas corrían por las carreteras próximas a A Coruña en uniforme de verano y los más valientes, al margen de las bicis, se zambullían en el mar, manso, tanto que ni hacía las delicias de los surferos.
Todo empezó a cambiar el día de las elecciones, todo menos la situación política. Comenzó a esconderse el sol y a subir la intensidad del viento hasta el punto de que este jueves, el día del estreno del O Gran Camiño, las ráfagas de viento alcanzaban los 70 kilómetros por hora. De ahí que Vingegaard y compañía no estuviesen excesivamente animados a jugarse el tipo y acabar con rasguños o heridas mayores, una caída que enturbiara el inicio de la temporada.
El día, visto que las principales estrellas se lo tomarían con cierta calma, sirvió para constatar que Tarling es una perla del Ineos, el conjunto de Carlos Rodríguez. Y es que por algo fue tercero en el Mundial de la especialidad disputado en el último agosto, al margen de ser el campeón de Europa de contrarreloj. Así que ya hay que apuntar otro nombre en la lista de jóvenes valores de este deporte que desgraciadamente tantas y tantas veces debe luchar contra los elementos en un viaje ventoso de ida y vuelta, cruzando A Coruña, a la famosa torre de Hércules que entre otras cosas es el faro más antiguo de Europa.