El Museo Thyssen se deconstruye. Aunque lleva años planificando su descolonización, ahora organiza una exposición que pone el foco en la relectura a la que ha sometido a sus obras. En La memoria colonial, abierta al público hasta el 20 de octubre, apuesta por “la diversidad de interpretaciones de sus fondos, abierta a las diferentes corrientes de pensamiento”. Un objetivo que coincide con el mandato que Ernest Urtasun, ministro de Cultura, lanzó el pasado enero para “superar un marco anclado en inercias de género y etnocéntricas”. Un debate que, desde entonces, no ha estado exento de reproches políticos.
“Este tema entraña hoy alguna polémica. Yo no la veo, la verdad. No conozco a nadie que admire las hazañas de los ingleses en la India o de los franceses en Argelia. Para mí, la pregunta es: ¿por qué traer el colonialismo al arte?”, ha expresado Guillermo Solana, director artístico del Thyssen, en referencia a las reprobaciones que el Gobierno ha recibido por parte del PP y Vox. “Se trata de un debate falso, impulsado y generado para crear división, un mantra importado que no responde ni a la Historia de España ni al presente de nuestros museos”, señaló el partido de Alberto Núñez-Feijóo siete días después de trascender la iniciativa.
La muestra, armada por Juan Ángel López-Manzanares, Alba Campo Rosillo, Andrea Pacheco González y Yeison F. García López, está compuesta por 75 piezas que ponen sobre la mesa las consecuencias del colonialismo iniciado en el siglo XVI y su presencia en la iconografía occidental a través de imágenes idílicas y exotizantes que enmascaran desigualdad y violencia. “No pretendemos descolgar ningún cuadro. Al contrario, queremos rescatar pinturas relegadas en los almacenes y explicar cosas que se han silenciado”, ha continuado Solana, que no ha dudado en calificar este proyecto como “el más esperado del año”.
Hechos invisibilizados
“Parece que la descolonización de los museos es un invento de ayer y no. El debate comenzó hacia 1970. No obstante, en la última década, esta cuestión ha pasado a la agenda de tareas urgentes de las pinacotecas más importantes del mundo. Nuestra transformación viene de atrás y no tiene nada que ver con la coyuntura política de España. Este proceso empezó antes de que supiéramos cuál iba a ser la composición del Gobierno. Y nunca he recibido una instrucción directa o indirecta de éste en lo relativo al programa expositivo. De hecho, no he tenido ningún contacto con el ministro actual”, ha enfatizado Solana.
Tal y como han destacado los comisarios, “con esta exposición se le da la vuelta a la narrativa y son los hechos invisibilizados los que toman protagonismo como parte de un proceso de justicia de saberes”. Al respecto, también han propuesto “un análisis histórico desde perspectivas críticas con las narrativas occidentales que ponen el acento en los procesos de ocupación de territorios, dominación de población y explotación de recursos”. Así, en las obras procedentes del museo predomina la imagen eurocéntrica, en general indulgente con la estructura colonial, mientras que las creaciones del siglo XXI aportan una mirada reflexiva.
¿Restitución sí o no?
“Como consecuencia de este análisis, se cobró conciencia de que las instituciones estaban afectadas por distorsiones y sesgos que distorsionaban la objetividad histórica”, ha añadido Solona. El recorrido, que arranca con la Vista de la Carrera de San Jerónimo y el Paseo del Prado con cortejo de carrozas de Jan van Kessel III, atraviesa seis apartados temáticos relacionados con este fenómeno: el extractivismo y la apropiación, la construcción racial del otro, el esclavismo y la dominación cultural, la evasión a nuevas arcadias, el cuerpo y la sexualidad, la resistencia, el cimarronaje y los derechos civiles.
A la pregunta de si podría plantearse una devolución del arte colonial, Solana ha sido claro: “La descolonización de los museos no se identifica automáticamente con la restitución de los objetos traídos de África, Asia y América. Los medios la promueven para provocar la alarma en el público y que éste se resista a lo que podría ver como una disolución de nuestro patrimonio nacional. Se trata de un camino más amplio que puede llevar al retorno o no. Hay que examinar cada caso. La descolonización implica una profunda transformación de la institución y comienza con la reinterpretación de nuestras colecciones”.