Miles de personas han emprendido en los últimos meses la peregrinación hasta el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, en Cantabria. Unos movidos por la fe, otros por la historia, el arte o la naturaleza, cualquier razón es buena para realizar el Camino Lebaniego, declarado Patrimonio de la Humanidad. Sus orígenes se pierden en el tiempo. Las primeras referencias escritas aparecen en el siglo XIV y XV, cuando el Papa Julio II otorgó el jubileo perpetuo a quienes llegaran al monasterio lebaniego para venerar la reliquia del Lignum Crucis, el mayor fragmento de la cruz donde fue crucificado Jesús que se conserva en el mundo. Pero lo cierto es que desde el siglo XI, cuando los peregrinos caminaban a Santiago de Compostela, ya hubo quien realizó la sagrada ruta. Un camino que oficialmente comienza en San Vicente de la Barquera y está vertebrado en tres etapas que discurren por los municipios de San Vicente de la Barquera, Herrerías, Lamasón, Peñarrubia, Cillorigo, Potes y Camaleño.
Etapa 1: San Vicente de la Barquera – Puente Arrudo/Cades
San Vicente de la Barquera es el punto de partida, el ‘Km 0’. El puente medieval de la Maza, uno de los más largos de España, recibe a los caminantes para entrar en la Puebla Vieja, donde es visita obligada el Castillo del Rey, la mejor construcción militar medieval cántabra, y la iglesia de Santa María de los Ángeles, templo románico y gótico que alberga dos pórticos, el ‘de las Gentes’ y el ‘del Poder’, así como el sepulcro renacentista del Inquisidor Antonio del Corro, ambas edificaciones construidas por Alfonso VIII de Castilla en el siglo XIII. Desde aquí, compartiremos ruta y señales con el Camino de Santiago del Norte por La Acebosa, Hortigal, Estrada, que conserva una torre defensiva del siglo VIII, y Serdio hasta Muñorrodero, donde nos desviaremos de la ruta jacobea, dejando de ser concheiros/peregrinos para ser crucenos, como son llamados aquellos que caminan siguiendo las señales rojas hacia al Valle de Liébana. La senda discurre a orillas del río Nansa por las antiguas trochas de pescadores, acondicionas con pasarelas de madera, entre fresnos, pinos, sauces y encinas, para alcanzar Camijanes, Cabanzón -que conserva la torre defensiva del Señorío de Rábago, del siglo XV-, hasta Puente Arrudo/Cades.
Etapa 2: Puente Arrudo/Cades – Cicera – La Fuente – Cabañes
De Puente Arrudo llegaremos a Cades, en las faldas del hayedo y monte Cordancas, en el municipio de Herrerías, cuyo nombre procede de la actividad minera que se remonta al siglo XII, de la que ha quedado huella en la Ferrería de Cades. Continuaremos por Venta Fresnedo y Sobrelapeña hasta La Fuente y la iglesia de Santa Juliana, del siglo XII, románica, y después Pomares, donde por las tardes Hilario, uno de los últimos alberqueros, sigue tallando a mano las albarcas. Proseguiremos por Burió, Peñarrubia y Cicera, con sus calles decoradas con mensajes y artísticos grafitis. Aquí podremos ascender al monte Hozarco, al mirador de Santa Catalina, y descubrir los restos de la fortaleza medieval Bolos de Moro, del siglo VIII, y el robledal de la Senda Mitológica, donde conoceremos algunos de los legendarios seres cántabros como el ‘Robledón’, el ‘Ojáncano’, la ‘Anjana’, el ‘Trenti’, la ‘Viejuca de Vispieres’ o la ‘Osa de Andara’. El camino prosigue por el Canal de los Francos hasta Lebeña y la iglesia de Santa María, del siglo X, mozárabe, que atesora un altar pagano, grabado con motivos solares y estelares, y junto a la misma el Tejo de Lebeña, árbol mágico sagrado para los cántabros en el que se reunía el Concejo. Tras cruzar el Desfiladero de la Hermida y el río Deva, llegaremos a Allende y Cabañes.
Etapa 3: Cabañes – Pendes – Potes – Monasterio Santo Toribio
Cabañes, en el municipio de Cillorigo de Liébana, es el comienzo de la última etapa, que nos llevará a Pendes y a la Quesería de las Brañas, donde degustaremos el Queso Picón de Treviso, elaborado en cuevas y por hongos, entre ellos el penicillium. Después visitaremos el milenario Castañar de El Habario, con más de trescientos castaños, algunos con troncos que superan los diez metros de diámetro, para alcanzar Potes, la capital, y centro geográfico, del Valle de Liébana.
En esta llamada ‘villa de los puentes’ confluyen los ríos Deva, Bullón y Quiviesa, donde visitaremos la Torre del Infantado, del siglo XIV, y la exposición permanente dedicada al Beato de Liébana y su obra. Desde aquí, nos separan cuatro kilómetros recorriendo el Valle del Camaleño hasta la meta, la Puerta del Perdón del Monasterio de Santo Toribio y la Capilla de la reliquia del Lignum Crucis. Una vez termine su camino, no hay que olvidar conseguir la Lebaniega presentando, debidamente sellada en cada etapa, la Credencial del Peregrino del Camino Lebaniego en la Oficina de Atención al Peregrino. Es el certificado que avalará su peregrinación, la misma que han hecho miles de crucenos desde hace más de quinientos años.