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El hotel abandonado que tiene una de las vistas más espectaculares del mundo


Cualquiera que llegue a la isla de San Miguel, en las Azores, habrá planeado una visita a las lagunas de Sete Cidades, unidas por un puente que conduce a un pequeño pueblo de unos setecientos vecinos que duerme junto al agua. En realidad, el grandioso entorno de Sete Cidades está compuesto por dos lagunas mayúsculas, la azul y la verde, otras cinco más o menos grandes y ocho más pequeñas, y, alrededor, infinidad de miradores para deleitarse con el espectáculo natural. Es un paisaje idílico creado a lo largo de la historia en el cráter de un volcán, un lugar para sentarse, mirar, admirar la belleza, dejar pasar el tiempo.

Quizá el mirador más popular en Sete Cidades sea Vista do Rei. Allí llegan cada día decenas de turistas con las baterías del móvil y de la cámara cargadas, algunos con un dron, listos para enmarcar el horizonte. Algunos no obstante desconocen que en lo alto de la colina se alza un edificio imprevisto -un hotel construido y abandonado hace más de treinta años- que en cierta forma es un extraño destino turístico en sí mismo. La mayoría decide al instante que la mejor vista de las lagunas debe estar en la azotea de lo que fue el Hotel Monte Palace. Y así es.

Imagen secundaria 1 - El hotel Monte Palace, de cinco estrellas, se inauguró el 15 de abril de 1989 y cerró el 26 de noviembre de 1990. La azotea, en la foto superior, es un soberbio mirador sobre Sete Cidades
Imagen secundaria 2 - El hotel Monte Palace, de cinco estrellas, se inauguró el 15 de abril de 1989 y cerró el 26 de noviembre de 1990. La azotea, en la foto superior, es un soberbio mirador sobre Sete Cidades
Hormigón y vistas
El hotel Monte Palace, de cinco estrellas, se inauguró el 15 de abril de 1989 y cerró el 26 de noviembre de 1990. La azotea, en la foto superior, es un soberbio mirador sobre Sete Cidades
JFA

La historia del Monte Palace empezó en 1977, cuando se fundó la empresa Industria Açoriana Turístico-Hotelereira (IATH) con accionistas franceses y belgas que tenían interés en invertir en las Azores. Proyectaron dos hoteles, de cuyo diseño se encargó fundamentalmente el arquitecto Olivier Clément Cacoub (1920 – 2008). El primero, el Bahia Palace, abrió sus puertas en 1984. El segundo, el Monte Palace, de cinco estrellas, el 15 de abril de 1989. Se dice que para entonces, los dos hoteles ya tenían una deuda de doce millones de euros de la época. El Bahía Palace abrió y cerró varias veces, y hoy es un cuatro estrellas. El Monte Palace cerró el 26 de noviembre de 1990.

Lo que iba a ser un gran hotel es hoy algo parecido a un barco de cruceros de hormigón varado en lo alto de una montaña, lleno de grafitis, de barro, de habitaciones vacías. Incluso hay un casino, completamente a oscuras, en el sótano, casi el escenario de una película de terror. Los turistas examinan perplejos cada rincón. Tratan de captar ese encanto misterioso que tienen los edificios abandonados. Y, poco a poco, suben hasta la azotea, en busca del ‘efecto wow’ final.

Desde la azotea del Monte Palace, el horizonte de las lagunas de Sete Cidades tiene un extra de proximidad y de profundidad, cinco pisos por encima del mirador Vista do Rei que buscábamos en un principio. Alrededor de esas lagunas hay infinidad de propuestas de turismo activo, a pie o en bicicleta, en quad o en piragua. En cualquier caso, al recorrerlas o al verlas desde aquí arriba se entiende mejor esta isla creada a partir de la actividad de sus volcanes.



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