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El hombre invisible

Si tuviera que reducir a la mínima expresión el tema de “El juez Aurelio”, de Teresa Uriarte Cantolla, diría que es la invisibilidad. Una invisibilidad que probablemente hunda sus raíces en la peripecia particular y privada del ser humano, pero que también responde a la incapacidad ajena para ver más allá de sus narices o para reconocer que hay vida más allá de lo llamativo y de la estridencia.

El juez Aurelio, protagonista y conductor de la novela de Uriarte, es un ser que vivió, como quien dice, dando un paso atrás: no acaba de quedar muy claro si es la discreción o el miedo a la vida lo que le lleva a actuar así; el hecho es que su caso es uno de esos en los que se repara cuando brilla por su ausencia y ni siquiera apenas, porque el prójimo lo olvidará tan pronto como lo habrá recordado, un tanto protocolariamente.

Hay vidas, lo sabemos, que brillan sólo a la luz de la escritura. Desde Chéjov o Rulfo sabemos que la literatura es la salvación de los nadies. Algo parecido sucede con este juez que pasa de puntillas. Es la novela de Uriarte la posibilidad de que el personaje quede fijado para siempre en la memoria. Y, de la misma forma, de que la publicación de este libro logre fijar en el recuerdo el paso entre nosotros de la escritora nacida en San Sebastián.

“El juez Aurelio” comienza con el fallecimiento de su protagonista: un ser solitario al que la muerte atrapa en su casa mientras veía la televisión. Su cuerpo lo descubre su compañero de trabajo, el forense Benito Cereijo (lo más parecido a un amigo que tuvo el juez en vida). Al funeral acuden seis personas; si recurrimos al viejo tópico de que el juicio final empieza cuando se contabilizan las personas que han acudido a tu entierro, entonces lo del juez Aurelio no empieza muy bien. Sin embargo, como ya se apuntó más arriba, la literatura acude al rescate de solitarios y desamparados. Más que una cuestión de justicia al uso (qué cosa, hablando de un juez) es un asunto de arreglo con la vida. En el humus de “El juez Aurelio” palpita la idea de que toda vida alberga por lo menos una narración y a ello se pone Teresa Uriarte: a colocar como protagonista a alguien que, en sus propias palabras, prefería no mezclarse con la vida.

Celebrado el funeral del juez, se suceden una serie de capítulos que recuerdan su existencia, a través de su quehacer profesional. Este es un aspecto singular: la entrega a su profesión. Su celo y sus escrúpulos en el trabajo. La Sombra, como lo llamaban quienes lo conocían, veía la vida desde la atalaya del juzgado, lo cual, según él, le inhabilitaba para vivirla. La bebida, una de sus escasas compañías, a veces le soltaba la lengua y lo empujaba a confesar que “hacía tiempo que no se mezclaba con la vida; que había visto mucho sufrimiento en los juzgados y que aquel era el único modo de evitarlo”. Da la impresión de que escoge ser invisible, pero al lector que acaba por leer el libro no le queda más remedio que ser cariñosamente escéptico con esa supuesta libertad de elección.

Los capítulos de “El juez Aurelio” se pueden leer también como episodios, en cierto modo como relatos autoconclusivos, citándose así con la tradición narrativa de la novela formada por un encadenado de historias. Según leemos, vamos elaborando un retrato y una opinión sobre el juez. Siempre a través de los casos que juzga y de las personas juzgadas, en muchos casos, tan empujadas a la soledad y a la indiferencia como él mismo.

Con un estilo sencillo, tal vez determinado por su labor periodística, y un tono costumbrista muy adecuado a la novela, “El juez Aurelio” supone, por desgracia, la presentación póstuma de Teresa Uriarte como escritora. Fallecida en 2022, ejerció como letrada para pasarse al periodismo, donde se especializó en información de tribunales para los diarios “Deia” y “El Correo”. Además dirigió el programa “Vista oral” en Radio Euskadi.

Hay que agradecer a su familia y a la editorial Tránsito que su escritura no haya caído en el olvido.

El juez Aurelio LNE


El juez Aurelio

Teresa Uriarte Cantolla 

Tránsito, 148 páginas 

16,90 euros



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