La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) tiene desde este viernes, por fin, un presidente con plenas facultades ejecutivas y representativas, elegido conforme a sus propios reglamentos y al marco legislativo en vigor y avalado, en definitiva, para tomar cuantas decisiones estime convenientes en el seno de la institución. Tras más de medio año como regidor de una gestora, Pedro Rocha es presidente a todos los efectos, pues ni su condición de investigado en el caso Supercopa ni la de expedientado por el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAD) limitan en modo alguno su poder y sus atribuciones, al menos por ahora.
En condiciones normales, la situación de interinidad y de crisis institucional de la RFEF debería haberse terminado este viernes con la proclamación de Rocha. Sin embargo, el conflicto que vive el fútbol español solo ha quemado un capítulo más de los muchos que acumula en los, al menos, últimos nueve meses, desde el beso no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso tras la final del Mundial femenino.
¿Junta directiva o gestora?
Nadie está en condiciones de afirmar con rotundidad cuál será el siguiente paso de esta crisis. Cabe la posibilidad de que Rocha nombre a una junta directiva (se rumorea que podría hacerlo el lunes), como es preceptivo, y ejerza con normalidad las funciones que le han sido encomendadas como presidente federativo. Podría ser que el martes, el CSD le suspendiera de manera provisional y protagonizara la presidencia más breve que se recuerde, apenas cuatro días mal contados. Hasta, en una improbable hipótesis, podría ocurrir que el TAD aceptara el último de los recursos de Miguel Galán e invalidara el censo electoral con el que se eligió a Rocha, invalidando también su propia elección.
Cada día una nueva aventura en este follón infinito que es la Federación, con todas las miradas puestas en el medio plazo. En quién capitaneará la expedición de la selección en la Eurocopa, quién ocupará un puesto de preferencia en los palcos del mundo entero y cómo se llegará a las obligadas elecciones cuatrienales que deben celebrarse, como en el resto de federaciones olímpicas, una vez celebrados los Juegos Olímpicos de París.
El Gobierno tiene claro, lo ha dicho abiertamente, que no puede ser Rocha quien sea la cara visible de la Federación. Su anhelo sería que convocara elecciones y dimitiera este mismo lunes, cediendo el poder a una comisión gestora, pero no tiene capacidad legal de forzar ese desenlace, puesto que es una potestad que corresponde en exclusiva al propio Rocha. Por muchas presiones que pueda recibir, de quién sea, él tiene ahora mismo el botón rojo para cualquier asunto relativo a la RFEF.
La comisión del Gobierno
Al menos, de momento. Porque esa “comisión de supervisión normalización y representación” anunciada por el Gobierno “en favor del interés general” y dada “la incertidumbre procesal” que viven Rocha y la RFEF puede cambiar las cosas. O no, habrá que verlo. Ahora mismo, solo existe en una nota de prensa y ni su composición, ni sus funciones, ni su encaje en el marco legal español y el internacional del fútbol están claros. Mucho menos, su anunciada convivencia con las instituciones de la RFEF, legalmente constituidas, sean una junta directiva presidida por Rocha o por otra persona (si este fuera suspendido el martes) o una nueva comisión gestora.
Aunque la verdadera partida que se juega ahora mismo entre el Gobierno y la RFEF que ya preside Rocha tiene que ver con cuál de las dos instituciones cuenta con el aval del fútbol internacional para desarrollar sus planes. Ambas llevan días filtrando que todos sus pasos tiene el aval de la FIFA y la UEFA (con la que el CSD, no obstante, reconoce no haber hablado directamente), mientras las dos organizaciones internacionales pactan comunicados conjuntos deliberadamente ambiguos, en los que solo dejan claro que van a estar muy encima de todo cuando suceda.
“FIFA y UEFA buscarán información adicional para evaluar hasta qué punto el nombramiento por parte del CSD de la llamada ‘comisión de supervisión, normalización y representación’ puede afectar a la obligación de la RFEF de gestionar sus asuntos de forma independiente y sin interferencias indebidas del gobierno“, avisaron ambas el jueves, con algunas fuentes deslizando que la palabra clave ahí no es “interferencias”, sino “indebidas”. Y otras diciendo lo contrario, claro.
Las conversaciones CSD-FIFA
Desde el entorno de Rocha se interpreta como un rechazo frontal a los planes del Gobierno y desde el CSD, que se percibe que el Gobierno está actuando “con seriedad y con determinación”, recordando que las conversaciones entre Rodríguez Uribes y el secretario general adjunto de la FIFA, Mattias Grafström, son casi diarias desde hace varias semanas.
Algo similar ocurrió la semana pasada, cuando la FIFA y la UEFA remarcaron que están “apoyando y colaborando con la Federación Española de Fútbol en este momento crítico”, mostrando su determinación para ayudar a encontrar “una solución para garantizar la elección oportuna de un nuevo presidente de la RFEF“. Para la Federación, era un mensaje de que el mundo del fútbol iba a resolver la crisis sin injerencias del Gobierno; para este, una muestra de preocupación por la incapacidad de la propia RFEF de encontrar una solución.
Tanto la UEFA como la FIFA rehúsan hacer más valoraciones sobre este asunto, al menos por el momento. La amenaza de exclusión de clubes y selecciones de las competiciones internacionales, filtradas el jueves por varios medios, no goza de mayor recorrido en estos momentos. Pero ambas instituciones están muy alerta. Quién tenga, de verdad, el apoyo de la FIFA será determinante en las próximas semanas en las que, por supuesto, puede pasar cualquier cosa en la RFEF. Como viene ocurriendo en el último año.